Lamentablemente mis dotes de pitoniso son terriblemente pésimas. En otras palabras, no pego una. Este texto fue escrito en la madrugada del 6D cuando Venezuela se aprestaba a celebrar unas elecciones cruciales para el futuro de la Patria y escribí entusiasmado por la posibilidad de que pudiéramos vencer la guerra económica y a los medios. No fue así. La revolución por ahora fue derrotada y las consecuencias de dicha derrota pronto, ya, se anuncian con vaticinios procelosos. La batalla se viene en todos los frentes, la conflictividad se asoma pero ojalá sepamos dirimir las peores contradicciones como sucedió este 6D de manera ejemplar. En elecciones libérrimas y transparentes. Los venezolanos fuimos víctimas de una propaganda de guerra brutal y la victoria que yo esperaba era verdaderamente más milagrosa y heroica que política porque suponía un grado de conciencia que aún no hemos alcanzado. Somos muchos. Los chavistas somos más de 5 millones y ese caudal es extraordinario para enfrentar cualquier amenaza y para ir a cualquier lucha. Espero que la dirigencia sepa conducir-nos a la victoria pese a la reconfiguración continental de una derecha fascista y terrorista que pretende conquistar el mundo todo. Dejo el artículo sin embargo, porque testimonia una ilusión y apunta tímidamente a lo que fue nuestra estrategia electoral frente a una bestial propaganda de guerra que inhibió a muchos y doblegó la voluntad de los más favorecidos por el gobierno socialista que terminaron embobados por un CAMBIO que representra el más franco retroceso a las fauces del capital trasnacional.
Amanecerá. Amanecerá y veremos!
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