Etimología
subversiva del verbo ‘comunicar’
Universidad Bolivariana
de Venezuela
PFG. Comunicación Social
Resumen
Este artículo es el fruto de las
clases de la Unidad Curricular Epistemología de la Comunicación dictadas en el
PFG Comunicación Social de la UBV correspondiente al primer período del año
2016. El título es si se quiere tremendista, pero la cantidad y calidad de la
información al respecto y su verdadera profundidad ponen las cosas en su justa
dimensión, por lo que el contenido que aquí abordamos sólo busca, desde mi
posición de docente en proceso de aprendizaje (en compañía de los estudiantes),
dar cuenta de un asombro detenido en el laborioso descorrer de los pliegues que
recubren una palabra harto común y familiar, toda vez que cotidianamente
trabajamos con ella: comunicar.
Palabras clave: etimología, comunicar, trabajo, don, comunidad
“Aquellos
que se devuelven mutuamente los regalos
son
amigos por más tiempo”
Del Hávamál,
uno de los antiguos poemas de la Edda escandinava
“Comunicar” en el diccionario
En principio, llama la atención
que
comunicar no sólo conste de tres
palabras sino que cada una tenga larga historia y hondo significado. Obvio que
siempre es así, pero ¿nos detenemos a menudo a escuchar el rumor geológico de
las etimologías? Aunque tan sólo sea por merecer brevemente el título de Justo
,
me sumo a los que
descubren “con placer una etimología”.
Vayamos pues, directamente a la
entrada del verbo “comunicar” en el Diccionario de la Real Academia Española
(DRAE):
Del
lat. communicāre.
1.
tr. Hacer a una persona partícipe de lo que se tiene.
2.
tr. Descubrir, manifestar o hacer saber a alguien algo.
3.
tr. Conversar, tratar con alguien de palabra o por escrito.
4.
tr. Transmitir señales mediante un código común al emisor y al receptor.
5.
tr. Establecer medios de acceso entre poblaciones o lugares. El puente comunica
los dos lados de la bahía. U. t. c. prnl.
6.
tr. Consultar con otros un asunto, tomando su parecer.
Obsérvese que la cuarta acepción (“Transmitir
señales mediante un código común al emisor y al receptor”) es la que aparece en
casi todos los libros de primaria o bachillerato, no obstante, la última (“Consultar
con otros un asunto, tomando su parecer”) es la más interesante según mi
criterio aunque no aparece en los diccionarios pequeños ni usualmente se llega
hasta allá.
Si hacemos una síntesis del
contenido del diccionario tenemos a partir de ‘comunicar’, los verbos:
participar, hacer saber, conversar, trasmitir, unir y consultar. Estos son los
que en la lengua se conocen como verbos de comunicación o verbos dicendi, verbos que comunican procesos
mentales. De modo que la definición de comunicar en el diccionario está
construida sobre la base de verbos que comunican procesos mentales.
Ahora bien. Haciendo un giro explicativo,
recurrimos a los cuadrantes imaginarios que dividen el cuerpo humano para
observar una disposición marcadamente ideológica; ciertamente, no es lo mismo
estar en el cuadrante superior izquierdo que estar en el cuadrante superior
derecho, ni lo mismo estar en el cuadrante inferior izquierdo que estar en el
derecho. Igual si consideramos lo positivo y negativo, no es lo mismo estar
arriba que estar abajo, los miembros superiores que los miembros inferiores, la
parte superior del cuerpo que las partes bajas. O sea, esta distribución que es
clásica y medieval, es por supuesto una construcción ideológica. En resumidas
cuentas, el verbo comunicar –en su acepción más común- está relacionado a la
parte superior del cuerpo y (por tanto) a procesos mentales.
Si recurrimos a las definiciones
que podemos encontrar en la red, tomadas aleatoriamente sin criterio académico
estricto y algunas afectadas por esa tendencia a desaparecer el autor, lmás o menos lo que haría cualquiera si le tocara
hacerlo, se toparía con:
“El origen
del vocablo comunicación es latino, y proviene de “
communicare” que significa compartir alguna cosa. Se entiende por
comunicación a la relación existente entre un emisor y un receptor, que se
transmiten señales a través de un código común.”
Como se ve, esta hace alusión a
la primera acepción del diccionario y es la que nos vamos a encontrar en los
libros prácticamente desde la primaria. Pero citemos otras:
“En
consecuencia, consideramos que la comunicación humana es el proceso social e
interpersonal de intercambios significativos, es la interconexión significativa
que emplea diversas posibilidades y medios para realizarse sin lograrlo...”
(Ogaz, 2013)
“Al
comunicarnos pretendemos establecer algo en común con alguien o, lo que es lo
mismo, tratamos de compartir alguna información, alguna idea o actitud”.
“Comunicación
proviene de la palabra latina
Communis,
que significa común, por tal motivo al comunicarse, se trata de establecer una
comunidad con alguien. La comunicación es un proceso de interacción social a
través de símbolos y sistemas de mensajes que se producen como parte...”
En definitiva, las definiciones
que aparecen se corresponden con los verbos que aluden a procesos mentales. No
obstante, y es por lo que esta reflexión existe, llama la atención lo
siguiente: la palabra comunicar es una palabra compuesta por tres (¡y munis por dos!).
COMUNICAR
|
CO
|
MUNI
|
CAR
|
KON
|
MEI
|
NES
|
ICARE
|
Enteramente, globalmente
|
Intercambiar
|
Lo social
|
convertir algo en”,
“hacer”,
“tender a”
|
El prefijo con- indica enteramente, globalmente, como en consolidar, constitución,
contaminación. Este prefijo se relaciona con la raíz indoeuropea *kon (junto, cerca de), que dio en griego
koinós.
Munis, que se deriva de la antigua palabra
latina munia (arcaico moenia) ‘oficios’, ‘obligaciones’,
‘tareas públicas’, pero también ‘trabajo’, ‘obra’ y ‘tareas’.
Y el sufijo verbal –icare que indica “convertir algo en”,
“hacer”, “tender a”.
Con el prejijo con, tenemos el
concepto “junto”, con el sufijo icare, el concepto “transformar” y con la raíz munis, el concepto “dar”/“trabajar”. De
donde podemos deducir que la palabra comunicar
traduce: Juntos Dar/Trabajar para Transformar.
Si revisamos la palabra munis,
etimológicamente, tenemos:
•
En antiguo latín comoine[m] significaba
‘conjuntamente’, ‘en común’.
•
Commune [neutro] significaba ‘comunidad’.
•
Communis (en latín arcaico commonis)
es palabra compuesta de com + munis que significa
‘corresponsable’, ‘cooperante’, ‘que colabora a realizar una tarea’.
•
Munis, mune significa en latín
‘servicial’, ‘cumplidor de su deber’.
•
De ahí que in-munis signifique ‘exento de
toda obligación’, ‘libre’.
•
Munis se deriva de la antigua palabra
latina munia (arcaico moenia) ‘oficios’, ‘obligaciones’, ‘tareas
públicas’.
•
Del latín muni-ceps (de munus
‘oficio, obligación, tarea’ y capere ‘tomar’) viene la palabra española municipio.
En latín municipium eran las ciudades autónomas del Lacio que tenían
frente a Roma las mismas munia, los mismos derechos y deberes, que los
ciudadanos romanos.
•
Communitas era, pues, la agrupación de
personas vinculadas entre sí por el cumplimiento de obligaciones comunes y
recíprocas.
La palabra munus viene de
la raíz *mei- ‘intercambiar’ “y el sufijo –nes, que indica una
caracterización social” (Espósito, 2003:26), en indio antiguo máyate
‘inter-cambia’, en avéstico maeni- ‘castigo’, ‘multa’, antiguo alto
alemán mein ‘falso’, de ahí la palabra alemana Mein-eid que
significa ‘perjuro’, ‘jurar en
falso’.
Atendiendo a estas definiciones, nos acercamos a nociones comunicológicas
que relacionan lo que está en la raíz del verbo comunicar: hacer comunidad. Así
lo refiere José Manuel Velasco:
En su libro “Comunidades y redes
sociales, el desplome de las pirámides” Mauricio
Tolosa desvela los orígenes etimológicos de la comunicación: hace 5.000
años los pueblos indoeuropeos fusionaron los vocablos “ko”
(vivir juntos) y “mei” (intercambio). Surgía así la
comunicación como un bien social al expresar la acción de “constituirse y ser juntos intercambiando”.
Esta raíz se aprecia también en el
estudio del filósofo italiano Roberto Esposito,
que sitúa la etimología de la palabra “comunicación” en el sustativo latino “munis”,
que hace referencia a un “deber u obligación”, a partir del cual se origina
un “communis”,
es decir, poner
en común o compartir ese deber con los demás, originar una “communitas”.
En ambos casos, comunicar es hacer
comunidad.
Desde esta perspectiva, la
comunicación tiene un componente liberador, ya que facilita al ser humano su
desarrollo, pero también otro vinculado a los deberes sociales que se derivan
del hecho de participar en una comunidad. Libertades y obligaciones que convierten a la
comunicación en la función social más relevante. Sin ella no hay pasado (memoria)
ni futuro (expectativa).
Leyendo a Roberto Espósito
entendemos que ese “hacer comunidad” no tiene el sentido de trabajar juntos en
algo que es, o pasa a ser de todos,
sino de un trabajar despojados de ser individual y como deber para con todos en
general: “Por lo tanto, communitas es el conjunto de personas a las que une, no
una «propiedad», sino justamente un deber o una deuda”. Más adelante, insiste:
“Un «deber» une a los sujetos de la comunidad” (Espósito, 28-29)
Discusión
Aún no ha quedado justificada la
relación entre los verbos de pensamiento o que refieren procesos mentales y las
partes constitutivas de la palabra comunicar, esto es: co – munis – icare. Ciertamente, todas las definiciones apuntan a
operaciones mentales y/o intelectuales, en las que se emplea la “parte superior
del cuerpo”, pero hay algo también superior que es poco atendido: las manos y,
en particular, el trabajo a ellas asociado. Y se me preguntará, ¿qué une una
cosa con las otras? Pues que en el origen (antropológico) de la comunicación es
el trabajo común (y en especial el manual o en todo caso el trabajo en el que se
pone el cuerpo) lo que pudo producir
comunidad o vida comunitaria, la cual nos salvó de padecer, puesto que en la
soledad individual es imposible la sobrevivencia tanto del espécimen como de la
especie. Ello lo pensamos porque la traducción de munis como obligación o deuda ha de presuponer un antes esencial a la comunidad que hace
que esta sea posible. Es lo que sostiene Dominique Temple: “El don está en el
principio del reconocimiento del otro. Pero
la génesis del ser social es inmediatamente la razón de una economía humana, ya
que si hay que donar para ser, para donar hay que producir” (Temple, 2003).
En efecto, si antes de la donación está el trabajo y para trabajar es preciso
hacerlo juntos y para juntarse se precisa de la comunicación, entonces hay un
pre-significado de munus (u otra
palabra ¿perdida?) que nombra la relación en/para el trabajo con el fin de
producir los bienes y servicios que sólo después serán donados –
intercambiados.
Sumo dos elementos más a la
discusión. Antonio Lafuente (2007) habla de cuatro entornos del procomún, eso
que pertenece a todos y a nadie al mismo tiempo: el Cuerpo, el Medioambiente,
La Ciudad y lo Digital. Uniendo lo anterior, Cuerpo y Medioambiente estarían
dedicados a la producción, mientras la Ciudad y lo Digital, al intercambio. Vale
decir, Cuerpo y Medioambiente harían parte de esa definición de munus vinculada al trabajo y, sólo
después de la producción, aparecería el significado de munus asociado al don y a los intercambios.
CUERPO
|
MEDIOAMBIENTE
|
CIUDAD
|
DIGITAL
|
PRODUCCIÓN
|
INTERCAMBIO
|
MUNUS
|
TRABAJO, OBRA,
EMPLEO
|
PRESENTE, REGALO
|
COMMUNIS
|
(primer momento)
NECESIDAD, DESEO,
MIEDO
|
(segundo momento)
FIESTA, CELEBRACIÓN
|
No está de más insistir que dones
e intercambios ocurren –digámoslo así- en un nivel o estadio superior de la
cultura, cuando los seres humanos han superado las condiciones más adversas de
la sobrevivencia. El intercambio o el don suponen un plus, excedentes y tiempo
(sagrado) para la fiesta o celebración.
El otro elemento es una
etimología de munus que directamente
aporta elementos para lo que vengo sosteniendo: que hay un significado de munus relacionado con “trabajo”, lo cual
daría un concepto de comunicación, que:
·
parte primordialmente del trabajo y la producción antes que del
intercambio de bienes y servicios,
·
por tanto, relaciona Cuerpo y Medioambiente antes que Ciudad y
Digital
·
y contribuye a relacionar a los seres humanos con su territorio en
función de transformar la realidad para satisfacer necesidades y deseos y
vencer juntos el miedo y la incertidumbre.
Aunque no he conseguido un trabajo que
equivalga al denso trabajo de Espósito que permita sostener sólidamente esta
etimología (lo cual si se quiere confirma que el significado de munus vinculado al trabajo sea recesivo
y haya sido desplazado para privilegiar acepciones vinculadas a los
‘intercambios’ que darían el sustento etimológico a todas las entradas del
verbo comunicar conocidas) la cita
que recupero abre una hendija para avanzar en una dirección que –sostengo-
ayudaría a despejar un concepto –de COMUNICAR- más operativo para los docentes
de comunicación social que se empeñan en un aspecto de la comunicación que los
estudios tradicionales desestiman y desmeritan, la comunicación educativa,
dedicados como están a la comunicación embutida en los intereses empresariales
de las corporaciones mediáticas.
En ese sentido, apunto una cita de
Víctor García Hoz que espero se convierta en un indicio para una indagación
mayor:
Se
debe entender bien que la comunicación educativa no se manifiesta sólo en la
emisión de un mensaje que es recibido por otra persona, sino también y sobre
todo, en la participación de uno en la vida de otro. La palabra comunicación es
la traducción latina de communicatio,
que significa el acto de comunicar o comunicarse. A su vez, la palabra latina
tiene su origen en el verbo communico,
cuya significación es hacer participante, de repartir. Por su parte, communico viene de communis, que arranca de cum
y munus, que vale tanto como
participación de algo en común. La comunicación es, por tanto recepción y
salida. Hacer lo mismo (una de las significaciones de munus es trabajo, obra, empleo) que otro (otro sentido de munus es presente, regalo). En todo
caso, comunicación es participar en la vida y los bienes de otro y, a su vez,
hacer al otro partícipe de nuestra vida y de nuestros bienes (García, 1988:195)
El aporte entonces a la discusión,
es que nos coloquemos un paso antes de la existencia de la comunidad para
entender qué la hace ser tal, y es aquí cuando pienso que es el trabajo común
movido por necesidades y deseos - forzando acaso el registro etimológico de munis- lo que está en el origen
antropológico del comunicar, el trabajar juntos para transformar la realidad en
función de la satisfacción de necesidades.
“De esta
forma –dice Marcos Lezama-
podemos
entender que el proceso de comunicación es la base para la formación de una
comunidad, y de igual forma, el elemento clave en el desarrollo y la
prosperidad de la misma. La interacción, de acuerdo con Marta Rizo y el Grupo
hacia una comunicología posible, debe ser entendida como la base de la sociedad
y por lo tanto de la cultura, ya que es por ésta que se propicia la creación,
transmisión y comprensión de los símbolos que conforman las distintas culturas
a lo largo del planeta.” (Sierra, 2013)
Lo cual, creo, puede conducirnos
directamente al maestro Simón Rodríguez (1992:65), cuando sentencia:
“Los
hombres no viven en sociedades para decirse que tienen necesidades sino para
consultarse sobre los medios de satisfacer sus deseos, porque no satisfacerlos
es padecer”.
Conclusión
Las definiciones más usuales del verbo comunicar desplazan la raíz
etimológica munis cuando traduce trabajo, obra, empleo. Hay prevalencia de las acepciones que
traducen oficios, obligaciones, tareas, las cuales al conjugarse en la palabra
comunidad, Communitas, producen la definición: agrupación de personas
vinculadas entre sí por el cumplimiento de obligaciones comunes y recíprocas.
Pero una revisión más atenta de la etimología del verbo nos acerca al
trabajo como un don (obligaciones y tareas) y también al hacer juntos, más
allá de la mera transmisión de señales. Vale decir, hallamos vínculos con el
concreto hacer y compartir y menos con operaciones abstractas en muchos casos
vaciadas de sentido que privilegian lo vectorial de la trasmisión y terminan
por de-subjetivizar y deshumanizar. La etimología nos acerca a un verbo que
está en la fundación de la vida comunitaria, cuando trabajar juntos y compartir
eran la raíz y el fruto de la vida.
Bibliografía
García Hoz, Víctor (1988) La práctica de la educación personalizada.
Ediciones Rialp, España
Rodríguez, Simón (1992) Simón Rodríguez. Ediciones La Casa de
Bello. Caracas
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