Por
Orlando Villalobos
orlandovillalobos26@gmail.com
I
La
emoción invadió a los presentes cuando Alfredo Sadel se subió a la
tarima, del camión improvisado, en la calle Ramírez, de San Félix, en
Ciudad Guayana. Esa tarde cantó la Internacional –“De pie los pobres del
mundo”-, el clásico tema que ha recorrido todos los confines. Era una
concentración de trabajadores, que reunía a la gente de Sidor, Alcasa,
Venalum y las otras plantas obreras. Allí se reunían para reclamar otras
condiciones de trabajo y vida, y para sembrar vientos huracanados de
cambio. Sadel fue uno de los cantantes más populares. Ese día de 1982 se
había comprometido con estar allí, esa tarde, y allí estuvo contra los
pronósticos pesimistas.
La Internacional es un poema
convertido en himno obrero que nació en París, de la imaginación de
Eugene Pottier, protagonista directo de lo que se conoce como la comuna
de París, en el siglo XIX. La canción tiene todas las traducciones, pero
su eco poético rebelde nunca se ha apagado.
II
La
violencia de género, el sexismo y la misoginia; la discriminación
contra la mujer es un mal arraigado en nuestra cultura. ¿Está en el ADN
cultural? Una evidencia siempre a la mano del fenómeno son los hechos de
violencia contra la mujer que registran los medios masivos.
La
música muestra ese universo simbólico común, cotidiano. Aparece tantas
veces en las canciones que cuando uno se decide a escoger una minúscula
muestra se sorprende de la frecuencia de esta huella. Aquí reúno estas
perlas (o dislates).
“No llores por un bobo/ si él te deja
sola yo te robo/ te llevo a un lugar escondido/ donde podremos estar
solos” (Bobo/ J. Balvin).
“Nena, eres a quien yo quiero/
pagaré por tu visa, haré que viajes frecuentemente/ Nena, ponerte en
cuatro, sentarme en él/ Nena, tu trasero está bien y estás en forma/ te
daré todo lo que tengo en mi billetera/ y en mi bolsillo” (Too good,
Drake y Rihanna).
“Y que los tragos, hicieron estragos en su
cabeza/ ella con cualquiera no se besa/ te dije mami, tómate un trago/ y
cuando estés borracha pa mi casa nos vamos/ Me sorprendió cuando
sacaste ese cigarro/ tomaste tanto que lo has olvidado/ te estoy
buscando para ver si lo repetimos/ esa noche que bien lo hicimos/ entre
tragos nos desvestimos/ las botellas que nos tomamos/ a la locura que
nos llevaron” (Borro cassette/ Maluma)
III
Lo
cuenta Chico Buarque en “Construcción”. Un albañil que trabajaba en la
construcción de un edificio perdió el amor, la cabeza y terminó
aplastado en plena vía. “Flotó en el aire hecho un pájaro (…) y murió a
contramano”.
La letra es un rompecabezas.
Amó aquella vez como si fuese última
(…) y atravesó la calle con su paso tímido
subió a la construcción como si fuese máquina
(…) comió su pan con queso cual si fuese un príncipe
bebió y sollozó como si fuese un náufrago
danzó y se rio como si oyese música
y tropezó en el cielo con su paso alcohólico
y flotó por el aire cual si fuese un pájaro
y terminó en el suelo como un bulto fláccido
y agonizó en el medio del paseo público
murió a contramano entorpeciendo el tránsito
IV
Es
gente hasta que consigue ingresar como policía. De allí en adelante
comienza la metamorfosis, la construcción social del policía que
avasalla y reparte palos. La banda argentina 2 Minutos, punk rock por
los cuatro costados, lo anota: “Ya no sos igual/ sos un vigilante de la
Federal”. Nada menos. Esta banda narra la historia de Carlos, un
muchacho del barrio quien una vez que consigue el empleo de policía ve a
sus vecinos y amigos como seres extraños y amenazas. “Por las noches
patrulla la ciudad molestando y levantando a los demás”, dice la
canción. Pero el tema deja una amenaza al final: “él sabe muy bien que
una bala en la noche en la calle espera por él”.
Ya no sos igual / Banda 2 minutos
Carlos se vendió al barrio de Lanus,
El barrio que lo vio crecer.
Ya no vino nunca más por el bar de Fabián
Y se olvidó de pelearse los domingos en la cancha.
Por la noche patrulla la ciudad
Molestando y levantando a los demás.
V
Es
una canción que habla de la guerra y se ha propagado de generación en
generación. Pobre Mambrú no tuvo mejor suerte, se fue a una guerra, no
sabemos cuál, ni importa. Desde temprano esa palabra se nos asoma en el
imaginario infantil, como si fuera inevitable el extravío. La canción no
nos habla de un pacifista o de alguien que busca la paz. Al contrario
se fue a una guerra y no sabemos cuándo vendrá. Qué mala es la guerra.
Adornos
más, o menos, es una canción de guerra y Mambrú es un guerrerista.
Cuenta una leyenda que la canción la echaron a rodar los franceses
cuando a principios del siglo XVIII perdieron una batalla contra los
británicos, sin embargo, pensaron que habían aniquilado a uno de sus
enemigos británicos, el duque de Marlborough, nombre que llegó a
nuestras costas como Mambrú, más fácil de pronunciar.
Es un contrasentido pero es así. Desde niños nuestro ADN cultural va conociendo la guerra.
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