Sobre la escuela y la universidad en casa


Por
Nancy Cavallaro
Docente adscrita al departamento de Lengua y Literatura
Programa Educación -UNERMB
 

 
Era un pequeño barrio, de esos que, como diría mi madre , tienen la pobreza pegada en los palos. Ahí esperábamos a unos 70 chiquitines, niñas y niños de entre 7 y 12 años. Entraban corriendo con una felicidad loca a la Base de Misiones: saludaban, gritaban, giraban, subían al tobogán, trepaban árboles y después de desbordar el lugar con gritos y carcajadas, nos miraban esperando alguna indicación. La intención era que, según sus intereses, se formasen grupos para hacer artesanía, dibujo, música, danza, teatro y pintura; para leer y jugar y conversar. ¡Cuánta ingenuidad de nuestra parte! Ellos lo necesitaban todo, querían hacerlo todo, abrazarlo todo, tocarlo todo, preguntarlo todo, escucharlo todo porque lo único que tenían esos niños era su infancia, llevada con mucha dignidad, por cierto. Yo leía y un pequeño grupo me rodeaba, unos se iban otros venían a escuchar y a ser escuchados. Un día, una niña de 11 años me dice que ella quería leerme a mí, pero solo a mí, que quería que yo me sentara con ella a escucharla, y así lo hice. Leía y me preguntaba cosas, yo trataba de responder lo que podía, lo que sabía. Ella, en su lectura del texto, me iba explicando su mundo, un mundo hostil y precario. Me contó de su barrio, de su familia, de su escuela. Necesitaba un adulto a su lado que la escuchara y que en ese acto de lectura, compartiera algo de afecto con ella.
 
Más que hablar de condiciones materiales, sanitarias y de conectividad de las que carecen muchos de los hogares venezolanos, quisiera que pensásemos en los mundos particulares que acogen dentro esos hogares. Las niñas y los niños necesitan de la atención y el cuidado adulto, de su palabra y de su oído, de su instrucción y su advertencia, eso lo sabemos, pero qué ocurre con aquellos que la compañía adulta no pasa de una atención básica y no más. Para ellas y ellos, si no hay un adulto que en casa no haga el vínculo mágico, si no hay un libro, un instrumento musical, un pincel que le haga conocer una realidad otra donde construirse, es la Escuela la que pudiese tener la única puerta de entrada; la Escuela podría ser su única gran ocasión, como diría Graciela Montes.
 
Nadie está preparado para enfrentar el miedo ante la posibilidad de contagiarse de un virus letal, ni para abandonar la cotidianidad, ni para separarse de la gente preciada, ni para normalizar una vida que nada tiene de normal. Esta pandemia nos obliga a estar dentro de la “seguridad del hogar” y cortar así la cadena de contagios. Enhorabuena, el gobierno nacional toma las medidas más extremas para proteger la salud de todo un pueblo. Difusión de la información necesaria, desinfección de espacios públicos, la encuesta de salud por el sistema Patria que ha permitido abordar los casos sospechosos oportunamente, la aplicación de pruebas diagnósticas a miles de personas, la hospitalización del 100% de los casos confirmados para evitar contagios intrafamiliares, entre otras acciones, que se ejecutan para que, más temprano que tarde, podamos flexibilizar la cuarentena social. Con respecto al tema de la educación, la gran propuesta es desarrollar los procesos de formación desde el seno de cada familia y trabajar la universidad en casa. Para eso, tampoco estamos preparados.
 
Se está haciendo un esfuerzo enorme, sobre la marcha, para poder estar en contacto con las familias, que desde hace 5 semanas, asumen el proceso de formación que le corresponde a la escuela. La televisión resulta una gran aliada para “informar sobre contenidos y proponer algunas actividades”, sin embargo, y sin hacer juicios de valor al respecto, pienso en las niñas y niños que conocí en la sala de lectura “Sentipensantes” hace tres años y en mis chiquitines de la “Sala el Gallo Pelón” y sé que para ellos no es esta la metodología indicada. Los medios de comunicación y los productores de contenidos están obligados a aportar en este sentido, pero hasta ahora, la respuesta ha dejado mucho que desear. Desde las redes digitales, la ciudadanía, colectivos e instituciones han asumido un rol activo en la producción, creación y difusión de materiales diversos que aportan a esa formación de los niños y niñas que tienen acceso a esa tecnología, pero no puedo dejar de pensar en esa frase contenida en la Constitución sobre los derechos educativos: “igualdad de condiciones y oportunidades”.
 
Se dice que este pueblo es del tamaño de las circunstancias que se le presentan, y así lo creo, lo hemos demostrado una y otra vez durante años. Es una situación interesante para pensarnos como universidad, para pensarnos como Programa y para pensarnos como formadores de educadores. La universidad en casa es un ensayo al que debemos ponerle el mayor de los cuidados para evaluar sus resultados y determinar, luego, qué universidad y qué escuela debemos construir. Pero cuidado, no todo es como aparenta verse. 
 
En un primer semestre de Educación Integral, hace unos semestres atrás, después de un proceso de reflexión sobre qué es leer, cómo aprendimos a leer y cómo la escuela enseña a leer, después de analizar nuestras propias prácticas de lectura y comprender la importancia de la cultura escrita para nuestro ámbito universitario, una chica de 18 años se levanta y dice con voz temblorosa, casi a punto del llanto: “profesora, yo no sé leer. Pensé que sabía, pero no paso de decodificar lo que veo. No sé leer”. Esta muchacha tuvo el valor de verbalizar ante todos su compañeros algo que muchos sentían, algo que ya muchos habían pensado. Nos restaban 9 semanas de clases. El tiempo apremia, el tiempo está regido por los asuntos administrativos, ni se enteran de que el aprendizaje es un proceso que amerita de TIEMPO. Un lector, para construirse requiere tiempo. Un lector, hoy, no es solo un lector del discurso escrito, es un lector de diversidad de discursos, a veces paralelos, a veces yuxtapuestos para los que se requieren habilidades y capacidades que necesitan tiempo para desarrollarse.
 
Implementar un plan para que los procesos formativos de la universidad no se detengan, que estudiantes y profesores puedan, cada quien desde su casa, desarrollar los contenidos de las unidades curriculares, supone todo un reto tomando en cuenta las carencias materiales, tecnológicas y de conectividad que unos y otros pueden tener. Se trata de un proceso que requiere alto grado de planificación y organización, que tome en cuenta el contexto sociohistórico que estamos viviendo y en el que debemos estar conscientes de que las tecnologías digitales pueden ser un triste espejismo. La red virtual se plantea como una forma de democratización de acceso al conocimiento, a la información y a la comunicación sostenida en la idea de que todos podemos participar en igualdad de condiciones. No obstante, para que esto no sea mero espejismo, se requiere, no solo recursos materiales, sino ciertos saberes y prácticas sobre los lenguajes y soportes particulares. Saber leer, más allá de la decodificación, es fundamental.
Estamos obligados a hacer una universidad para todos, no para las mayorías, sino para todos, así que el tamaño de la responsabilidad que tenemos es grande.
Una vez más, estamos ante un hecho histórico que podría cambiar nuestra forma de hacer y pensar. Mientras escribo estas palabras desde lo que siento y lo que sé, me ronda la incertidumbre y pienso en el eco sordo que resonará en mi alacena en pocos días, en la hora en que no habrá servicio eléctrico y en el momento que pueda tener acceso a internet para compartirles esto, en la decisión que tomé de hacer el doctorado en el momento menos oportuno, en lo complejo que es hacer de maestra de una niña de cinco años que no entiende por qué no puede salir a jugar o ver a sus compañeritos y que tengo que idear, día a día, qué hacer con ella. Nos estamos inventando, sin duda, solo les pido que piensen en los más vulnerables y que, después que todo esto pase, luego de los abrazos que nos merecemos, reflexionemos al respecto en debate amplio y abierto.
 
Con afecto y respeto:
Nancy Cavallaro
Docente adscrita al departamento de Lengua y Literatura
Programa Educación
 
(Tomado del facebook)

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