El texto «En defensa del sionismo»
de este «profesor» es simple y llanamente propaganda sionista. Está plagado de
inconsecuencias y tergiversaciones tremendas y tremendistas. Está hecho, sin
duda, para provocar; y sí, provoca asco. Pero me detendré a hacer unas
consideraciones porque de pronto puede resultar importante calibrar por dónde
avanza el sionismo aquí, en los predios de la decadente «intelectualidad»
universitaria local.
Comienza el profesor insinuando
para no perder la costumbre que el antisionismo fue sembrado por Chávez, pero
esto no es ni grave ni extraño, tampoco que confunda antisionismo con
antisemitismo. Esto en verdad es típico de la más ramplona propaganda sionista.
Él, que se esmera en pretender explicar qué es el sionismo arranca pues, con
este «error» clásico. Desde aquí, expresar rechazo al sionismo es para los
«intelectuales», políticos y periodistas de derecha, rechazar a los judíos, no
obstante siendo el sionismo un proyecto «político» (si cabe la expresión) y el
ser judío una profesión de fe, es decir, una religión –como cualquier otra,
además-. De donde se deduce que se puede ser sionista y no ser judío, como de
hecho se puede ser judío y no ser sionista. La judeidad no es entonces una «nacionalidad»,
en efecto, se puede ser judío y no responder necesariamente a una nacionalidad
específica. Finalmente, «confundir» judeidad con nacionalidad «judía» no es más
que un barbarismo.
Cuando se habla de pueblo
católico, por ejemplo, se trata nada más y nada menos que de una metáfora, una
manera simbólica de hacer referencia a un credo común que trasciende las
fronteras o los territorios. No pasa así para la propaganda sionista, que
confunde la adscripción a una fe (que no puede ser sino voluntaria, pues
estrictamente no se nace judío o
católico) con una nacionalidad, con la que en efecto, sí se nace, al menos
desde que las naciones existen.
El profesor comenta líneas
más abajo que la ONU afirmó que el sionismo era racista; pero esta resolución
no es la más importante. Hay una anterior que el profesor no menciona y que es
crucial para entender esto de lo cual intenta hablar: me refiero a la
resolución 181 de la ONU de noviembre de 1947 que parte a Palestina en dos (en
dos partes además, que el sionismo se encargará que no sean jamás iguales): una
dispuesta a devorar a la otra como ha venido ocurriendo pese a todas las
resoluciones que se lo prohíben y que Israel se pasa por el forro: el Estado
judío (expresión dicho sea de paso incursa en fundamentalismo religioso) y del
otro lado, Palestina.
Mas lo que menos dice el
profesor es que tal partición se practicó sobre un protectorado británico –que
existió desde la Primera Guerra Mundial y que el Imperio en decadencia de
entonces, cedió a las nuevas realidades geopolíticas surgidas a partir de la
2da. Guerra Mundial. En otras palabras, el naciente y voraz «Estado Judío»
responderá a los dictados (aunque de eso no estoy muy seguro, es decir, no sé
quién responde a quién…) de la potencia que desde entonces rutilará en el cielo
de las relaciones internacionales, hasta el sol declinante de hoy. Ese «Estado»
sólo se explica como «cuña» británica primero, estadounidense después, entre
los países de África y Asia. Ya lo dijo Golda Meyerson en el temprano 24 de
agosto de 1921: «No es a los árabes a quienes los ingleses van a elegir para
colonizar Palestina, sino a nosotros». Para un estudioso de este largo
conflicto como el profesor de marras afirma, sobrarían las precisiones.
Intenta el profesor aclarar
además el concepto de sionismo y recurre a esta especie: «El sionismo es, sencillamente, la creencia
de que los judíos tienen derecho a un Estado, el Estado de Israel». Insistimos
en la barbaridad de hablar de un Estado Judío, que es tan absurdo como hablar
de un Estado Musulmán o un Estado Católico. Pero ya sabemos que la «confusión» genera
réditos porque no es lo mismo la guerra en el terreno político que la planteada
en el marco de relaciones de poder signadas por la religión. Es lo que ha hecho
EEUU por ejemplo, cuando ha «confundido» y resemantizado la expresión
terrorismo-musulmán.
Que un pueblo que mayoritariamente profesa una
determinada religión desee poseer un territorio para expresar plenamente su
cultura es un sentimiento digno, que lo digan los kurdos si no, y seguro
intentará por diversas vías este objetivo; pero otra cosa es emplear la bandera
de la religión como mampara de otros intereses más terrenales –y en el caso que
nos ocupa geopolíticos- para ocupar un territorio con la intención expresa de
desplazar a sus naturales y acusarlos de enemigos cuando se defienden ante el
atropello político, social, cultural y económico.
El sionismo fue expresión neta del capitalismo en
«guerra» de posiciones contra el emergente socialismo europeo, y su expresión y
expansión en la ocupación territorial de Palestina pudo cumplirse tras operaciones
mercantiles específicas, en especial por la compra de tierra a absentitas
árabes por parte de banqueros –crema y nata mundial de grandes capitalistas
unidos en su profesión de fe judía - de la firma Rothschild. Dichas operaciones
pueden rastrearse desde la creación del Banco Colonial Judío en la década de
los 20 que daría nacimiento al Banco Nacional de Israel.
Si antes fue respuesta al socialismo hoy es la respuesta
beligerante a la laicización del Medio Oriente. Al sionismo le encantan las
testas coronadas y la sharia
musulmán. Le sirve a sus intereses Al Qaeda y todos los extremismos a sueldo de
los intereses norteamericanos, intereses ya se sabe, energéticos
fundamentalmente. El Estado Sionista odia la democracia y en especial si ocurre
en países de supremacía musulmana, como cualquier signo de Estado laico en la
región. Por eso apoyó la destrucción de Irak, de Libia y hoy se frota las manos
ante el asedio en Siria. Por eso también, desprecia a Irán.
El profesor no alude ni de cerca nada de esto y en cambio
se deshace en comentarios apologéticos sobre un Estado fruto de la imposición
de banqueros e intereses geoestratégicos hartamente confesos, imposición
pretendidamente política, pero bañada en sangre (…¿Pero pensándolo bien, qué
Estado no nació así?
Casi vomito por cierto, cuando dice: «…los países árabes
no aceptaron la partición de Palestina y la creación del Estado de Israel, e
inmediatamente atacaron a la naciente nación. En esa guerra, la de 1948, hubo
enormes oleadas de árabes que salieron de Israel, un evento trágico que los
árabes llaman nakba. No
está claro cómo ocurrió esto. En medio de las hostilidades, algunas
guarniciones militares israelíes expulsaron a los árabes por vía forzosa.»
Ninguna razón salvo el botín de guerra vía protectorado y
después los intereses geopolíticos, podían justificar la partición de
Palestina; sin embargo, este profesor criminaliza la defensa de sus tierras por
parte de los árabes, tierras además milenariamente compartidas como lo
demuestra extensamente la historia y que en la propia Jerusalén, coexistieran
iglesias y religiones, como sucedía por cierto en ese otro ombligo del mundo
que era (es) Alejandría.
Por cierto, para poner la noción en contexto no creo que
exista algo más antisemita que la noción Occidental (racista por demás y blanca
para más señas) de Estado, ese producto europeo por antonomasia. Claro que el
sionismo se desvive por dicha noción porque precisamente son capitales de
(practicantes, profesantes de la fe o encubiertos que emplean la parafernalia y
el si se quiere el estigma de) judíos europeos los que «fundaron» ese «Estado»,
y nada más práctico y consecuente que proteger los capitales con un Estado a la
medida (y de paso, un poderoso ejército co-extensión del ejército del Imperio
aliado). En eso pues, el profesor tiene razón: el sionismo quiere un Estado.
Pero que un pueblo no necesita el estatuto de Estado lo
tenemos precisamente en el pueblo de Palestina que sólo ahora, demasiado
recientemente, ha empezado a ganar escaños en ese reconocimiento.
El Estado de Israel en definitiva, no es sólo artificial
sino anti-histórico (en verdad es una excrecencia, una pieza de laboratorio y,
si se me permite la imagen, un gólem
geopolítico…), y salvo que la irracionalidad más absoluta se imponga, algún día
dejará de existir y Palestina será nuevamente árabe y hondamente semita. No
obstante, esa alborada está bastante lejos, sobre todo porque el sionismo ha
sembrado el lugar de miles de ojivas nucleares que las Agencias Internacionales
de la Energía se encargan respetuosamente de no mirar, no señalar, no mencionar
jamás. Lo que ha incrementado la criminal volatilidad de la zona y, si el mundo
no ha sido reducido a cenizas ha sido por la prudencia, serenidad y
responsabilidad de Irán, y hoy de Rusia, que han tenido que jugar para decirlo
sencillamente, con locos.
No sé si no sea un crimen ser sionista (¿cómo calificar al
cómplice de un criminal?), pero el sionismo ha cometido largos y cruentos
crímenes y hoy por hoy mantiene sitiada a una heroica población en la cárcel a
cielo abierto más grande del mundo, Gaza, propiamente un gueto, sin acceso al
mar, bloqueada y asediada, y por si no fuera poco, no tiene escrúpulo en
esgrimir ridículos argumentos como que se defiende de niños que tiran piedras (condenándolos
a cadena perpetua) y de morteros de fabricación casera, además de levantar un
asqueroso muro que indigna a la humanidad toda y establece controles y alcabalas
humillantes, destruye cotidianamente casas y cercena todas las posibles formas
de vida palestina.
Yo, sinceramente, me cuidaría de profesores que defienden
algo así.
(Actualización, 13 de octubre de 2023)
"Soy un superviviente del Holocausto, era un bebé. Mis abuelos fueron asesinados en Auschwitz y la mayor parte de mi familia fue asesinada. Me convertí en sionista debido a ese sueño del pueblo judío resucitado en su patria histórica, en reemplazar la alambrada de Auschwitz por las fronteras de un estado judío con un ejército poderoso. Luego descubrí que no era exactamente así, que para hacer realidad este sueño judío teníamos que imponer una pesadilla en la población local.
No hay manera de que se hubiera podido crear un Estado judío sin oprimir y expulsar a la población local. Los historiadores judíos israelíes han demostrado sin lugar a dudas que la expulsión de los palestinos fue persistente, generalizada, cruel, asesina y con intención deliberada: eso es lo que se llama la 'Nakba' en árabe; el "desastre" o la "catástrofe". Hay una ley que dice que no se puede negar el Holocausto, pero en Israel no se permite mencionar la Nakba, aunque sea la base misma de la fundación de Israel.
Visité los Territorios Ocupados (Cisjordania) durante la primera intifada. Lloré todos los días durante dos semanas por lo que vi; la brutalidad de la ocupación, el acoso mezquino, su carácter asesino, la tala de los olivares palestinos, la negación de los derechos de agua, las humillaciones... y esto continuó, y ahora es mucho peor que entonces.
Es la operación de limpieza étnica más larga de los siglos XX y XXI. Podría aterrizar en Tel Aviv mañana y exigir la ciudadanía, pero mi amigo palestino en Vancouver, que nació en Jerusalén, ¡ni siquiera puede visitarme!
Entonces tienes a esta gente miserable apiñada en esta horrible... la gente la llama una 'prisión al aire libre', que es lo que es. No es necesario apoyar las políticas de Hamás para defender los derechos de los palestinos, eso es una completa falsedad. Piensas que lo peor que puedes decir sobre Hamás, multiplícalo mil veces, y aun así no se enfrentará a la represión, los asesinatos y el despojo que los israelíes infligen sobre los palestinos.
La frase: ‘Cualquiera que critique a Israel es un antisemita’, es simplemente un intento atroz de intimidar a los buenas personas no judías que están dispuestas a defender lo que es verdad".
Dr. Gabor Maté.
Tomado de https://twitter.com/HelenaVillarRT/status/1712813536320037353
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