Sociedad Homo et
Natura
La
división internacional del trabajo que nos imponen empresas y gobiernos de
Estados Unidos y Canadá, Europa o China nos transforma en una isla
interconectada a sus intereses geopolíticos de tratados de libre comercios o de
la “ruta de la seda” presentada
en la Conferencia Económica el 28 marzo de 2015 que consolidará a Eurasia como
una sola economía en donde el planeta será su fábrica y Latinoamérica su
estación de servicios de combustibles fósiles.
La República
Bolivariana de Venezuela es un país rico en combustibles fósiles, si se llegase
a extraer, construir la infraestructura necesaria y transportar todas estas
reservas de combustibles quedaremos sin ríos, bosques y atmósfera limpia. No
tendremos agua ni tierras donde sembrar y vivir, ni mucho menos espacio para
pescar; elementos estos necesarios para la vida humana (diversidad cultural) y
animal (biodiversidad) y la riqueza esperada para el país, pues son la
agricultura, la ganadería y la pesca, como la
transformación de sus productos artesanalmente, o a través de la pequeña
y mediana industria los dadores de sociedad, empleos y familia.
Como en la década de
los 20 y 30, siguen hoy en Venezuela los hombres y mujeres de los pueblos
indígenas y comunidades rurales del oriente del país, así como de los estados
Falcón y Zulia abandonando el campo para irse a la extracción, a construir
infraestructuras o mano de obra en alguna fases del proceso para la
transformación de los combustibles fósiles.
Debemos dar un salto
cualitativo para paliar la situación, para frenar la destrucción de nuestros
suelos, la contaminación de las aguas, el exterminio de los bosques, de los
pueblos indígenas, de la biodiversidad, y frenar el éxodo del campo a las
ciudades petroleras y mineras. Debemos encaminarnos al uso de las energías
limpias, a la agroecología. Comencemos con impulsar en todas sus etapas los
parques eólicos de la Guajira y Paraguaná, desarrollar las propuestas de
energía solar que existen en algunos centros de investigación como el IVIC, o
el INZI en el Zulia. Repensemos la explotación del petróleo pesado de la Faja
del Orinoco y el llamado Arco Minero en el oriente del país. Cuántos pozos
necesitamos explotar para vivir con dignidad. Superpongamos el uso del gas al
del carbón.
En
el Zulia el “Ecosocialismo” lo determinan los chinos y carboneros
Esta depredadora y cruel
realidad la quieren ocultar los hombres que hoy administran el Estado y
usufructúan el poder con las palabras “Ecosocialismo” y “Desarrollo”, o “País
Potencia”, o con la frase “quinto objetivo histórico del Plan de la Patria”.
Los hechos, la realidad la ocultan con la ideología y la propaganda diaria y
repetida. Estos operadores de la política y la tecnocracia en el Estado
Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, como en todos sus homólogos
que están en los estados nacionales de América Latina, han superpuesto sobre
los pueblos y la naturaleza el extractivismo como el motor del desarrollo
socioeconómico y la modernización de cada uno de sus países, y desde allí
vienen sus planes nacionales de desarrollo y las alianzas regionales llámense
Mercosur, Alba, IIRSA, Plan Meso Americano, Alianza del Pacífico, entre otras
maneras de integrarse entre sí y con Asia, Europa y Norte América. No entran en
la “Ruta de la Seda” pero son sus auxiliares en suministrar energías fósiles y
en acortar sus rutas de transporte.
Esta política para
integrarse desde el extractivismo y el traslado y uso de combustibles fósiles,
y el mal uso y acaparamiento de la tierra generan casi todos los conflictos que
se viven hoy por conquistar el buen vivir y la defensa de la tierra y la
naturaleza en América Latina. Estos conflictos están presentes en poblados
campesinos e indígenas, o en áreas de bosques, ríos, montañas o lagos. Estas
movilizaciones populares para enfrentar los planes extractivistas del capital
mundial y del uso de la tierra son reprimidas o neutralizadas por los aparatos
estatales mediáticos, jurídicos y militares de los mismos gobiernos de la
región, ya que son defensores no de los pueblos y la naturaleza sino más bien
de los capitales de las empresas multinacionales europeas como Ancore,
norteamericanas como Chevron Texaco, o asiáticas chinas como CNPC, CNOOC, Sinopec,
Sinohydro, entre otras.
Del
país potencia se desprende el Decreto 1.606
Esto nos lleva a
entender que nuestros países son la despensa de los combustibles fósiles de los
empresarios dueños del mundo, sean norteamericanos, europeos, mexicanos,
chinos, o rusos, o los que hacen de nuestros territorios “soberanos” sus campos
para sus inversiones de capitales, sus semillas transgénicas y agroquímicos. De
tal suerte que esta división internacional del trabajo que nos imponen empresas
y gobiernos de Estados Unidos y Canadá, Europa o China nos transforma en una
isla interconectada a sus intereses geopolíticos de tratados de libre comercios
o de la “ruta de la seda” presentada en la Conferencia
Económica el 28 marzo de 2015 que consolidará a Eurasia como una sola economía
en donde el planeta será su fábrica y Latinoamérica su estación de servicios de
combustibles fósiles.
Nuestros números a
presentar como “país potencia” son en gas de oriente y Falcón (197.089.211
MMPCN), en la Faja Petrolífera del Orinoco (299.900 millones de barriles) y en
el carbón del Zulia (693 MMTM). De esta realidad se desprende el Decreto 1.606
de 10 de febrero de 2015 o el debilitamiento del Ministerio del Ambiente, así
como la exclusión y criminalización de algunas organizaciones y dirigentes
sociales por la defensa activa y militante del ambiente y los derechos humanos
de los pueblos indígenas.
Este Decreto 1.606
aprobado y firmado por el Presidente Maduro fortalece el impulso del negocio
del carbón, creando además de la minas de carbón 24.932 hectáreas en zona
montañosa, de aguas y poblados Wayuu, la apertura de una vía ferroviaria para
transportar el mineral de la Sierra de
Perijá hasta el poblado Pararú a las orillas del Mar Caribe y una planta
carboeléctrica en la Mina Paso Diablo, sustituidora del Parque Eólico de la
Guajira. Este decreto fortalece el cambio climático y el calentamiento de la
tierra y debilita la política para el uso de las energías limpias.
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