Lógica de la violencia



Suena un poco retorcido, pero es de una lógica conmovedora. Fíjense en la formulación de estas tres premisas que a su vez dibujan una cuarta y definitiva: 1. La violencia indiscriminada está dirigida a derrocar al gobierno, en el sentido de minar su institucionalidad, de hacer ingobernable al país, generando caos y locura. 2. ¿Cuándo acabará la violencia? A lo que se responde con 3. Cuando el gobierno salga se acabará la violencia. A esta conclusión se llega bien de manera consciente, bien de manera inconsciente. Pero, la conclusión definitiva es la 4. Si voto a favor de los que generan la violencia la violencia cesará. 


A eso me refería con que era una conclusión retorcida, sólo que lógica. Es lo que de alguna manera se va asentando en la mente de los venezolanos y venezolanas sometidos a una guerra de múltiples dimensiones. Por eso, cuando Maduro llama a Constituyente ciertamente llama a elecciones, acaso a las elecciones más generales que existan, sólo que no ocurrirán en el marco de las que el capitalismo y los poderes hegemónicos consienten, aúpan y desean, ideales para instalar su marketing, sus medios, su farándula y mentiras. Son elecciones, sólo que populares, donde se abre un espacio para formas de diálogo que distienden, alejan las zonas de beligerancia, de conflicto ramplón y rastrero y elevan a la nación toda a un diálogo político anti-mercado.
De ahí que los “chavistas indignados”, ultra defensores acérrimos del Legado, al igual que los escuálidos, no soporten la idea de que la convocatoria a Constituyente no pase por un referéndum el cual mantendría en el marco de las elecciones burgueso-mediáticas la posibilidad de ir o no al diálogo constituyente. Por cierto, que este mismo debate haya existido en los Cuadernos de Debate de los artículos 348 y 349 de la actual Constitución, no hace sino demostrar que la derecha es la misma y que hará siempre lo que sea para mantener las elecciones bajo el control de los medios y de sus medios.

No obstante, el pueblo ganó esta vez y la convocatoria va sin alcabala. Aunque..., ya vendrá… 

En efecto, al culminar los debates el proyecto de Constitución será sometido a Referendum, o sea, retornará al ámbito mediático (caldo de cultivo de los fraudes propios de la dictadura de los medios que infestan la opinión pública) con la sola ventaja de que habremos ganado tiempo al instalar en las conciencias (es lo que los chavistas y comunicadores debemos hacer) la necesidad y oportunidad de un cambio político -en nuestro caso, profundización del proceso- que nos permita salir del atolladero (de esta arremetida de la derecha nacional e internacional) en el marco pleno y vigoroso de la Revolución. Listos para acometer el reto histórico de trascender el modelo económico heredado, la economía rentista y parasitaria.

Tenemos que ir a elecciones para votar -contra los medios- SÍ a la constitución renovada y, ese triunfo, acaso impulse un escenario favorable en las regionales de diciembre.

Mientras podamos, sería irresponsable permitir que la derecha tome el control del clima electoral, su acendrado sentido anti-Patria ha quedado al desnudo cuando su triunfo en la Asamblea Nacional significó la destrucción de una institución vital. Pero, increíblemente más asquerosa y peligrosa ha sido la reciente conversión a cómplice del terrorismo de la Fiscal Luis Ortega Díaz. La impunidad que desde el 2014 hasta la fecha se viene abalanzando sobre la sociedad venezolana llegó a su máximo de tolerancia y puso al país al borde de un enfrentamiento fratricida. 

La Constituyente, ciertamente, es un freno poderoso a la violencia. Por eso la Fiscal se opone con todo lo que tiene, pero en su desmadre cometió errores garrafales –mentiras torpes y flagrantes- que, por lo que veo, mucho la debilitaron.

El camino se despeja y quedan poco más de 40 días para el 30 de julio. Nos toca pues, avanzar con cautela, serenidad, paciencia, firmeza, llevando a cabo un desmantelamiento inteligente de los dispositivos de la violencia esparcidos en áreas sensibles de la sociedad. 

Hoy más que nunca nuestra victoria es la paz.




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