Qué hago con los desperdicios de la cocina...

Digamos que desde hace diez años entierro en la jardinera los restos orgánicos. Como pueden ver, el espacio es mínimo, pero la velocidad de la descomposición es increíble.



Naturalmente, voy rotando los hoyos y aunque no lo llevo sistemáticamente acaso me tarde en volver al primero de la serie unas dos semanas.

Aproximadamente un día sí un día no saco de la cocina dos envases y de pronto algo más con conchas, ramas y semillas. Algunas germinan; cierta vez nacieron y crecieron enormes lechosas. Otra vez, ajíes, mangos, aguacates. La mayoría no crece por varias razones. Supongo que por el salitre y porque están demasiada expuestas a la, digámoslo así, curiosidad de la gente.

De todos modos, se trata de una jardinera más bien común al edificio y no están dadas las condiciones para sembrar como tal.

Por otro lado, aunque lo he intentado no he logrado una composta saludable.
Lo que hago, sencillamente, es enterrar los desechos orgánicos para no llevarlos hasta la "basura", donde se descomponen y crían malos olores y moscas.


Las bolsas que finalmente llevo no huelen ni pesan, pues sólo contienen plástico, cartón y a veces, vidrio o latas.










No es la solución, pero si todos lo hiciéramos, el 80% del problema que genera la basura desaparecería convertido en energía saludable, en verdor y conciencia.

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