Orlando Villalobos
El encumbramiento de un capitán ultraderechista como presidente de Brasil es la crónica de una muerta anunciada. Los pueblos también tienen su mala hora. Pero no hay que sacar conclusiones apresuradas. No es el fin, es el principio; puede ser el comienzo de otro movimiento emancipador. El dato está a la vista. El pueblo brasileño está dividido. Más del 42 por ciento pugna por el cambio social. Este porcentaje tiende a subir. A pesar de la avalancha en contra, ya se ha visto una capacidad para luchar, resistir y no decir amén. Las enseñanzas de Paulo Freire, Oscar Niemeyer, el liderazgo de Lula desde la cárcel, la irreverencia de los artistas populares, como Caetano Veloso, Daniela Mercury y Gilberto Gil, el empuje de los Sin Tierra y los Sin Techo, la puta calle de la literatura de Jorge Amado, todo eso está clavado en la memoria.
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