Tuve la suerte, convocado por la Dirección de Asuntos Universitarios de la Alcaldía Bolivariana de Maracaibo, y por la compañera de la UBV y directora de la institución Erika Casanova, de ser jurado en un concurso de cuentos en los que participó la población de becados del plan Ana María Campos. Corrían los primeros días de una larga y sorpresiva cuarentena producto de la pandemia desatada por el COVID-19. Muchos cuentos se recibieron pero sin duda este que publicamos en la Editorial descuella por muchos motivos. Obvio que recibió el primer premio por su calidad literaria, por la manera casi sobrenatural de sumar el universo difícil y complejo de estos días que vivimos en un microuniverso tamizado por la mirada -y desde la mirada- de una niña. En ese cuento, según mi criterio, caben todos los días, el miedo, la angustia, la incertidumbre, la amistad y la esperanza. Les pedí a los organizadores del concurso me permitieran publicarlo en la editorial y activé un novedoso recurso, una ilustradora: Ambellyi Moreno. El azar concurrente nos asista siempre y en momentos de oscuridad, nos ilumine con su sabiduría y rumor encantado. Disfruten este maravilloso relato escrito al ras de estos días convulsos.
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