LA OEA EN LA SIERRA DE PERIJÁ EN LA DÉCADA DE 1970


Por 
Andrés Parra – Sociólogo
Frente Fronterizo por la Paz

El pasado miércoles 26 de abril, la canciller Delcy Rodríguez informó a la opinión pública la decisión de Venezuela de iniciar trámites para retirarse de la Organización de Estados Americanos OEA. En un contexto
donde esta organización multilateral funge como instrumento para desestabilizar el proceso bolivariano y propiciar una intervención extranjera, se hace necesario hacer una revisión sobre cuál ha sido el papel de la OEA en Venezuela en casi 70 años de historia y desentrañar los alcances y consecuencias de su rol en nuestro país.

Seguramente en los próximos días se den a conocer las evaluaciones y valoraciones sobre el rol que ha tenido la OEA en el devenir de la historia política en Venezuela. Para aportar en ese análisis integral, en este escrito se aportan algunas reflexiones sobre un episodio en particular en el que la OEA, a través de su Departamento de Desarrollo Regional, realizó una intervención en el estado Zulia durante 3 años elaborando una serie de estudios que se convirtieron en la hoja de ruta para el “desarrollo de la región”, que se traduce en asumir la Sierra de Perijá como una gran beta de carbón para su explotación y
propiciar todo el desastre ambiental y social.

Comenzando la década de 1970, el estado venezolano administrado por las elites políticas del AD y COPEI introdujo la planificación económica y del espacio geográfico a partir de las recomendaciones de organismos multilaterales como la CEPAL. En el Zulia, siendo gobernador el copeyano Hilarión Cardozo, le dio entrada al Departamento de Desarrollo Regional de la OEA para que junto al Consejo Zuliano de Panificación CONZUPLAN y la recién creada Corpozulia, estudiaran y evaluaran los recursos naturales en el Zulia, y se  incluyeran sus conclusiones en el II Plan de Desarrollo Regional, y a su vez diseñar proyectos de inversión extranjera en territorio zuliano.
En las conclusiones y recomendaciones de este estudio se menciona reiteradamente a la Sierra de Perijá como  “una gran reserva de recursos mineros” (…) “un territorio con buenas perspectivas en recursos mineros” a la vez que se formulan recomendaciones para hacer un “levantamiento minero en toda la sierra e iniciar la explotación de carbón en la cuenca del Guasare” (entre los ríos Guasare y Cachiri). Incluso este informe  se menciona que “el carbón era el llamado a ser la solución a la crisis energética” que se vivía en la década de 1970 a nivel mundial.

A partir de este informe de la OEA, se empezaron a solicitar varias concesiones para la explotación del carbón en varios sectores de la sierra y su pie de monte (Tucuco, Aricuaisá, Riecito Palmar, ríos Lora y Oro, y Casigua).La explotación de la cuenca carbonífera del Guasare se inició en 1987 con la participación de capitales extranjeros, siendo una de las primeras de todo el territorio zuliano y la más grande en el territorio nacional en la década de 1990, incluyendo las minas Norte, Paso Diablo y el deposito del Socuy.

Las repercusiones de la explotación de carbón en el Guasare y pie de monte de la Sierra son ampliamente conocidas. Actualmente, y luego de varias décadas de explotación minera, las comunidades de Manuelote, alto y bajo Guasare, cantan los  gallos, entre otras que  están ubicadas en la cuenca carbonífera, carecen de un acueducto  y agua potable  para una vida digna. Esto en medio de procesos crecientes de deforestación y desertificación que  avanzan hacia las partes altas de la Sierra poniendo en riesgo las cuencas hídricas que nutren los embalses de tule y Manuelote. El  negativo impacto ambiental, productivo y social que ha generado la extracción de carbón en el Guasare es superior a los ingresos y rendimiento económicos que puedan dejar.

La explotación minera del carbón y el desastre socioambiental que ello genera en territorios de vida como la Sierra de Perijá hace parte de esa herencia que la OEA ha dejado en el estado Zulia. También hay que señalar la responsabilidad de sectores económicos y políticos de la región que desde hace décadas se benefician de la actividad minera  y la inversión extranjera en detrimento del desarrollo social y económico de la región zuliana.

Es por esto que el eventual retiro de Venezuela de la OEA no significa únicamente responder y contener las intenciones foráneas de aplicar la carta democrática para intervenir al país y desestabilizar el proceso bolivariano. El retiro de la OEA debe significar también acabar la injerencia extranjera de corte neoliberal en la definición de planes de vida y de desarrollo económico y social en nuestros territorios, como en la Sierra y en la frontera. El retiro de la OEA es un asunto de soberanía nacional y debe marcar la definición de rutas de
desarrollo desde otras perspectivas alternativas al neoliberalismo y al extractivismo, y en  el  que se incluyan a las comunidades como el principal protagonista del desarrollo integral.

Publicar un comentario

0 Comentarios