http://www.rebelion.org/noticia.php?id=232714
Aram Aharonian / Rebelión
Quizá el discurso promocional,
que buscaba vender a la inteligencia artificial como respuesta a buena parte de
los problemas de la humanidad, no logró aún imponerse en todos los ámbitos,
pero comenzó a causar inquietud y alarma entre las empresas de información y
comunicación del Norte.
Un reporte presentado en la
reunión anual de la Asociación de Noticias On Line, indica que las empresas
periodísticas -que en las últimas décadas tuvieron que luchar por lectores que
se desplazaron a los dispositivos móviles y en línea- pronto tendrán que
adaptarse a la inteligencia artificial, la realidad aumentada y encontrar
formas de conectarse más allá de los teléfonos inteligentes o pantallas
móviles.
"Desde ciertos sectores del
periodismo a las herramientas del Big Data o inteligencia artificial se las
suele ver como amenazas. Pero creo que tiene que existir una integración y
crear alternativas para que nadie se quede afuera y exista una convivencia de
profesionales", resaltó Marisa Beltrán, investigadora argentina.
Los medios comerciales tradicionales, hoy en crisis, están incorporando
la inteligencia artificial a las rutinas de diversos departamentos: mercadeo,
publicidad, redacción, infografía.
Sus directivos han pensado que si los gigantes tecnológicos han apostado por
esta tendencia con convicción y fuertes inversiones, también ellos deberían
intentarlo.
Sin lugar a dudas, la expansión
de la llamada “inteligencia artificial” (IA) significará transformaciones
significativas en la economía, el trabajo, la convivencia social. ¿Hablamos de
futuro? Porque ya se lo usa para optimizar inversiones particulares en la bolsa
o para ordenar el –casi siempre- caótico tráfico, en tiempo real.
La IA implica básicamente la capacidad informática de absorber una
enorme cantidad de datos para procesarlos –mediante algoritmos– con el fin de
tomar decisiones en función de una meta específica, con una rapidez y en
volúmenes que superan ampliamente la capacidad humana. Hoy las únicas entidades con capacidad de realizar
la inversión y manejar las cantidades de datos requeridas para optimizar los
sistemas, son grandes corporaciones transnacionales, principalmente
estadounidenses, aunque también chinas y, en menor medida, de otros países.
La interfaz de voz será uno de
los mayores desafíos para los medios, dice el estudio realizado por Amy Webb,
de la facultad de Administración de Empresas de la Universidad de Nueva York y
fundadora del Instituto Future Today, que considera que la mitad de las
interacciones de los usuarios con sus computadoras en 2023 será a través de sus
voces.
“Una vez que estemos hablando de
noticias con nuestras máquinas, ¿A qué se parecerá el modelo de negocios del
periodismo?", se pregunta el informe. Webb denunció, asimismo, que las
empresas periodísticas ni el periodismo en sí mismo, están participando
activamente en la construcción del ecosistema de inteligencia artificial, y
ésta supone hoy una amenaza existencial al futuro de las empresas
periodísticas.
Uno de los grandes problemas que
afrontan las empresas periodísticas es que las nuevas tecnologías que tendrán
un impacto sobre el futuro de las noticias escapan a su
control,
y están en manos de muy pocas compañías tecnológicas como Google, Amazon,
Tencent, Baidu, IBM, Facebook, Apple y Microsoft, según Webb.
Las empresas de noticias están
cediendo este futuro ecosistema a corporaciones externas: por ende, perderán la
capacidad de proveer cualquier cosa que no sea contenidos. Las empresas
noticiosas –cada una por su lado- son consumidores, no desarrolladores significativos.
Los riesgos de este modelo concentrador de las tecnologías digitales
van mucho más allá de lo que ahora conocemos como Internet. En diversos
sectores de la economía y la gestión político-social, se están produciendo
cambios internos facilitados por la agregación y el análisis de datos (lo que
se conoce como big data). Son solo las grandes entidades (empresas
transnacionales, gobiernos poderosos) que tienen la capacidad de almacenar y
procesar tal cantidad de datos y de transformarlos en algoritmos, que son la
base de la inteligencia artificial.
Nuestros datos se han convertido
en el principal insumo de la nueva economía digital, dado que Internet se ha
convertido en el sistema nervioso central de la economía global, así como del
conocimiento, la información, la política y la vida sociocultural de la
humanidad, lo que significará, de no producirse cambios en la gobernanza de la
red de redes, en nuevas dependencias de nuestros países, señala al experta
Sally Burch.
Hoy el control emerge de la conjunción
de medio, transporte y contenido. Los que controlan los sistemas de difusión,
cada vez más inalámbricos, satelitales, eligen, producen y disponen cuáles
serán los contenidos. El Big Data permite a la información interpretarse a sí
misma y adelantarse a nuestras intenciones, y preocupa lo fácil que está siendo
convertir la democracia en una dictadura de la información, haciendo de cada
ciudadano una burbuja distinta.
Los expertos esperan que una
cantidad crítica de tecnologías emergentes aparezca el año próximo, encontrando
usos avanzados más allá de los ensayos iniciales. El estudio identifica 75
tendencias tecnológicas que podrán tener un impacto sobre el periodismo en los
próximos años, incluidos los drones, los dispositivos para llevar puestos sobre
nuestro cuerpo, el video de 360 grados, la realidad virtual o el chequeo de
datos en tiempo real.
Los desarrolladores señalan que
algunas de estas nuevas tecnologías –la capacidad de interpretar datos
visuales, desarrollar algoritmos para escribir o interpretar noticias, así como
recolectar y analizar crecientes volúmenes de datos– permitirán a los
periodistas hacer informes más ricos y profundos, checar los hechos y editar
más fácilmente. Pero el control lo tendrán las grandes corporacions desarrolladoras
de la inteligencia artificial, claro.
Mientras tanto, estas
transnacionales se apresuran a derrumbar cualquier barrera que pueda aún
existir para asegurar su dominio global sobre los mercados y los datos. Deberán
convencer primero al presidente estadounidense Donald Trump, que desechó el
Tratado Transpacífico y congeló el TISA (Acuerdo sobre el Comercio de
Servicios), donde se imponían sus criterios monopolistas.
Ahora intentan abrir
negociaciones sobre “comercio electrónico” en la Organización Mundial del
Comercio (OMC). Y seguir imponiendo sus condicionaes en tratados bilaterales o
multilaterales, como el entre la Unión Europea y el Mercosur.
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