La inteligencia artificial, ¿amenaza para la vida de los medios?




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Aram Aharonian / Rebelión  

Quizá el discurso promocional, que buscaba vender a la inteligencia artificial como respuesta a buena parte de los problemas de la humanidad, no logró aún imponerse en todos los ámbitos, pero comenzó a causar inquietud y alarma entre las empresas de información y comunicación del Norte.
Un reporte presentado en la reunión anual de la Asociación de Noticias On Line, indica que las empresas periodísticas -que en las últimas décadas tuvieron que luchar por lectores que se desplazaron a los dispositivos móviles y en línea- pronto tendrán que adaptarse a la inteligencia artificial, la realidad aumentada y encontrar formas de conectarse más allá de los teléfonos inteligentes o pantallas móviles.
"Desde ciertos sectores del periodismo a las herramientas del Big Data o inteligencia artificial se las suele ver como amenazas. Pero creo que tiene que existir una integración y crear alternativas para que nadie se quede afuera y exista una convivencia de profesionales", resaltó Marisa Beltrán, investigadora argentina.
Los medios comerciales tradicionales, hoy en crisis, están incorporando la inteligencia artificial a las rutinas de diversos departamentos: mercadeo, publicidad, redacción, infografía. Sus directivos han pensado que si los gigantes tecnológicos han apostado por esta tendencia con convicción y fuertes inversiones, también ellos deberían intentarlo.
Sin lugar a dudas, la expansión de la llamada “inteligencia artificial” (IA) significará transformaciones significativas en la economía, el trabajo, la convivencia social. ¿Hablamos de futuro? Porque ya se lo usa para optimizar inversiones particulares en la bolsa o para ordenar el –casi siempre- caótico tráfico, en tiempo real.
La IA implica básicamente la capacidad informática de absorber una enorme cantidad de datos para procesarlos –mediante algoritmos– con el fin de tomar decisiones en función de una meta específica, con una rapidez y en volúmenes que superan ampliamente la capacidad humana. Hoy las únicas entidades con capacidad de realizar la inversión y manejar las cantidades de datos requeridas para optimizar los sistemas, son grandes corporaciones transnacionales, principalmente estadounidenses, aunque también chinas y, en menor medida, de otros países.
La interfaz de voz será uno de los mayores desafíos para los medios, dice el estudio realizado por Amy Webb, de la facultad de Administración de Empresas de la Universidad de Nueva York y fundadora del Instituto Future Today, que considera que la mitad de las interacciones de los usuarios con sus computadoras en 2023 será a través de sus voces.
“Una vez que estemos hablando de noticias con nuestras máquinas, ¿A qué se parecerá el modelo de negocios del periodismo?", se pregunta el informe. Webb denunció, asimismo, que las empresas periodísticas ni el periodismo en sí mismo, están participando activamente en la construcción del ecosistema de inteligencia artificial, y ésta supone hoy una amenaza existencial al futuro de las empresas periodísticas.
Uno de los grandes problemas que afrontan las empresas periodísticas es que las nuevas tecnologías que tendrán un impacto sobre el futuro de las noticias escapan a su
control, y están en manos de muy pocas compañías tecnológicas como Google, Amazon, Tencent, Baidu, IBM, Facebook, Apple y Microsoft, según Webb.
Las empresas de noticias están cediendo este futuro ecosistema a corporaciones externas: por ende, perderán la capacidad de proveer cualquier cosa que no sea contenidos. Las empresas noticiosas –cada una por su lado- son consumidores, no desarrolladores significativos.
Los riesgos de este modelo concentrador de las tecnologías digitales van mucho más allá de lo que ahora conocemos como Internet. En diversos sectores de la economía y la gestión político-social, se están produciendo cambios internos facilitados por la agregación y el análisis de datos (lo que se conoce como big data). Son solo las grandes entidades (empresas transnacionales, gobiernos poderosos) que tienen la capacidad de almacenar y procesar tal cantidad de datos y de transformarlos en algoritmos, que son la base de la inteligencia artificial.
Nuestros datos se han convertido en el principal insumo de la nueva economía digital, dado que Internet se ha convertido en el sistema nervioso central de la economía global, así como del conocimiento, la información, la política y la vida sociocultural de la humanidad, lo que significará, de no producirse cambios en la gobernanza de la red de redes, en nuevas dependencias de nuestros países, señala al experta Sally Burch.
Hoy el control emerge de la conjunción de medio, transporte y contenido. Los que controlan los sistemas de difusión, cada vez más inalámbricos, satelitales, eligen, producen y disponen cuáles serán los contenidos. El Big Data permite a la información interpretarse a sí misma y adelantarse a nuestras intenciones, y preocupa lo fácil que está siendo convertir la democracia en una dictadura de la información, haciendo de cada ciudadano una burbuja distinta.
Los expertos esperan que una cantidad crítica de tecnologías emergentes aparezca el año próximo, encontrando usos avanzados más allá de los ensayos iniciales. El estudio identifica 75 tendencias tecnológicas que podrán tener un impacto sobre el periodismo en los próximos años, incluidos los drones, los dispositivos para llevar puestos sobre nuestro cuerpo, el video de 360 grados, la realidad virtual o el chequeo de datos en tiempo real.
Los desarrolladores señalan que algunas de estas nuevas tecnologías –la capacidad de interpretar datos visuales, desarrollar algoritmos para escribir o interpretar noticias, así como recolectar y analizar crecientes volúmenes de datos– permitirán a los periodistas hacer informes más ricos y profundos, checar los hechos y editar más fácilmente. Pero el control lo tendrán las grandes corporacions desarrolladoras de la inteligencia artificial, claro.
Mientras tanto, estas transnacionales se apresuran a derrumbar cualquier barrera que pueda aún existir para asegurar su dominio global sobre los mercados y los datos. Deberán convencer primero al presidente estadounidense Donald Trump, que desechó el Tratado Transpacífico y congeló el TISA (Acuerdo sobre el Comercio de Servicios), donde se imponían sus criterios monopolistas.
Ahora intentan abrir negociaciones sobre “comercio electrónico” en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Y seguir imponiendo sus condicionaes en tratados bilaterales o multilaterales, como el entre la Unión Europea y el Mercosur.



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