(Notica rápida para defender la
teoría subjetiva del valor frente a la supuesta objetividad de la teoría
objetiva, expuesta por Eduardo Sartelli en su extraordinario libro La cajita infeliz, publicado por El
Perro y La Rana, Caracas, 2012)
Hace tiempo escribí un texto
producto decía yo de casi una revelación. Se llamó «
El valor del dinero». Decía
entonces que el dinero valía en tanto le daba valor a lo superfluo, ello sobre
la idea de que las cosas no valen en sí mismas ni hay manera de pesar o medir
el valor, pero sobre todo porque el dinero y las cosas valen en tanto abunden o
escaseen, y en el caso del dinero, su poder e influencia le vienen de que es
una mercancía escasa en manos de una minoría despótica. Lo que no estaba yo por
saber, es que barruntaba ideas en torno a la teoría subjetiva del valor, la
cual según Sartelli (que en el libro
La
cajita feliz, se casa con la teoría objetiva, dicho sea de paso y por eso
escribo lo que escribo…) dice –simplificando- que el valor de las cosas no está
en el objeto sino en el sujeto y nace de «la compulsa entre la utilidad que
tiene un bien para el sujeto y la abundancia o escasez del objeto deseado» (p.
96).
Sartelli se ríe sanamente de esta
manera de explicar el valor de las cosas, pero me temo que su risa proviene de
creer que el capitalismo y en particular la clase capitalista de verdad
valoriza objetivamente. Creo, estimado Sartelli, que estás equivocado.
Marxista convencido, estás
convencido de que el tiempo de producción es la base para la medida del valor,
lo cual revela una ingenuidad que desdice la sabrosa profundidad del
extraordinario libro que hoy me desvela. Salto pues, a escribir estas líneas al
calor del debate sordo y privado que tengo con tu libro y te escribo de paso así,
a la distancia equívoca de un tú virtual.
Digo entonces que estás equivocado
y que confías demasiado –pero sobre todo sin razón- en la objetividad del
capital a la hora de valorizar. «El valor de una mercancía –dices ortodoxamente-
es la suma del trabajo humano directo e indirecto utilizado en su producción»
(p. 98). Si el capital adjudicara el valor estimando objetivamente el tiempo de
producción estaríamos hablando de un proceso fundamentalmente económico, pero
tú mismo has ido entresacando que el capitalismo no es un modo de producción
económica sino un «tipo de sociedad» (p. 77) caracterizado por relaciones que
implican apropiación (por la clase propietaria y dominante) y expropiación (a
la clase explotada) de los medios de producción. El valor no proviene de una
operación matemática, sino de un marco de relaciones de poder marcadas por el
racismo: la imposición violenta de un sistema de privilegios ganados por la
fuerza. Las cosas valen de acuerdo al estatus y el privilegio que tributen.
Dice, Sartelli, que esto no es
sino psicología y charlatanería pura, de modo que aceptas que el capitalismo es
el reino de la economía objetiva y pura. Además, ciertamente la teoría
subjetiva apela al deseo que sólo puede aumentar o disminuir, como lo decía yo
inocentemente en el texto citado, por la abundancia o la escasez. Pero te
equivocas al decir que las cosas en el capitalismo abundan o escasean de
acuerdo a la cantidad de trabajo (mucho o poco) para encontrarlo, producirlo,
transportarlo, etc. Craso e inocente error, porque a la vista está de
cualquiera que la producción puede ser abundante y sin embargo haber escasez,
porque de lo que se trata es de manipular objetivamente la fuente del deseo y
la necesidad, es decir, puede haber suficiente producción pero los productos se
esconden, se escamotean, se desvían, o incluso se destruyen o botan, porque el
mercado necesita generar «objetivamente» escasez (deseo, necesidad). Vale
decir, la escasez o la abundancia es un asunto estrictamente «político». No hay
al respecto algo matemático o más bien mecánico en la abundancia o la escasez.
Sartelli necesita esos criterios
«objetivos» para seguir respondiendo a Marx que describió «objetivamente» el
sistema, pero la realidad no funciona como un mecanismo de relojería, relojes
ciertamente en manos de dementes. No. El capitalismo no valoriza de acuerdo a
medidas objetivas de tiempo y trabajo humano, sino de acuerdo a escasez o
abundancia creadas «artificialmente» con fines políticos, esto es, de control «objetivo»,
«material» de los deseos y sobre todo, y en especial, de las necesidades. Véase
la reducción al absurdo del arte de la política en manos (peor, a las patadas) de
la clase capitalista.
De modo Sartelli, que la teoría
subjetiva no expulsa el trabajo por la puerta y lo reincorpora por la ventana,
como dices (p. 97), sino antes bien, al menos como lo entiendo, denuncia que al
capitalismo le importa un rábano el tiempo de explotación, dice que el
capitalismo destruye el trabajo, lo deshumaniza, lo desvaloriza, y los frutos
del trabajo irracionalmente desconectados del tiempo de trabajo y en particular
del tiempo de trabajo humano, una vez en las manos de la clase capitalista, son
distribuidos «compulsivamente» atendiendo a márgenes de deseo y/o necesidad, a
construcciones publicitarias, simbólicas, mediáticas, que hacen que finalmente
las cosas valgan lo que los consumidores paguen, sea lo que sea. Que es
precisamente lo que hoy vemos en casi cualquier esquina…
Si las cosas valieran de acuerdo
a una medida objetiva de tiempo y trabajo humanos, el propio libro de Sartelli
no necesitara tantas páginas ni tuviera el curso que tiene. Explicar
socialmente y en especial, explicar el desastre social capitalista, implica
desembarazarse de la pretensión de objetividad positivista y mecánica del
marxismo (decimonónico y ortodoxo) y saltar a tratar de comprender y explicar
la locura, la irracionalidad, la violencia capitalista, el fascismo.
Creo modestamente, Sartelli, que
la teoría subjetiva trata de localizar –he ahí su esfuerzo teórico político- la
fuente de la irracionalidad y de incoherencia del capitalismo.
0 Comentarios