El Rubén Blades de ayer es el mismo Rubén Blades de Hoy, no me cabe duda



De 
Gabriel Torres

No soy de los que le para bola a la opinión de “artistas” de farándula sobre tópicos políticos, menos aun cuando esas opiniones están condicionadas por presiones de las mafias mayameras como la de los Estefan. De la polémica (si es que así se pudiera llamar y con el perdón de Sartre y Camus) surgida por las declaraciones de un excandidato presidencial panameño y exministro de turismo de su país durante el gobierno de Martín Torrijos, hijo de un grande de América Latina que no calzó en sus zapatos, me preocupa la ingenuidad del Presidente Maduro y su insistente llamado a ese señor a visitar nuestro país. A rectificar.
¿Quién o qué es este señor? ¿A quién o qué intereses representa?

Rubén Blades comenzó su carrera discográfica bajo la tutela de Fania records, sello disquero fundado por Jerry Masucci y Johnny Pacheco, verdaderos beneficiarios de las abundantes ganancias generadas por las ventas de discos e innumerables conciertos. Con otra joyita (ver declaraciones del balurdo este con respecto a la enfermedad de Hugo Chávez) que se llama Willie Colón formó una dupla que, durante finales de los años setenta y ochenta, le produjo al sello sus mayores ingresos. ¿Quiénes comprábamos su música?  Nosotros, los latinos. 

Los tres primeros discos en línea incluyeron temas con temática social. Algunos de su autoría (la de Blades) otros de compositores como Tite Curet Alonso (Plantación Adentro) ¿Qué sucedía en ese entonces en América Latina? En 1979 triunfaba la revolución sandinista en Nicaragua, acabando con cuatro décadas de dictadura somocista. El Salvador estaba encendido en una guerra fratricida estimulada por los gringos y en la que la diplomacia venezolana dirigida por Calvani jugó a favor de la derecha salvadoreña. Torrijos lograba la firma de los tratados que devolverían a Panamá la soberanía del canal, cosa que le costó la vida en circunstancias misteriosas que apuntan a un atentado ordenado por el sucesor de Jimmy Carter: el mediocre actor, pero ferviente anticomunista Ronald Reagan, quien por cierto arremetió contra los artistas que apoyaban la causa de Centroamérica como ningún otro presidente norteamericano desde los inicios del Macartismo. 

Había en Latinoamérica receptividad a las letras que de alguna manera reflejaran los tiempos que se vivían entonces. Fue sin duda, y se demuestra hoy, una estrategia de “marketing”. No se olvide que en USA, artista que no vende, muere de olvido primero y de hambre después. En eso el capitalismo es implacable. No me cabe la menor duda de la postura falsa de ese señor en aquel entonces. En una ocasión fui con mis padres (tendría yo catorce años) al Hotel donde se hospedaba ese dúo. Mi madre había hecho un coreografía usando la música del Baquiné de los angelitos negros compuesta por Willie Colón y quería obsequiarle el material que se había producido para la obra (un afiche de Francisco Bellorín y unos programas de mano, si mal no recuerdo) Mamá comunista de espíritu, es decir sin carnet, le suelta esta perla a Rubén: este es Gabriel que recién estuvo en el campamento de pioneros en Cuba. Nunca me olvidaré de la cara de circunstancia del Blades. Willie Colón solo sonrió. Si bien los discos reportaban ganancias gracias a su discurso latinoamericanista que de seguro los gringos no vieron con simpatía, era claro que había una especie de “no nos hacemos responsables por los contenidos expresados en este material musical”

El tiempo pone todo en su lugar, un amigo dice “el tiempo: gran arquitecto”. Hace años que no veo en Rubén Blades a un compañero, mucho menos a un camarada. Es una víctima más del imperio del dinero. ¿Talentoso? Sin duda. Hasta parece ser actor de cine, lo hace con la naturalidad que muchos actores profesionales no tienen. Carismático y talentoso, pero eso trae a mi mente las palabras de Simón Bolívar “El talento sin probidad es un azote”

Punto final para hablar de este señor que cambió las campanas del padre Antonio por las cacerolas de los huérfanos del ratón Mickey. Parafraseando a la Fania con su “ponte duro bongó, ponte duro” presidente, le digo, Maduro: ponte duro!!!


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