Publicada el lunes 28 de noviembre de 2005
El cantor de la isla
El 28 de diciembre de 1938 nació este hijo ilustre de Isla de Toas. Merecedor de numerosos reconocimientos, acaso tenga el mejor de todos: el cariño de su pueblo. Durante más de cuarenta años de carrera artística ha sido fiel exponente de la música zuliana, de la danza, la contradanza, el bambuco. Cantó boleros e incursionó en la gaita. Pero sobre todo, conserva intactos la risa, el amor a la vida y el calor de la amistad.
Soy Víctor Alvarado Vílchez
“Para mí es un honor decir que nací en Isla de Toas, porque me gustaba y me gusta la música, quería cantar y llevar el nombre de ella por todas partes, Dios me concedió esa dicha y como Isla de Toas es música, porque allá por el cielo de la isla camina la danza, el bambuco, la gaita, a mí me gustaba cantar la música mía, la música que se hace en la Isla, el bambuco playero. “Canto a mi Toas”, “Isla de Toas”, “Amanecer en mi Toas”, “Mi Diosa Toas”, yo todo se lo canto a mi tierra.”
Yo quería ser médico
“Mi papá fue un hombre trabajador, luchador, pescador. Labraba la piedra, era jornalero en las canteras de Toas y eso era muy mal pagado, sin embargo mi papá no desmayaba. Él decía: tengo dos hijos médicos y un cantor. Yo quería ser médico, pero Dios me dispuso otra línea, tú vas a ser cantor, vas a llevar el nombre de la isla por todas partes. Siempre me gustó la música y en un día de tantos, sin esperarlo llegó un conjunto a la isla”.
Empezó la música
“El conjunto que apareció en la isla era el de la cervecería Polar, yo estaba en mi casa descansando y se aparecieron un poco de muchachos amigos míos y familiares. Víctor te tenemos un pollo, pero yo no sabía qué pollo era, yo creía que era un hervido, y resulta que era otro cantor, llanero, cantor de música recia, se llamaba Pedro Emilio Sánchez, un coplero de allá de El Baúl, de Cojedes. Entonces con la necedad de la familia me dijeron que cantara, pero yo no sabía canciones, no sabía tocar cuatro ni guitarra, después fue que aprendí lo básico de esos instrumentos. Me dijo un poco molesto el director del grupo, mirá y qué música sabes tú y yo le dije, venezolana, cántame algo, le dije, me sé una canción que la he escuchado mucho en las rockolas (estaban Mario Suárez y Juan Vicente Torrealba en su apogeo), canté “Para ti mujer llanera…” y me dijo, ese es “Mis pasajes” y “Mujer llanera” y, qué tono es, Dios mío ahora recuerdo que es un Si Menor y entonces puso en el arpa el Si menor, Re con Si, y empezó la música. Cuando sentí el sonido del arpa (primera vez que la veía, hermano querido, qué emoción) taran tan tan tata tan taran tan tan y comencé a cantar, era tanta la alegría que se me olvidaron los versos y canté un pedacito, sin embargo el hombre me vio condiciones y me dijo, mira Víctor Alvarado ¿quieres cantar con nosotros?, chico, la verdad es que tengo que tener el permiso de mi papá, yo no tenía 18 años todavía, yo era un muchachito, bueno como estoy todavía (risas), y entonces me dijo te vas a ganar dos mil bolívares mensuales, bueno, yo que nunca veía dinero y veo al mes dos mil bolívares, un dineral, y me quedaban completicos porque en ese tiempo yo no tomaba licor, nada de eso, lo que siento es que no la conocí a ella (a su esposa Zulia) en ese tiempo.”
El Cantor de la Isla
“Esa misma noche me vine para Maracaibo, me vine con el conjunto, tenía dos mil bolívares que me iban a pagar, me adelantaron como que fueron 100, estaba rico, me instalé en una pensión aquí en Maracaibo, pero siempre con mi música, la música que se perfila en Isla de Toas, en Padilla, y le dije al arpista, chico, yo quiero montar unas canciones. Qué vas a cantar, “Canto a mi Toas”, y qué ritmo es, chico no sé, debe ser como una danza, un bambuco, y cómo es, taca tata ca…, esa es una danza, un bambuco y por qué no cantas otra cosa. Sin embargo, a la semana ya teníamos 12 canciones montadas. Cantamos en Radio Popular, en La Voz de la Fe, ahí me conseguí con el padre Vílchez, él me dijo (no me conocía, no tenía yo la alegría de conocer a mi amigo el Padre Vílchez, que hizo una labor extraordinaria en Isla de Toas, evangelizó a mucha gente allá, yo fui uno): “Tú te llamarás el cantor de las canteras”, no me gustó, o “el trovador de las canteras”, yo veía un choque muy fuerte, pero entonces cuando fui a Caracas me llega Mario Suárez, mi compadre, después llevó el hijo mío a confirmar, a Víctor Javier, el mayor, tú serás Víctor Alvarado el cantor de Isla de Toas, y así aparezco en la identificación de la cédula musical.”
La Billo’s
“En Santa Marta conocí a Felipe Pirela, a Cheo García, y el maestro Billo quería que yo cantara boleros con ellos. El maestro era una persona muy simple, muy humilde, me gustaba el tono de su voz, muy pausado, muy tranquilo. Tú cómo te llamas, Víctor Alvarado, y de dónde eres, maestro yo soy de Maracaibo, estado Zulia, de Isla e’ Toas, y dónde queda eso, a la salida de la barra de Maracaibo. Chico, toma esta tarjeta, búscame en Caracas que yo quiero que cantes conmigo. Pero al fin yo no le paré mucho, porque yo veía que lo mío era la danza, yo quería el arpa, yo amaba el arpa.”
Grupo Palmarital
“Entonces me conseguí con una llave muy especial, una copla con el Moján, con Mara. El Moján me prestó todos los músicos, arpa, cuatro, maraca y el contrabajo, Ángel Quintero, Roy Almarza, Atilio Navea, José Chacín y Víctor Alvarado. Hicimos el encuentro Toas con Mara y le echamos pichón a esa vaina. Hicimos música no para comercializar sino para llevarla a todas partes. Cuando yo llevaba mi música a Boconó, a Oriente, y decía voy a cantarles “Canto a mi Toas, ojos verdes”, la gente se quedaba como extrañada porque ese ritmo era muy raro, no era muy aceptado, pero yo dije “algún día tiene que calar”.
Yo no miraba el dinero
“Todo eso que ves en la pared (diplomas y reconocimientos), todo eso me lo he ganado con los gritos, gritándole a la vida que la quiero. Después que comencé a cantar con el grupo Palmarital del Moján me buscó gente que me decía quiero ser tu representante, pero era para llenarse los bolsillos, entonces dejaban la música mía aparte y lo que estaba en la mira era el dinero. Yo no miraba el dinero, para qué, yo quería mi música. Entonces me dije voy a hacer canciones e hice como cien, pero las grabé con el conjunto Palmarital del Moján.
En una velera un marinero a solas
“Estaba yo en Los Puertos de Altagracia sentado en la orilla, me dejaron solo porque quien me llevó se había ido a Mérida. Me senté y ví la isla clarita, me dije “qué bella es mi tierra, si tuviera un pincel….” Sin embargo, busqué un pedazo de papel y un lápiz y escribí “Mi Diosa Toas”:
“A orillas de mi Lago sentado me encontraba, no sé cuántos momentos meditando pasé, de pronto desperté de ese importante viaje y en sueños de oleaje la silueta plasmé. Eres la linda Diosa que sonriente se baña y de noche pestaña y, embriagada por las luces, embriagada de amor, la brisa se anunciaba, con encajes bordaba, ella que dormitaba al compás de las notas de una bella canción, un hijo de tu seno sentado en su canoa y balanceando al viento el gran canto a mi Toas.”
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