La Venezuela chavista participa en el nacimiento del nuevo mundo pluripolar y multicéntrico mientras la oposición devenida en lumpen consumidor hace colas para comprar papel tualé




La oposición venezolana es, qué duda cabe, un instrumento del imperio norteamericano. Lo es porque todas sus acciones y más aún si son terroristas, son exculpadas, aupadas, financiadas y en fin protegidas por el Departamento de Estado, secundadas por las ONG que alimenta y avaladas por una caterva de voceros que van desde diputados de medio pelo, artistas ignorantes y lenguaraces, intelectuales decadentes y funcionarios de distintas gradaciones, incluso expresidentes algunos en ejercicio, corruptos y sinvergüenzas todos. No hay que ser un avezado internacionalista para ver cómo desde algunos puntos clave de la conformación hegemónica de la opinión, se busca destruir la imagen del gobierno venezolano y en especial de su Presidente. Lo hicieron con Chávez hasta el día de su muerte y más allá, y lo hacen hoy con Maduro. 

No obstante, nada de esto ha impedido que a Venezuela la respalden abrumadoramente los países del mundo salvo escasísimas excepciones, obvias si se quiere. De modo que podemos afirmar que la opinión negativa que inunda la media internacional no hace mella en los gobiernos y mucho menos en los pueblos, pero sigue allí, apareciendo con una intención que intuyo: debe aparecer para hacer que las “noticias” se correspondan con el mundo tal cual lo necesita el imperio para hacer prevalecer sus intereses por la vía que sea y a costa de lo que sea. Es decir, no importa que las noticias sean falsas sino que (se) refieran al mundo falseado que las trasnacionales necesitan para acto seguido justificar las acciones de fuerza (sanciones, bloqueos, “intervenciones humanitarias”) que corresponden a sus intereses y que son a fin de cuentas las que marcan los límites, la geografía y el tiempo de la dominación imperial. 

Se necesita una Cuba que financie el terrorismo, un Irán con reactores nucleares para fabricar bombas atómicas, una Venezuela donde se erige una dictadura atroz que desprecia al pueblo democrático y persigue con saña a la oposición, una Siria con estas mismas características, las mismas por cierto que sirvieron para linchar a Libia y a Gadafi. Aunque son acusaciones falsas, las noticias, los reportajes, la “información” debe “producir” estas “realidades” y copar la superficie entera de periódicos, redes, radio y televisión con el fin de re-producir mediáticamente esa “realidad” como única y absoluta. 

Por esta razón no será sino a través de hendijas e intersticios comunicacionales e informativos, que podremos acceder a matrices distintas, versiones diversas, yo diría aproximaciones más cónsonas a la verdad y a la realidad. ¿Qué por qué éstas sí lo son? Pues porque parten de la necesidad humana de conocer, de indagar, de interpretar, lo que no hacen obviamente los grandes medios interesados en suplantar el orden de la realidad imponiendo un mundo falso, a la medida de los intereses del capital, como ya hemos dicho.

Esa realidad de simulacro se hace acompañar por supuesto de actores y actrices, muy mediocres, sobre todo porque deben demostrar a los guionistas que son unos ineptos incapaces de pensar por cuenta propia, no vaya a ser que, una vez conquistado el poder por la vía que sea, los supongan capaces de tomarse atribuciones que no les competen. Es decir, los llamados “líderes” de la oposición deben demostrar y algunos hasta se ufanan de ello, una imbecilidad a prueba de cualquier vestigio de vergüenza. 

El líder o lideresa debe garantizar con su estupidez que está hecho o hecha para arrastrarse sin remilgos, para aceptar las órdenes que sea y que, por supuesto, no les temblará el pulso a la hora de demostrar –como la prueba de fuego de los sicarios- que son capaces de matar sin contemplaciones.
La oposición venezolana ha pasado por varias de esas pruebas y el año pasado con todos los destrozos y todas las víctimas debieron de indicar a los jefes y financistas que son capaces de cosas terribles sin que se les arrugue mucho la cara, aunque no han podido llegar al jaque mate, como les encanta tanto anunciar. 

Las cosas no han terminado de cuajar pero los elementos básicos están sobre la mesa: diversos escenarios de confrontación callejera, focos de conflicto que pueden degenerar en acciones violentas, en las que puede intervenir un elemento azaroso, inesperado que detone una confrontación. Si hay sangre y muertos, mejor que mejor. Ya estarán listos los medios para acomodar los hechos a la versión hegemónica: los muertos –sean del bando que sean- son responsabilidad del gobierno -asesino. 

Este guión está trillado pero sin duda ha funcionado, y no lo cambiarán porque realmente no hay otro: la violencia, en especial los escenarios violentos, son la fuente de los cambios de régimen. Hay que crear el escenario e introducir los elementos que produzcan o provoquen la violencia que desencadene conflictos en escala hasta que la situación desborde los cauces del orden y la gobernabilidad. Ucrania dixit.

Lo interesante del guión es que es burdo pero a la medida de los mezquinos intereses imperiales. Es rastrero y asqueroso, y le da a la “política” del imperio una medida de albañal que le sienta bien a su catadura. Cuando el imperio habla de alta política es a este tipo de operaciones a las que se refiere subrepticiamente, por ejemplo, hacer chillar la economía, introducir virus en poblaciones animales o humanas, secuestrar, torturar, llegar incluso al magnicidio, eventos todos que secundan esa idea de “alta política” discutida en selectas cumbres de altos jefes de Estado. De alta política se trata cuando actúa el FMI para sacar de madre la economía maltrecha de un país, o las intervenciones “humanitarias” del ejército de la OTAN.  

Lo que hay detrás de las fotos, las sonrisas y el protocolo es el acuerdo entre bandas de facinerosos que buscan eliminar las molestias que se atraviesen en el camino que conduce a la explotación de los trabajadores y a la grosera acumulación de capital. 

Igual acá. Cuando la oposición habla de política en realidad se reúne en secreto para planificar acciones terroristas-desestabilizadoras (en los ámbitos económicos, sociales, culturales, religiosos, educativos, etc.), porque para el capital la política -léase el Estado- realmente es un obstáculo, una racionalidad y una ética que se interpone para impedir que se imponga la irracionalidad, el racismo, la exclusión, la segregación, el individualismo y el consumismo que incita, promueve y le dan razón de ser al mercado capitalista. 

Pero este guión enfrenta hoy serios problemas para ser aplicado satisfactoriamente. Pienso que el guión falla porque la realidad lo desborda, es decir, el mundo fabricado por los medios ya no logra suplantar el real, tal vez porque se han multiplicado los accesos  a la comunicación y la información no mediática, porque las fuentes no están controladas del todo por los aparatos hegemónicos y no logran evitar que voces diferentes y discordantes, se pronuncien y otras realidades revelen que otro mundo es posible. Eso en lo micro, pero igualmente en lo macro, el guión que se impuso en la mencionada Libia, en buena parte de África, o que busca imponerse en Siria, no logran afectar o contener la emergencia de un orden mundial distinto al impuesto por la hegemonía anglosajona. Es decir, la unión de los países euroasiáticos y la conjunción llamada BRICS, en alianza con el resto de los países suramericanos y recientemente con la CELAC, están marcando la pauta del futuro visible.
A esta realidad que descuella en el horizonte, EEUU y Europa responden con el trillado y truculento guión qua ya hemos referido, vale decir con esa política de bajos fondos, rastrera, miserable, terrorista, criminal, que va repartiendo caos y muerte para tratar de mantener una hegemonía imposible de restituir. Desde el 11S, pasando por el atentado en el Metro de Madrid, hasta la asquerosa voladura del avión sobre Ucrania por mero cálculo “político”, sin importar las 300 y más personas que allí viajaban y esto sin que se alce un grito contundente de protesta y repulsa, dan cuenta de lo que son capaces de hacer para tratar de sostener su decadente dominación. 

La media quiere ignorar los avances del mundo asiático y su alianza estratégica con la emergente América Latina y el Caribe en un vasto movimiento geopolítico que está aislando a EEUU y a Europa, ésta última chantajeada y víctima de operaciones que buscan convencer por la vía del terror a los ciudadanos que, encerrados como cobayas sueñan seguir disfrutando en sus islas de confort consumista. Este es el mundo que ofrecen las potencias que fenecen, un mercado de ciudadanos aterrorizados que consumen como mero mecanismo de defensa.

La gigantesca operación geopolítica iniciada por China y soportada en Rusia, Irán, Suráfrica, Brasil, operación además, necesario es recalcarlo, vislumbrada por Hugo Chávez quien supo disponer del petróleo como motor de las economías emergentes y como factor de liberación de los pueblos, además de fomentar una ética de la solidaridad y la cooperación que le reconoció el mundo entero, es respondida en nuestro país por acciones terroristas de baja o alta intensidad, según sea el caso, promovidas por una oposición nariceada por EEUU.

Decimos entonces que al impacto de la creación de nuevas realidades geopolíticas, en las que a nuestro país le ha tocado jugar roles estelares, la oposición venezolana, miserable satélite de EEUU, juega a la desestabilización y a la banalización de la economía y la política hasta reducirla a meras apariencias, a disparates, a situaciones ridículas pero eso sí, peligrosas, porque nunca se sabe a ciencia cierta qué dirección y sentido pueden cobrar ciertos acontecimientos. Es decir, crean situaciones deplorables, aupadas por personajes disminuidos, verdaderos imbéciles, que estarían a la espera de que la situación repentinamente cambie, empujada por acciones terroristas o desestabilizadoras que provoquen una suerte de caos in-controlado (acicate para la “pelea de perros” a la que ha hecho referencia el presidente Maduro) el escenario perfecto para que pasen a operar las trasnacionales del orden imperial, por ejemplo los cascos azules o algún que otro ejército “humanitario”, o peor, ejércitos de mercenarios algo así como yihadistas caribeños (paramilitares colombianos o centroamericanos que ya han operado antes…)

Convertir a Venezuela en un Estado Fallido alteraría –aunque no pueda detener- el mapa energético del mundo que emerge, pero eso sí, nos dejaría a los venezolanos fuera, al menos por ahora, de esa reorganización. Los (mal llamados) empresarios venezolanos, que deberían sentirse al menos aparentemente convocados por ejemplo, a participar en el Mercosur, están al contrario enfrascados en la economía parasitaria que le sirve a los intereses de las trasnacionales de EEUU y Europa, hambrientos de dólares que al circular le confieran a esa moneda un respaldo que ninguna razón económica real justifica. 

No obstante, una Venezuela emergente late al ritmo del mundo que nace, y busca alianzas productivas con Mercosur, China y los BRICS.  Esa Venezuela no aparece, obviamente, en los medios de comunicación. Una Venezuela que despierta lentamente a la aventura creadora de la producción luego del terrible abotagamiento del rentismo petrolero. 

Esa Venezuela sin embargo, debe hacer frente a la “política” de cañería de la oposición venezolana, hecha para evitar a toda costa la política en serio porque, de llegar al poder, debe imponer el desastre y la ingobernabilidad que facilite que las relaciones capitalistas de producción se extiendan a sus anchas, reinen la explotación y las terribles condiciones de vida que harían descender al mínimo las exigencias de la clase trabajadora, amén de dejar el camino expedito para que las trasnacionales se reapropien de las riquezas petroleras sin un pueblo organizado y moralizado que las defienda. 

En pocas palabras, a la emergencia de un mundo de trabajo y comercio justo, donde por primera vez se piense en conjunto en la energía y el ambiente, EEUU y el sionismo responden con terrorismo: mantener en vilo a la medrosa clase media, someterla sin piedad a terribles presiones sicológicas.
Por lo que nos toca a nosotros los venezolanos, la podredumbre del sistema hegemónico mundial se observa hoy en un fenómeno singular: una nueva especie de excluidos –un lumpen consumidor- obstruye con su presencia puntual y masiva el acceso al resto de la población a ciertos productos considerados –por la propaganda y la desinformación- básicos. 

A la necesidad de impulsar una economía productiva que genere y distribuya más riqueza, la oposición responde con manadas de idiotas (ciudadanos desposeídos de sus derechos por ignorancia) que colapsan los sistemas de acceso final a los productos. Parte del error de la revolución ha estado en no lograr desactivar la alienación a la que por años se sometió a una población obligada a consumir productos exóticos como el trigo, nocivos como el azúcar refinada o la leche por ejemplo, que no tiene ni de cerca la virtudes alimenticias que la propaganda le asigna, propaganda empero, que sí hace su trabajo creando angustia y sobresaltos en una población que de pronto –como un adicto- sufre de abstinencia.

La guerra está planteada ahora en este escenario, pero el chavismo debe responder desde otro, uno en el que no participará jamás esta oposición: ellos buscarán generar violencia en la masa del lumpen consumidor, nosotros debemos responder –reactiva, mediática y efectivamente- con jornadas de distribución de productos, con el Mercal y el Pdval obrero, por ejemplo; pero, estructuralmente, con la consolidación de la Venezuela Productiva, y esto es exactamente lo que ha dicho reiteradamente el camarada presidente Nicolás Maduro.
 
La agenda mediática de la oposición está enfrascada en las colas porque es lo único que les queda, es por ahora al menos, el único escenario de calle con fuerza de opinión y movilización. Por nuestra parte, es nuestra oportunidad de seguir golpeando a las mafias especuladoras, acaparadoras y contrabandistas, la hora de desmantelar sus estructuras criminales, la hora de quitarles fábricas y empresas que se aprovechan de la renta petrolera que es de todos, para robar y estafar, para boicotear y jugar a la parálisis. 

Pero fundamentalmente es la hora de avanzar en la producción, porque la Venezuela productiva que se vislumbra es ahora sí, bolivariana, robinsoniana pero sobre todo chavista. La oposición jamás ha tenido una agenda productiva ni sus antecesores la tuvieron: no la tuvieron los Amos del Valle ni la tienen sus hijos e hijas. La Venezuela productiva de ayer de la que hablan los opositores es una ilusión que no soporta el más mínimo análisis histórico serio. El país pasó de la abotagada Colonia al frenesí independentista, del traicionado sueño de Bolívar a las guerras intestinas, y en el siglo XX al rentismo y al parasitismo petrolero. 

Sólo con Chávez por primera vez hay un plan nacional de desarrollo, verdaderamente nacional. Sólo hoy podemos hablar de proyectos y de una visión de corto, mediano y largo plazo. Nada de esto está en la jerga disoluta de la oposición porque su proyecto de país es el de un país colonia, sin voz ni voto, entregado a los intereses norteamericanos. 

La decadencia, el anacronismo, la bajeza de esta vocación colonial salta a la vista cuando a la luz de absolutamente todos los análisis, la economía de EEUU y de sus satélites es un completo desastre, mientras el mundo real –económico y productivo- está avanzando hacia la consolidación de monedas y espacios de integración des-norteamericanizados.  ¿Se enteró la oposición que China desplazó a EEUU como potencia económica y este saber le ha servido o sirve de algo? ¿Creen de verdad esta cuerda ‘e locos que EEUU tiene capacidad para detener a Rusia, a China, a la India, a Suráfrica y a la Sur América y el Caribe unidos? ¿No se dan cuenta que Europa, precisamente por acompañar en su agonía al imperio norteamericano, van camino al desastre y que desde hace rato están tratando de no dar completamente la espalda a la realidad que es Rusia, y que los ataques terroristas en Francia no son sino un chantaje, una manera decir a los franceses y a toda la región, ustedes verán si se desvían del Consenso de Washington? 

Este es pues el escenario. La oposición y sus medios tienen la cámara puesta en las miserables colas de los supermercados, esperando lo que saben esperar: saqueos, muertos, violencia que justifique cualquier cosa. Lo utilizarán como excusa para iniciar la violencia callejera, que ha fracasado siempre y esta vez no será distinto, además que no tienen la misma fuerza ni la misma convocatoria. No están en condiciones de parar ningún sector vital e importante de la economía, sus escenarios se han reducido, repito, a ver qué pasa en (y con) las colas. No hay más. 
 
(Claro, en año electoral resurgirán los apagones...)

Debemos responder con paciencia, entender que el lumpen consumista no tiene más futuro que el desgaste en esa lógica de mierda, y que en cambio a nosotros heroicamente nos toca reinventar a lo Chávez nuestras formas de consumo al tiempo que elevamos a la quinta potencia nuestras inmensas capacidades productivas.


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