José Javier León
Maracaibo,
República Bolivariana de Venezuela
IBERCIENCIA. Comunidad de Educadores para la
Cultura Científica
El aumento exponencial de la población con acceso a Internet
nos da a los docentes una enorme responsabilidad con respecto a la creación de
alternativas de educación que exploren las ventajas de las Tics.
En realidad me complace escribir, reflexionar sobre la educación,
la ciencia, la historia, en fin, sobre la realidad tal como la veo y la
entiendo, y la posibilidad de hacerlo para y entre una comunidad de docentes
del mundo es, sin duda un atractivo interesante. Se une además la gratuidad, el
no exigir nada a cambio salvo lo mínimo: respeto, sentido común, sindéresis.
Criterios que, aplicados a la vida cotidiana, en el día a día, reportan grandes
beneficios: una vida más o menos tranquila, sosegada, en medio del fárrago y el
trajín.
Estudiar me genera un estado de calma expectante, un reposo
despierto, una forma de estar alerta sin sobresaltos. En este clima he ido
desarrollando las actividades, las “tareas”, con la satisfacción de ver el
esfuerzo respaldado por publicaciones y atenciones amistosas. Pero he ido aprendiendo
más, algo verdaderamente nuevo: el mundo virtual de las comunidades a
distancia. Las cuales por cierto, se parecen mucho a las que ya conocía digamos
en el día a día de mi cotidianidad como profesor. ¿Pero en qué se parecen? En
la paradójica cercanía, en un acortamiento de las distancias que pone a un
escaso clic formas de ser, de pensar, de actuar, de entender, que trascienden las
distancias y nos ponen en un tú a tú personal, físico, concreto, real en
definitiva.
Por la comunidad de Iberciencia
he llegado a inscribirme en los Mooc.
Hace tiempo sabía que existían estas modalidades de aprendizaje pero confieso
que no me atrevía a dar el salto. Sabía de Moodle,
ojeé sus posibilidades hace algunos años, asistí a un “salón de clases virtual”
asombrado, pero no continué y perdí la pista. Hasta que aceptando una
invitación de Óscar Macías,
me inscribí en uno de los tantos Mooc: Arte
y Tecnología para educar.
Ahí comenzó una agradable aventura. Pequeños ejercicios,
algunas complicaciones, mínimos o moderados requisitos de paciencia, de tiempo,
de disposición. Una formación estándar pero que, y es por lo que reseño mi
experiencia, abre puertas. Fue precisamente lo que (me) ocurrió.
Llegue a conocer de otra manera, con otra actitud
herramientas que estaban ahí en mi computadora y que un tonto tabú mantenía
inutilizadas. Descubrí potencialidades y recursos que dibujan una forma del mundo
que yo no me atrevía a ver y que quedaba al descubierto con el simple descorrer
de una cortina sutil que semejaba un muro.
Hace poco leí que sólo usamos un 4% de la internet… con lo
que he ido aprendiendo estoy convencido de que 4% es una cifra generosa…
Ahora estoy cursando Recursos Educativos Abiertos. Aplicaciones pedagógicas y comunicativas, y
las ventanas se siguen abriendo sobre un campo de conocimientos a la mano y
frescos. Varias cosas me asaltan: yo, que me considero medianamente preocupado
por la educación, cuán lejos estoy del mundo virtual de la educación a
distancia; y me pregunto: cómo conjugar los problemas de la realidad y los
territorios, la concreción social e histórica de los sujetos y sus proyectos
políticos de ciudadanía, de soberanía e independencia, con las fórmulas de la
educación on line, con el mundo que
se abre en las pantallas y cuya presencia, por cierto, se multiplica
exponencialmente.
Pues debe saberse que en mi país son millones los niños que
tienen hoy una laptop; y que los jóvenes y adolescentes reciben tabletas; que
la conexión a internet crece amén de que hay toda una política pública
desplegada para establecer conexiones libres en plazas, parques, escuelas y
liceos. El viaje del libro a la navegación en las redes, del salón de clases al
mundo interconectado, nos exige una alfabetización tecnológica que acompañe –y
paradójicamente oriente- el crecimiento de los llamados nativos digitales.
Es decir, el mundo de la educación con las últimas
herramientas tecnológicas establece su realidad, su pertinencia. No obstante,
no deja de llamar mi atención el hecho de que se hable bastante poco o peor,
prácticamente nada, entre mis colegas, de estas experiencias de formación a
través de las redes. Y ello ocurre cuando se ha avanzado enormemente en las
fórmulas del e-gobierno y en la ampliación de las áreas y superficies “inteligentes”.
La gratuidad, la cooperación, la construcción del
conocimiento de manera plural, abierta, democrática, como reza por cierto uno
de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible: “Garantizar una educación de
calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje
permanente para todos”, son valores del mundo naciente pese a la desigualdad
que busca imponer a toda costa la sociedad de mercado. Hoy, un tanto atónitos,
somos testigos de cómo la violencia recrudece al tiempo que la muerte pierde
espacios en la medida en que encuentran cauce experiencias como ésta que, aquí compartimos
y que hacen parte de otro mundo posible, definitivamente humano, promesa y
esperanza de salvación de la vida sobre el planeta.
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