Breve paseo sobre la poesía zuliana desde mis afectos




Recuerdo y poemas de Hesnor Rivera, Francisco Godoy, Luis Ángel Barreto, María Calcaño, Berta Vega y Lidda Franco Farías

Texto: José Javier León
Fotos: Norman Prieto

Lectura en el marco de las actividades

del XIII Festival Mundial de Poesía

UBV – Zulia, 28 de junio de 2016



Gracias por la invitación que me hicieron a participar en este conversatorio en compañía de Pedro Pérez Aldana y Artemio Cepeda, en el marco del Festival Internacional de Poesía que surca el país[1], para hablar sobre poesía zuliana, y lo haré con poetas de mi afecto y para estudiantes, profesores y amigos, porque me parece que es una excelente oportunidad para reflexionar sobre la palabra poética, tan esencial para nosotros pues, imbuidos de la cultura escrita, y sin poder recurrir a la memoria oral como nuestros ancestros indígenas y africanos, necesitamos vitalmente de la palabra creadora, en estado de creación o en status nascendi. Y lo necesitamos en especial en nuestra universidad y por nuestros jóvenes, tan atacados como toda la población, pero en especial los niños y jóvenes, en las fuentes de la memoria.



Porque la palabra necesita ser alimentada un poco como la represa del Guri que necesita ser llenada por la lluvia, la poesía es así, una fuente que necesita ser renovada. Pues el proyecto capitalista es culturicida, mata las culturas, y por cierto, mata las palabras. En ese sentido, socava… igual como cuando desforestamos y talamos, y los ríos sufren porque no se reproduce el ciclo del agua, así el capitalismo mata, desforesta, tala la fuente de las palabras, las nacientes, por ello mata a los ancianos en el olvido, en el odio a las mujeres que les cantan a sus niños canciones de arrullo. El capitalismo arremete contra las fuentes de las palabras, por eso enseña a odiar a los ancianos y en especial a las mujeres. Nuestra lengua se llama lengua materna porque es la que hablan las madres, por eso las madres aunque muy pobres siempre amamantan a sus niños con canciones… ¡pero pregúntenles a las madres de hoy, cuántas canciones de cuna se saben!


Hoy pues, quería recordar a algunos poetas, porque me parece que aunque la literatura está llena de olvido, creo que nosotros no nos merecemos olvidar y tenemos, por ejemplo, poetas que aunque no nacieron en el Zulia llegaron por el trabajo, por el petróleo, por un cúmulo de situaciones históricas, socioculturales, políticas, y entre ellos, uno de los poetas más hermosos que haya pasado por la literatura zuliana, por los pasillos de Letras de la Universidad del Zulia, Hesnor Rivera. Él no daba clases, conversaba, era un gran contador de cuentos, un amante de la lectura, siempre de punta en blanco, de pañuelo en el bolsillo, perfectamente combinado, un enamorado de la vida, de las mujeres, del amor. Dejó muy bellos libros y poemas memorables, “Silvia” por ejemplo, y entre los libros este que recuperé esta mañana para la conversa Endechas del invisible[2]. Les leeré de este libro “Los buscadores de tesoros”:


Los buscadores de tesoros tenían

en la frente luces

brotadas de la antigüedad de sus huesos

Por esa causa

los peces los reconocían

en lo más profundo de los abismos terrestres



Los llamaban linterna

-vale decir antepasados

de las llamas más viejas.

Tú conociste

 Al que tenía

cabeza de cocotero tallado por la mano

de un ángel



No era el padre

de los desamparados

pero se parecía al diluvio



La selección que traigo es muy a propósito, pues mi lectura personal es que la poesía zuliana, que por supuesto está llena de afectos, lleva este orden, se entiende que para mí. Porque pienso que la poesía es lo más difícil del mundo, ser poeta, escribir poesía es lo más complicado que puede haber. En estos días por cierto, a raíz de una discusión sobre los poetas y la poesía, me emplazaron al respecto: ajá y entonces, qué es la poesía, me preguntaron a quemarropa. Y como es una cosa difícil de entender para mí, no sé para los demás, entiendo que la poesía es –perdónenme la crudeza- una maldición. Ocurre a expensas del poeta, no puede éste o ésta salvarse. Exactamente como intuyeron los griegos, el poeta estaba de alguna manera atado a los dioses, pero no podemos decir ahora que por endiosamiento (o entusiasmo, que por cierto, etimológicamente significa estar en dios)[3], sino por lucidez. Por eso, el que escribe poesía no puede no hacerlo, está condenado a escribir poesía, lo cual resulta muy complicado porque hoy estamos atados a un montón de cosas superfluas mas la poesía no lo es, la poesía es un fato, una fatalidad, y actúa de manera casi biológica de modo que la persona no tiene de otra, la lucidez tiene que salir por algún lado. Como una persona que recibe una descarga eléctrica tiene que tirarse al piso (según escuché alguna vez) y poner la lengua para hacer tierra y así evitar que la fuerte descarga salga por las uñas o por cualquier lado y reviente el cuerpo por dentro, así el poeta necesita expresarse pues la poesía es una energía que corre por dentro producto de la lucidez y necesita salir por la lengua, digamos, es decir, por la palabra. Puede haber otras salidas, bailar, danzar, pintar, pero al poeta le tocó escribir y no puede no hacerlo y por eso escribe donde sea, como sea y donde puede. Por cierto, lo que menos le interesa es publicar, porque cumple con escribir, a los grandes poetas les gusta compartir sus textos en pequeños grupos dado que su necesidad vital está satisfecha, su necesidad no es histriónica ni se trata de un vedetismo. La poesía es una suerte de religión que necesita la compañía del silencio, de la meditación, y el poeta está preñado de realidad y para algunos poetas es incluso algo doloroso, porque les toca vivir con algo que en las palabra se va cociendo, se va haciendo, y con palabras que a veces no existen y sin embargo hay que darle forma con las que se tiene.

 
La relación que hoy les traigo es de una serie de textos, de poetas que, creo, fueron y son poetas a pesar de las circunstancias que les tocó y toca vivir, y que en algunos casos lamentablemente, no han sido muy leídos. Entre ellos, hay un poeta que murió muy joven, en el año 2001, y la lectura que yo hacía era que iba a ser el poeta que venía, el que iba a darle forma a la poesía en la ciudad de Maracaibo. El poeta del que hablo es Francisco Godoy y su único libro es póstumo, él pues no lo vio publicado. Él me dio estos textos en manuscrito en una fiesta de cumpleaños en el mes de julio del año que murió, y me pidió que le escribiera el prólogo a un libro que estaba previsto que saliera. Recibí los textos de un amigo con el cual había compartido cosas, lecturas de poemas en noches infinitas, pero cuando comencé a leer esos poemas yo sentí que el muchacho que yo había conocido era otro, que se había transfigurado. Que ciertamente él nos había leído cosas en las reuniones que hacíamos pero que la madurez que había expresado en el manuscrito que me confió era una cosa de otro orden. Y eso no lo pensé después que él murió, no, se lo alcancé a decir en la Bienal que hubo en Coro, en una mesa de bar le dije, Francisco tú eres un poeta, porque sí, era una cosa verdaderamente extraordinaria y sorprendente porque había madurado tal una crisálida que de pronto es mariposa. Les voy a leer un poema de Oscuras páginas del viento, libro que vio la luz por el esfuerzo de algunos amigos, en especial de Berta Vega con la colaboración de Miguel Ángel Campos:


Ensimismado

me entrego a su boca



La acallo

como un agua pura



En ese instante

suena a bosques



Ser de mi apetencia.



Allí me tiendo

creciente al alba

como las voces que nos damos



Sólo respiramos

sólo podemos quedarnos en lo oscuro

trémulos.



En otro poema, leemos:



Queda poco

de lo que veo diariamente

todo tiene forma de escalpelo y sombra



Así reconozco las cosas ahogadas:



floreros,

llaves

zapatos,

poseídos por un viejo caracol de marzo.



Lo único que recuerdo del jardín



De Francisco tenemos este libro, yo aún conservo algunos manuscritos que no salieron publicados, creo incluso que hay versiones anteriores a estos poemas, y otros que fueron saliendo en revistas de aquellos años y que Francisco por supuesto tampoco vio. Él era el poeta que venía. Sin embargo, el tiempo fue pasando y hay hoy un poeta entre nosotros, un joven, amigo de la casa como dicen, que se llama Luis Ángel Barreto. Él, que no anda haciendo vedetismo de poeta, muy humilde, inteligente y lúcido, ha publicado y concursado, y ha ganado algunas menciones, nosotros le decimos El Mencionado, pues el primer lugar se lo han llevado poetas que no los considero mejor que él, pero al jurado no le ha quedado más remedio que mencionarlo. Luis Ángel tiene un libro que se llama Arqueología de olores y otro que titulado Las máquinas simples, que a mi me parece extraordinario pero no lo conseguí en el desorden de mi biblioteca para presentárselos. Les leeré pues, de Arqueología… un texto que me encanta:


ADIVINANZA

Qué es por dentro rojo

por fuera, oscuro tornasol, como pluma

áspero hacia arriba, hacia abajo suave amasijo

salado, luego dulce, luego salado de nuevo.

Atravesado desde arriba

tajado con un corte vertical a veces oculto

húmedo de negra humedad

siempre percutido, siempre hurgado con mano impaciente

en ocasiones, usado como

máscara de oxígeno

o como edredón tibio de carne

si no hay prisa puede servir para dar olor a las estancias.

Puede ser probado maduro o verdoso

de mañana o de tarde

sumergido en líquidos

o escurrido sobre cualquier superficie con manteles o sábanas.

Los hay también de otros colores, de otros relieves.

Tiene agua y no es río.

Tiene oscuridad y no es noche.

¿Qué es?



En cuanto a la poesía hecha por mujeres es muy importante conocer a María Calcaño. De hace unos años para acá se ha hecho un esfuerzo por rescatar y redimensionar su figura y por cierto la biblioteca pública del estado Zulia lleva su nombre, rescatado por cierto de la mojigatería de los adecos de Un Nuevo Tiempo que le habían quitado el nombre y entonces se llamaba sólo Biblioteca Pública pues calificaban a Calcaño como casquivana y por tanto hería la sensibilidad monjil de los adecos y copeyanos. Les traigo acá el poema “Perdió la muerte sus buenos días”:


Tener que morirme

en esta época

con una muerte

tan desacreditada.

Antes llegaba ella

con su paso natural

y nos desvanecía...

¡Cómo no fui yo de aquellos tiempos!


Morir era simple:

apagarse tranquilos,

y reposar

sin más ni más.

Sin haberla ahuyentado

con el corte de un seno,

de una garganta...

O con el tropel de alambre

del electrocardiograma

sobre el corazón vencido.

Oyéndola
roer su media presa,

¡qué deseo loco

de ir por fin con ella!


Y tocarme a mí ahora

esta muerte sabihonda,

muerte de clínica y de laboratorio,

metida en cámara

de oxígeno,

entre penicilina

y radioterapia...



Irme con esta muerte

tan antipática

y con tanto siglos encima,

me da pena...



Para continuar, debía ahora leer a Lydda siguiendo un orden cronológico, pero Lydda que la recordó con tanto cariño Pedro Pérez Aldana, era una poeta que le encantaban los recitales, era muy buena lectora de su poesía y tenía además un aura mágica que contagiaba con su buena presencia, con su buen ánimo. Ella decía en un verso “gozo de muy mala salud, pero gozo”, de modo que sus recitales eran extraordinarios, se ganaba todos los aplausos y aunque hubiera muchos poetas en el recital ella la verdad no dejaba pa’ nadie. Así que la dejaré para el final.


Leeré entonces a una poeta muy solidaria, que hace poesía al margen de las editoriales y de toda esa maquinaria, que hace un esfuerzo por ser lúcida en esta ciudad que le cuesta tato entender la poesía, la cultura, que es tan árida, tan hostil. Les voy a leer un poema de Berta Vega del poemario La tristeza no es sigilo:


Un poema que recuerdo me dice de las flores del mercado y de la multiplicidad de objetos en venta. La algarabía, los olores, los cuerpos en movimiento. Pero sobre todo de los ojos del poeta, esa piel infinita, inevitable, tocándolo todo. Ojo-piel extensible, quizá ahí esté el secreto. Posible una manera de ver, es una manera de ver, pero con el regodeo de los ojos metiéndose, palpándolo todo.

Las gladiolas estaban allí, esperando, altas, erguidas, orgullosas; de la verde rama brotan, incontenibles, rojos susurros.

Una armonía descansa en la piel de la flor, mientras la digresión entre el vidrio y el agua confunde los tres tallos, palideciéndolos.

Te traje las flores. Es una manera de concluir este año impar. El siguiente después de tu partida. Y aquí están, para acompañarnos. Quizá (en el mejor de los casos) para acompañarte a ese lugar sin tiempo ni espacio.



Ahora sí, voy a leer ahora a Lydda Franco Farías, para cerrar:


¿estás oyendo cama el edicto de mi pereza?

voy a desayunarme la claraboya de la mañana

voy a atragantarme periódico con tus crónicas violentas

voy a tener noticias del mundo hasta la ingesta

de par en par ventanas

muéstrenme lo que sin mí despierta

sacúdete ropa inmunda los dobleces

espanta con lejías la penumbra

soliviántate plancha

aplasta en un desliz las pérfidas arrugas

 a volar escoba sin bruja que respire el polvo

dancen muebles al ritmo que los aviente

púlete piso en redención de no empañado espejo

arde sin paz cocina del infierno

tápate olla impúdica

cuece a la sazón luego evapórate

suenen cubiertos en estampida muda

a fregarse platos les llegó su hora

la carta por favor

quiero probar el albedrío

niños culpables

aúllenle a la luna

no estoy de humor para lidiar con monstruos

que no amor que no

la señora hoy decidió estar indispuesta

la señora hoy decidió estar dispuesta

                                               muy dispuesta





con esta cara de estropicio que me gasto

con esta imbecilidad que atribuyo

a las noches en vela y al cigarro encendido

y al humo que me cubre con hálito de cementerio

con este archivo de recuerdos y falsificaciones

con estos ojos que desde luego se han de tragar la tierra

y con los que apenas diferencio

una estrella de un semáforo

y con los que sin embargo detecto

el color de tus ojos amor mío

(ese prodigio que me salva a ratos)

con estos modales de alimaña

no sé de lo que soy capaz

pero les advierto excelsas majestades

que a veces me muevo entre alfileres y cuchillos

me comporto como toda una dama





Para ti soy tal vez una huera mujer con el cabello levemente despeinado

digna de un cuadro renacentista o de un ardiente cumplido

o de un piropo (dicho como el azar/con rebuscada elegancia)

de sobra sabes que me avergüenzo de ese otro ser que me esquilma

y me avasalla de repetir hasta borrarme el gesto heredado de pálidas enhiestas

amas de casa remotísimas

pero ciertamente hay un rótulo en la sangre

una danza del vientre una marca rotunda

ten en cuenta muchacho de las cavernas

que he ido ganando el derecho a perder de igual a igual el paraíso

la paciencia a compartir la cama

el santo y seña

el mundo fifty fifty o no hay trato

vete acostumbrando hombre voraz

mujer no es sólo receptáculo flor que se arranca y herida va a doblarse en el florero

al fondo de la repisa entre santos y candelabros y trastos de cocina

una mujer es una mujer más sus uñas y sus dientes

lo siento caballero de la brillante armadura

aquella doncella rompió el molde: creció



Y como para cumplir el ritual de que UNA cierre (como solía ocurrir en sus recitales), a petición del público cerramos con:


UNA amanece

con el cuerpo de cera

con la víspera haciendo piruetas

con ojeras que delatan los retorcimientos

                                               [del amor

UNA sabe  que tiene prejuicios

y los va perfeccionando

UNA es a-política

UNA no se mete en camisa de once varas

UNA estampa el beso curricular

él se va con sus ínfulas

con su ontológica suficiencia

UNA comparece ante el tribunal de los

                                               [hijos

y cede ante la tiranía de los hijos

UNA tiene el deber de ser bella

porque entre otras cosas para eso está UNA

y para comprar lo que nos vendan

y para sufrir por la muchacha de la

                                               [telenovela

que es tan desgraciada(la muchacha y la

 telenovela)

y para llorar de felicidad porque a la final

el sapo se convierte en magnate y se casa

                                                           [con

ELLA

UNA es tan sentimental

UNA es tan fiel tan perrunamente fiel

qué asquerosamente fiel es UNA

UNA se asoma al espejo y comprueba lo

                                               [que no es

sabe qué cara va a poner

qué silencio va arriar

qué píldora de domesticidad va a tener que

tragarse

qué anticonceptiva es UNA

UNA queda tendida

knoch out

para reaparecer al día siguiente



pidiendo la revancha 



[1] Reseña de la invitación al Festival, capítulo Zulia: http://elabrelata.com.ve/festival-mundial-de-poesia-tendra-una-parada-en-el-zulia/
[3] Sobre la etimología de la palabra ‘entusiasmo’: El sustantivo entusiasmo procede del griego enthousiasmós, que viene a significar etimológicamente algo así como ‘rapto divino’ o ‘posesión divina’.
En efecto, el sustantivo griego está formado sobre la preposición en y el sustantivo theós ‘dios’. La idea que hay detrás es que cuando nos dejamos llevar por el entusiasmo es un dios el que entra en nosotros y se sirve de nuestra persona para manifestarse, como les ocurría —creían los griegos— a los poetas, los profetas y los enamorados.
Todos ellos estaban poseídos por la divinidad y por ello merecían respeto y admiración, pues llegaban a alturas que no podían ni siquiera vislumbrar las gentes de a pie, por no decir pedestres.

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