La Universidad Productiva - UBV y Proyecto Socio-Productivo



Jornada de socialización de experiencias socio-educativas
del PFG Gestión Social para el Desarrollo Local
Miércoles 29 de junio

Tema central:
La Universidad Productiva
Objetivo: Reflexionar sobre las prácticas comunitarias ejercidas en los distintos espacios populares urbanos donde hace vida el P.F.G. GSDL Tema central: "Universidad Socio-productiva y poder popular"

Charla introductoria
a cargo de José Javier León



Texto: José Javier León
Fotos: Consuelo Gutiérrez


Gracias por la invitación, por la oportunidad de conversar sobre un tema que es neurálgico y hace rato que lo es, sólo que las circunstancias históricas y geopolíticas nos están llevando a una coyuntura definitiva. El modelo capitalista en su versión neoliberal está en trance de convertirse en otra cosa. Afirma Immanuelle Wallerstein que el sistema va a cambiar pero no tiene necesariamente que ser para mejor, y lo que se está vislumbrando, los ataques de los ejércitos del neoliberalismo y sus aliados –las élites burguesas- al interior de los países, dejan al descubierto la violencia más destructiva sobre las economías y las institucionalidades políticas. Lo que está sucediendo en Brasil por ejemplo, donde una banda de forajidos y corruptos declarados y confesos tomaron el control “político” de la séptima economía del planeta, de una de las potencias emergente de los BRICS y motor fundamental del Mercosur es un ejemplo de ello, pues es evidente que Dilma no es culpable de lo que se le acusa pero eso parece importar poco, hace rato la racionalidad política dejó de pesar.
Vemos entonces una puja muy interesante, los acontecimientos están como dice Walter Martínez “en pleno desarrollo”, la crisis del euro, el cerco a Rusia, a Irán, el asedio a Siria, la destrucción de Libia… es decir, estamos en un mundo verdaderamente explosivo y a nuestro país le toca estar en el ojo del huracán por potencia petrolera y gasífera, por sus reservas en oro, coltán y biodiversidad, pero sobre todo porque hay un pueblo que hace 17 años decidió ser libre y esa declaración es muy peligrosa en un mundo donde los medios de comunicación y los grandes poderes fácticos necesitan pueblos sumisos. Por ejemplo, como el pueblo de España, gobernado a estas alturas por un Rey, que ha participado recientemente en dos procesos electorales que terminaron en un fiasco, donde “no manda nadie” y con partidos inanes que se reparten la representación política de un pueblo que no sabe para donde ir. Ahora bien, esa situación de inercia y vacuidad que se da en España es la que quieren los poderes fácticos repartir en el mundo, elecciones inútiles mientras gobierne tranquilamente el capital y reine la plutocracia.
Ese es pues, el contexto. Lo tenemos cerca, Brasil, Argentina, México. Gobiernan como sabemos las trasnacionales, las corporaciones. Lo tenemos en Colombia, en Chile. Todo ello repercute en nosotros, en nuestra calidad de vida, pues estamos siendo sometidos a una dolarización a juro, nuestra economía ha sido dolarizada a trote y moche y no hemos podido responder  efectivamente a eso.  Y el proceso que vivimos será indetenible a menos que apuestas como los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción)  y los diversos mecanismos de organización y poder popular tomen las riendas de la situación, lo cual es sumamente complicado dada la alta descomposición general. Es pues, este un escenario dinámico, muy conflictivo, y por eso siempre agradezco la posibilidad de que estemos aquí, en esta Universidad, conversando estas asuntos en Jornadas que son sumamente valiosas pues representan los mecanismos políticos y democráticos para construir la alternativa. Si no nos reunimos, si no nos vemos, si no conversamos, es imposible avanzar. El futuro se construye con ideas y por supuesto con acción, reflexión y acción.
En el marco de estas ideas les traigo una presentación que no abordaré en extenso sino haciendo hincapié en algunos puntos coyunturales o nudos, que he ido recabando en distintos escenarios similares a este. Les quiero poner a la orden además, una serie de documentos sobre el tema de la Universidad Productiva. Por cierto, en una oportunidad grabé la exposición de dicha presentación y la transcripción pueden descargarla en esta dirección: https://drive.google.com/file/d/0B-qLVBvd0mI_SUYwa0FvcHpNNGM/view
Avancemos pues, sobre algunos puntos: Proyecto, Comunidad y Compromiso de Transformación. Estas son ideas generatrices, sin embargo he percibido que nuestra Universidad está entre dos aguas, entre el modelo de universidad tradicional y el modelo que necesita saltar al escenario de la productividad. Y estamos entre dos aguas porque seguimos dando “clases”, lo cual supone un espacio-tiempo controlado, con fines internos a la clase y en particular a la Unidad Curricular considerada disciplinarmente. En las otras universidades llamadas autónomas o tradicionales el conocimiento está dividido en “materias”, un nombre derivado de la física, es decir el conocimiento es materia, nosotros en cabio, respondiendo a una racionalidad que se remonta a los años noventa, hablamos de “unidades”. ¿A qué nos referimos con ello? La unidad es más bien administrativa, una unidad temporal, no se considera la unidad en términos materiales sino en unidades temporales, fracciones de tiempo en las que puede ocurrir cualquier cosa.
La pregunta es: ¿Con qué vamos a llenar esa unidad de tiempo? He dicho que tenemos un pie en la universidad tradicional porque llenamos esa unidad (de tiempo) con materia(s), de ahí que demos clases pues tenemos un conocimiento almacenado que debemos transferir, traspasar a un grupo de estudiantes que al parecer no lo tiene porque efectivamente es evaluado y calificado con “notas” que de alguna manera dicen que el profesor o profesora sabe y por eso evalúa. Cuando el profesor finalmente pone el número en la planilla el círculo se cierra y lo más probable es que no haya nada más.
Este esquema de relacionamiento del que nos ha costado un mundo salir impide la realización de proyectos. En efecto, los proyectos deben trascender a las clases, en especial los contenidos  devenidos materia de las unidades curriculares. Los proyectos deben demandar conocimientos e ir más allá de lo que nosotros creemos saber, por eso descubren en nosotros potencialidades, conocimientos que no sabíamos de manera individual sino colectivamente.     
La dinámica de construcción de conocimiento en un proyecto es distinta a la dinámica individual y personal de las materias que cada profesor o profesora administra. Se trata todo esto de una reflexión epistemológica que considero importante porque nosotros estamos en una universidad que necesita construir conocimiento alternativo. Necesitamos además, construir proyectos que incidan en la economía, que transformen la realidad, la cotidianidad, que incidan en las relaciones de producción que son, en definitiva, las relaciones de poder. Sin embargo, dando clases, esto es imposible.
Hago esta advertencia porque creo que ha llegado la hora de construir proyectos y que estos trasciendan el conocimiento cerrado y limitado de las unidades curriculares pues demanda conocimientos que deben ser necesariamente construidos en colectivo. Yo puedo tener saberes, experiencias, experticia en determinadas cosas, pero cada quien debe aportar desde su diferencia a la unidad del proyecto. Lo que debemos crear son espacios donde esa unidad se pueda dar, donde esa confluencia pueda manifestarse, mas este espacio difícilmente pueda ser el salón de clases en tanto coto administrado por un profesor o profesora, vale decir, individual. Necesitamos pues, espacios de construcción colectiva, más espacios de taller, para el encuentro de saberes. Nuestra universidad lleva como lema “La Casa de los Saberes” pues bien, necesitamos construir espacios para ello. ¿Cómo vamos a evaluar, a sistematizar y en definitiva a cumplir con las exigencias administrativas de la universidad? Bueno, ese es otro asunto, lo importante ahora es construirlos.
Digo todo esto porque los estudiantes pasan aquí cuatro a cinco años y en esos años desarrollan un proyecto, a veces dos o tres, dependiendo de las fluctuaciones, los cambios, los avatares que van sufriendo en el camino: cambia la comunidad, cambia el docente tutor, cambia la sección, en fin el proyecto se va desdibujando de modo que al finalizar, el estudiante aunque se gradúa no dejó atrás en verdad un proyecto, es decir, sólo participó en una serie de actividades que administrativamente lo califican para recibir un título.
Pienso que el país que necesitamos construir nos exige que eso no siga ocurriendo. Al contrario, creo que los grupos de estudiantes deben tener proyectos que los unifiquen, cohesionen y permitan la transformación de la realidad, incidir en la realidad y en las relaciones de producción y de poder. Necesitamos grupos de estudiantes territorializados capaces de construir proyectos productivos que incidan verdaderamente en la realidad y la cotidianidad. Y muy importante: que los estudiantes al graduarse trabajen en el proyecto que construyeron, es decir, que el proyecto genere una institucionalidad productiva, que genere, que camine hacia la construcción de emprendimientos, vale decir, empresas. Y ojo, hablo de empresa porque esa es la palabra y la terminología que encontrarán en todos los documentos al respecto.
Esa institucionalidad que debemos crear y para la cual existen variadísimos instrumentos legales no está incorporada a nuestra formación, no está en el pensum cómo es que podemos crear emprendimientos. Hay documentos al respecto, yo he ido recopilando algunos y están a la orden. Esa tarea de recopilación y reflexión me ha llevado a sostener la idea de que las universidades pero en particular la UBV, están divorciadas de la economía. En otras palabras, hemos mantenido divorciado Proyecto (la UBIP) de la economía. Tenemos un peso académico en la unidad, pero el peso político económico no se lo vemos. Es decir, no vemos cómo es que un proyecto puede transformar la realidad económica de una comunidad, de una comuna, de una parroquia. Y ello porque tradicionalmente las universidades y en general la educación, ha estado desvinculada de la producción. Las universidades tradicionales nuestras son herederas del parasitismo que a su vez es producto del rentismo petrolero. Esta situación hizo que el cocimiento estuviera desarticulado (y de ahí el desfase) de la actividad económica, que lo que aprendíamos en la universidad no tuviera relación con la realidad laboral. El conocimiento iba por un lado y la economía por otro, y esta última, en manos de la clase empresarial.
En Venezuela fue, ha sido y es así, y lo seguirá siendo hasta tanto venzamos la actual guerra económica. Para ponerlo fácil y en contexto: ¿a quiénes no les interesa que los CLAP funcionen? ¿A quién le interesa que una agroindustria en manos del pueblo no funcione? Obviamente, a los empresarios que han vivido del rentismo petrolero. Ese término de “parásitos” que le endilgó Chávez primero y Nicolás Maduro después, no es un término chavista, corresponde a los estudiosos de la economía. Ya Orlando Araujo lo decía. Parasitismo es la relación que históricamente los empresarios han construido con el Estado. Pero aquí lo importante es que las Universidades (UCV, ULA, LUZ, etc.) son herederas del rentismo petrolero y por supuesto, no está en su ánimo trabajar para romper ese esquema de relacionamiento con el Estado, antes bien para sostenerlo y consolidarlo.
La UBV cuando nace recibe la (de)formación epistemológica y metodológica de dichas universidades, yo mismo pues, dónde me formé, donde recibí si no fue en la universidad tradicional materias que fueron a parar inútilmente en mi materia gris. “Conocimientos” fosilizados, estancados, que le sirven en su inutilidad al capital. De hecho, cada vez que reincido en dar clases, le sirvo al capital. Esa relación en la que creo que sé algo y debo transferirlo al estudiante que será evaluado, es una relación de poder que le sirve (o reproduce) las relaciones de poder propias del capitalismo.
Esta es una relación despótica que debemos trascender, pues los proyectos se construyen con conocimientos vivos, tocados por la realidad, nacidos de la comprensión de la realidad, mas eso no se encuentra en el contenido de una materia impartido en clase sino que se construye sobre la relación dialéctica de la reflexión y la acción. Tenemos en esta materia grandes maestros, Freire, Fals Borda y el gran maestro de todos ellos, Simón Rodríguez, acaso el más nombrado (¡cuántas veces hemos recurrido a la frase comodín inventamos o erramos!) pero sin duda el menos leído. Están en la obra del caraqueño las bases fundamentales para la escuela y la universidad productiva que necesitamos.
Los estudiantes cuando se gradúen deben trabajar en el proyecto que construyeron. Pero, ¿cómo lograremos eso? Tenemos que insertar en el plan de formación los componentes que nos permitan construir los emprendimientos productivos. Si no directamente a través de Unidades Curriculares específicas, porque la transformación curricular es lenta y burocrática, debemos inventar entonces, actividades de formación paralela, extra, talleres, seminarios, es decir, utilizar el espacio-tiempo que tenemos para introducir los contenidos que nos permitan construir emprendimientos y lo que es más, los que necesitamos los bolivarianos hoy, vale decir, articulados al Plan de la Patria y al Socialismo Bolivariano.  Pues obviamente en los códigos de comercio que rigen este país está cómo se hace una empresa, pero la empresa que nosotros debemos construir es de otro tipo, tiene otros objetivos y otros fines. Debemos construir emprendimientos articulados a las comunas, a los consejos comunales. Debemos revisar las leyes de la economía comunal con el fin de desentrañar los mecanismos operativos de dichos emprendimientos, los cuales además deben ser muy ágiles porque se han de componer de estudiantes en formación y futuros profesionales pero además deben incorporar personas de la comunidad. Si nosotros conformamos una empresa localizada en una comunidad, pero resulta que los estudiantes como suele suceder no viven en esa comunidad y estos plantean que pese a esa circunstancia van a construir la empresa, ¿qué creen que puede pensar la comunidad, la misma que los recibió y acompañó pero que a la hora de un financiamiento no participa de alguna manera directamente en este logro? La reacción puede ser negativa pues lo normal es que cuando aparece el dinero aparezcan los celos.
Por eso es que nosotros debemos crear unidades productivas muy audaces, compuestas de estudiantes y personas de la comunidad que participen en la empresa (para garantizar además la territorialidad), y que lo hagan de igual a igual, pues nosotros no podemos crear espacios de trabajo donde se replique la relación de dominación tradicional en la que los estudiantes y profesionales son los que saben y la gente de la comunidad no. Si ocurre lo contrario, la reacción será nuevamente negativa, pues donde hay conocimiento, hay celos. Debemos crear entonces, unidades de producción donde el conocimiento sea democratizado, y eso se logra si creamos empresas que a su vez sean “escuelas”, espacios donde la gente de la comunidad y los estudiantes intercambien conocimientos y saberes, experiencia y tecnología, en función de la construcción de una empresa, que es de todos. Para decirlo en términos bien concretos: en la nómina de la empresa deben aparecer estudiantes (en vías de graduarse o ya graduados, si es que la empresa se registra ocurrido ya el egreso) y personas de la comunidad que seguramente han participado en la escuela, el núcleo de la empresa donde se construye dialécticamente el Saber y el Trabajo, y que tienen como cualquier otro, puestos socializados de dirección en los procesos productivos y gerenciales.
Debemos crear pues, empresas que funcionen, territorializadas, que produzcan alimentos, textiles, energía, etc. Por ejemplo, en las que yo estoy trabajando se producirá comunicación e información.
Insisto y ya para terminar, nuestros Proyectos deben avanzar hacia la creación de empresas territorializadas donde participen activamente personas de la comunidad. Los proyectos mismos deben ser desde el principio escuelas, espacios de interacción e intercambio, donde el diálogo de saberes ocurra. Por eso les decía al principio que el conocimiento debe trascender las unidades curriculares porque se debe adaptar a las circunstancias que provienen de la realidad.
Debemos construir el futuro. Pues en este país hay al menos dos caminos: que el Estado o la empresa privada contraten al egresado; o bien, desarrollar proyectos productivos. Así reza la Ley de la Juventud Productiva. La Universidad Bolivariana de Venezuela por la Unidad Básica Integradora Proyecto debe optar creo, por los proyectos productivos. El asunto es, ¿cómo lo logramos?
Por cierto, les recuerdo que todas las instituciones a la hora de los financiamientos exigen una figura legal para el proyecto. ¿Nosotros, sabemos cómo se construyen estas figuras legales? ¿Está eso entre los contenidos o en alguna de las unidades curriculares? Insisto, estos componentes deben ser facilitados de manera eficiente y sistemática en los planes de formación, articulados a los distintos emprendimientos productivos que están llamados a transformar la realidad económica y política de nuestras comunidades.





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2 Comentarios

  1. Saludos, profesor José Javier León. Con el programa de formación docente UBV-2019, tenemos la oportunidad de informar y formar sobre como se construyen las nuevas figuras legales que rigen las Organizaciones Socio Productivas (OSP) y de éstas al proyecto socio productivo, que juntos a la triada docentes- estudiante-comunidad, deberán vincular desde los PGF, PNF, Centros de Estudios y de investigación a la formación del nuevo sujeto histórico que necesita el Estado venezolano para su transformación definitiva.

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