Clase de Epistemología de la Comunicación, del 04 de julio de 2016 –
Transcripción editada y comentada
José Javier
León
Es muy importante reflexionar
sobre la comunicación desde el PFG Comunicación Social de la
Universidad Bolivariana de Venezuela, considerando que la epistemología tiene
que ver con el pensar, y si ésta se aplica a un objeto en particular, por
ejemplo, la comunicación, entonces estamos hablando de la ciencia del pensar la comunicación. Y pensar tiene que ve
con una serie de aspectos sociales, económicos, culturales, religiosos,
políticos, educativos, que le dan operatividad a la actividad “pensar”. Porque
la verdad es que pensamos desde posiciones sociales, políticas, económicas,
etc., y no lo hacemos desde cero. Pensamos desde la experiencia, la tradición,
desde los aspectos culturales, no hay pues una cabeza digamos vacía, sin
referencias, sin contenidos, que logre elaborar pensamientos. Porque sería como
querer hacer una vasija de barro sin barro. Es necesaria pues, la “materia
prima”. Y en cuanto a materia prima ya es bastante el cerebro, pero este tiene
que estar lleno de algo, debe estar vivo, preparado para construir pensamiento,
y materia prima también son las referencias culturales, las tradiciones, los
saberes y conocimientos de alguna manera almacenados.
Si vamos a pensar la comunicación
debemos tener claro que se trata de una actividad “situada”.
Ese pensar no sucede en el aire. Por situada, es histórica, es decir: pensar la
comunicación hoy no es lo mismo que pensarla mañana o igual a como fue pensada
ayer. No fue lo mismo pensar la comunicación en el siglo XIX que hacerlo hoy.
Cuando Bolívar decía que la prensa era la artillería del pensamiento, seguro
podemos usar esa metáfora hoy, más no podía lógicamente imaginar el internet o
las redes sociales. Pensar es definitivamente, una actividad situada y por lo
tanto histórica.
Por situada es también
geográfica, porque no es lo mismo pensar la comunicación en Maracaibo que en
Mara, en la Sierra de Perijá o en Caracas, en Nueva York, París o Libia. Lo
geográfico determina el pensamiento. ¿Alguien que viva en la Misión del Tokuko
tendrá las mismas referencias sobre la importancia de la comunicación que
alguien que viva en Caracas? Tendrá otras necesidades y tendrá otras
referencias.
Importante entonces considerar el
verbo “determinar” pues hay elementos, ya dijimos históricos y
geográficos, que determinan el pensar sobre las cosas. Lo social obviamente
también es determinante, porque no es lo mismo pensar la comunicación desde las
élites, desde la oligarquía o la burguesía, que hacerlo desde el pueblo, los
intereses son distintos.
Y la lista de los factores es muy
amplia, así podemos hablar de factores religiosos, políticos, económicos,
culturales, etc. Por ejemplo, una persona que practica una religión puede tener
sobre la comunicación criterios distintos a una persona que no practica ninguna
confesión o que es laica.
Pensar algo y en especial la
comunicación es un asunto muy complejo, en el que entran pues muchas
variables. Y eso lo que hace es despejar la creencia de que la comunicación
podía ser abordada en un concepto único. Ustedes deben haber escuchado muchas
veces la expresión “la verdad es una sola”, pero cuando empezamos a pensar y a
entender que dicha actividad está situada histórica y geográficamente, que hay
elementos políticos, sociales, económicos, culturales diversos que actúan sobre
el objeto que está siendo pensado, ¿se puede configurar un solo concepto que
satisfaga las demandas de los distintos sujetos situados histórica, social,
políticamente?
Y no se trata de que exista un
concepto por persona, sino que los grupos sociales situados, los sujetos del
pensamiento pueden llegar a una suerte de consenso sobre determinados conceptos,
distintos a los de otros grupos. No es tampoco que yo, por ejemplo, tenga un
concepto de comunicación “mío” y como tal lo guardo como si fuese un tesoro, eso
no tiene ningún sentido. Mi concepto tendrá valor si puede ser trasmitido, consensuado,
discutido. Ese concepto no es individual sino plural, propio de personas
localizadas, territorializadas, situadas histórica y geográficamente, que
piensan la comunicación de determinada manera, distinta a como la piensan otros
grupos igualmente situados, con criterios e intereses y determinaciones
geográficas, económicas, políticas, etc.
La verdad entonces no es una sola
sino compleja, diversa, múltiple, plural, y depende de los sujetos, de
los consensos, de los acuerdos, y va a recurrir a estas dinámicas sociales,
políticas, económicas, etc., de los grupos en interacción que componen la
sociedad. La verdad depende pues, de los grupos que comprenden, cuestionan,
miran, interpretan la verdad.
La verdad está estrechamente
relacionada al poder, pues si
tengo poder impongo mi verdad. Con poder para ello paso por encima de las
consideraciones políticas, económicas, sociales, etc., y decir: “mi verdad es
la verdad”. Es lo que sucede cuando alguien (o un grupo) asume que tiene más
poder que los demás. Es lo que sucede en las iglesias y religiones, en la
política, en los espacios donde se asume la verdad (que necesariamente es
parcial) como verdad absoluta.
Lo vemos cuando por ejemplo, se
recurre en los medios de comunicación a los “expertos” para sancionar una
verdad parcial como la única autorizada. En efecto, se emplea la verdad del
“experto” (voz calificada sobre la cual no hay ninguna otra) para tapar las
demás verdades.
Podemos decir, quien tiene el
poder tiene la verdad. De ahí que la verdad que sostenía y sostuvo a un grupo
cambie, cuando por diversas circunstancias pierde el poder o la hegemonía. La
verdad está aliada al poder porque este construye la verdad que le calza.
Para poner un ejemplo sencillo.
Les pregunto: ¿cómo se puede justificar que un Rey o Reina tengan sin trabajar
un poder que hace que todos les rindan pleitesía? ¿Qué creencia tienen que
construir en la población para que esta a sus pies trabaje para que ellos vivan
en las nubes? Los reyes y reinas están sostenidos por la creencia de que están
donde están por mandato divino. Imagínense lo que hay que hacer para que
millones de personas y durante siglos, sean convencidos de que quienes están en
la Corona son emisarios o embajadores directos de la divinidad y ese
convencimiento los lleve a trabajar para la Familia Real y sostenerla ahí por
encima de todos y de todo. ¿Cómo se logra eso? El poder necesita construir la
verdad que lo sostenga, de modo que el poder de la realeza está sostenido sobre
una verdad construida a la medida de ese poder.
La verdad entonces responderá a
los intereses de la clase hegemónica. La verdad es la que imponga la
clase hegemónica, y esto es fundamental para nosotros que estamos estudiando la
comunicación social, pues dicha actividad tiene una relación muy estrecha con
la verdad dado que si un comunicador o comunicadora miente, todo su hacer se
desmorona. Pero debemos entender que el comunicador no tiene la verdad en sí
mismo, la verdad es una construcción social y por lo tanto no es individual o
personal, el periodista se debe a la verdad que es plural, diversa y múltiple
en tanto construcción social que responde a grupos y en particular a grupos de
poder. Ahora bien, esa verdad puede ser discutida, controvertida, negada si
fuerzas emergentes logran decir su verdad.
Debemos entender que la
construcción social que da pie a la verdad no es cerrada. Los grupos de poder
la quisieran cerrada, es decir que su verdad fuera indiscutible, pero no es
así, por eso las pugnas. Por ejemplo, para seguir con el ejemplo de la realeza,
en España está prohibido usar el tuiter para criticar la Casa Real, a pesar de
la corrupción y el desprestigio. Tenemos entonces que la verdad se impone
hegemónicamente por medio de la violencia. Ello supone que existan pugnas por
imponer la verdad pues los grupos de poder que buscan imponer la suya, buscarán
los mecanismos para decirla, para manifestarla, en las redes o más allá, en las
calles, con pancartas, con grafitis, empleando medios comunitarios si los
hubiera, es decir, utilizando cualquier vía, porque aunque la verdad la imponga
la clase hegemónica, la misma puede sin embargo ser controvertida, confrontada
e incluso negada por fuerzas emergentes, por movimientos sociales, políticos,
que pasan por encima de las imposiciones hegemónicas y empiezan a construir un
poder alternativo.
Por eso, la construcción de la
verdad hegemónica es de primera importancia a la hora de pensar la comunicación.
Nuestro PFG tiene pues, que pensar la comunicación y ello pasa por reconocer la
situación histórica, geográfica, etc., y a partir de todas esas determinaciones
construir su verdad y confrontarla con la verdad impuesta por las élites. Obviamente
pues, nuestra verdad ¿acaso pueda ser la misma que plantea Globovisión,
Venevisión, CNN…? Entonces, se trata de un asunto de poder y nosotros debemos
empezar a reconocer nuestra “situación”, y desde esa instancia histórica,
social, política en la que estamos situados comenzar a pensar la comunicación
pues, según como la pensemos, así la haremos.
En otras palabras, pensar y hacer
van de la mano. Nosotros podemos pensar la comunicación pero en verdad,
la única manera de saber si la estamos y cómo la estamos pensando, es
haciéndola. La verdad se prueba en la práctica. Por otra parte, si hacemos
comunicación sin pensar –sin situarnos- con seguridad repetiremos la
comunicación de las élites, haremos comunicación según el modelo que nos
inculcaron.
Sobre el saber y el
reconocimiento de nuestra “situación debemos construir nuestro hacer.
La comunicación que debemos hacer deberá, pues, estar situada social, política,
cultural, económica, geográficamente, vale decir, debe fundarse sobre criterios
económicos y políticos, y sólo así podrá convertirse en una fuerza que
confronte la comunicación de las élites. Una comunicación construida sobre el
reconocimiento de lo que somos y de dónde venimos, podrá construir una
comunicación que verdaderamente confronte y logre revertir la verdad que
imponen las élites.
Obviamente, nosotros no contamos
con todos los canales y recursos con los que ellos cuentan, pero debemos
construirlos de manera alternativa, por eso la comunicación en la calle, los
canales, emisoras y televisoras comunitarias, pues todo ha de hacer parte de la
batalla comunicacional. ¿Hemos tenido algún éxito? Sin duda, allí están los
hechos del 2002 cuando el golpe de Estado al presidente Chávez, cuando todos
los medios se concertaron para decir que Chávez se había manchado las manos de
sangre, que había disparado contra su pueblo y había renunciado pero el pueblo,
que conocía y confiaba en Chávez, supo que nada de eso era cierto, que no había
renunciado y así salió a la calle a gritarlo, logrando imponer su verdad por
encima de la mentira construida mediáticamente. Incluso un periodista que años
atrás había gozado de credibilidad se atrevió a leer una supuesta carta de
renuncia que afirmaba sostener en sus manos y que nunca existió, mintiendo
descaradamente en la mañana que sucedió al golpe de estado en medio del festín
mediático. Buscaba con ello desmovilizar al pueblo que estaba en las calles por
miles y millones diciendo “Chávez lo tienen secuestrado, Chávez no renunció”.
Las élites usaron toda esa artillería, todos los medios nacionales e
internacionales concertados, para mentir y sin embargo el pueblo salió a la
calle para decir la verdad y esta finalmente
se impuso. Porque la verdad situada es movilizadora, la verdad del pueblo se mueve con
la fuerza del pueblo.
Y la verdad de las élites claro
está, se mueve con la fuerza de las élites. ¿Dónde está su fuerza? En el dinero,
en el monopolio mediático, en la violencia, porque cuando no pueden imponer su
verdad por vía “pacífica” la imponen a la fuerza. Por eso el pueblo debe estar
cada vez más consciente de su situación histórica, geográfica, social,
económica, política, ser cada vez más consciente para poder enfrentar la verdad
de las élites y revertir su violencia implícita, sea física o simbólica,
incluso espiritual. Tenemos que responder con conciencia y movilización porque
se trata de una pugna, de un enfrentamiento, de una guerra de clases, es pues,
la guerra del pueblo contra el capital, contra los dueños del dinero.
Ello es muy importante saberlo
porque en nuestro PFG Comunicación Social, debemos estar conscientes por
ejemplo, de la ciudad en que vivimos, de su condición fronteriza, de su
importancia relativa con respecto a las demás ciudades del país, y que esta puede
llegar a ser de primera importancia dependiendo de las fluctuaciones de la
política y la geopolítica, de los avatares económico-sociales.
La verdad es, en definitiva, un
constructo social que depende de grupos que tienen sobre el mundo
distintas visiones, las cuales se enfrentarán o concertarán con la visión
hegemónica que logren imponer las élites por todos los canales y medios los
cuales controlan de manera hegemónica. En nuestro país más del 80% del espectro
mediático está controlado por factores de la derecha, por la burguesía y la
oligarquía. Y es tan denso este monopolio que, cuando puede, cierra los pocos
canales alternativos que puedan existir. Por ejemplo, en Argentina, el gobierno
de Macri –que en menos de seis meses rompió records en generación de pobreza- cerró
Telesur y RT. Pero aquí, durante el golpe de Estado al cual les hice referencia
en Abril de 2002, fue cerrado VTV y el canal comunitario Ávila TV
La verdad es un asunto de poder.
Si lo tengo, impongo mi verdad. Ahora bien, en este momento histórico se están
enfrentados dos poderes, el de las élites, la oligarquía y la burguesía, y el
del pueblo. ¿Qué tenemos nosotros para contraponer al poder hegemónico? ¿Qué
tenemos nosotros, nuestro PFG, nuestra universidad? Tenemos sí, la Universidad,
este poder. Por eso les dije al inicio, el mejor homenaje que le podemos hacer
a Yanitza Sorondo, que dio la vida por esta universidad, es dar clases. Tenemos
pues, la Universidad, la organización, el estudio, la conciencia
revolucionaria. Tenemos además, sobre la base de esta conciencia, la urgencia
de hacer comunicación alternativa, construir nuestra verdad y movilizarnos para
imponela. No es sólo tener consciencia sino que seamos capaces de movernos en
función de alternativas concretas para el ejercicio de esa comunicación,
expresada en periódicos, radios, televisoras comunitarias, en empresas de
producción de contenidos, en fin en medios alternativos y redes donde participemos
activamente, sólo así, en red, movilizados y cada vez más conscientes, podremos
construir una comunicación que se imponga por sobre la verdad de las élites por
la vía de la construcción colectiva de la verdad, un proyecto humanista que
tiene como fin supremo defender la Independencia, construir el Socialismo,
hacer de Venezuela un país Potencia, construir una Nueva Geopolítica multicéntrica
y pluripolar y preservar la Vida en el planeta.
Dice Carlo Piazzini (2014): “En términos generales, lo que se plantea con este
concepto es que todo conocimiento se produce en situaciones históricas y
sociales particulares, por mucho que se quiera hacer aparecer el verdadero
conocimiento científico como universal, neutral y por lo tanto desprovisto de
relaciones directas con determinados factores políticos, culturales y sociales”.
Tomado de
Geopolítica(s) vol. 5,
núm. 1, 11-33, artículo “Conocimientos situados y pensamientos
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