Algunos relatos incompletos

Por 
Steven Bermúdez 
La "portentosa crisis humanitaria" que vive Venezuela es el más recurrente relato actualmente. Sin embargo, los venezolanos que ya no están aquí, no echan el cuento completo de lo que pasa allá

Desde hace rato les hago seguimiento discursivo a plataformas comunicativas como Facebook. En ella, los venezolanos que se van han construido un nicho para descargar su "arrechera", a lo caprilesiano. Cierto es que allí se puede rastrear muchas acciones y propósitos comunicativos, desde las más provechosas a las más fútiles. Sin embargo, las que a mí más me han interesado son esas en las cuales, lo que se dice, expone las consciencias y las inconsciencias de las propias penitencias.
Uno de esos nichos es "Venezolanos en Bogotá". En principio, según mi caracterización, ese espacio sociodigital tiene como propósito proveer información (en su sentido más amplio) útil a los venezolanos que han emigrado o piensan emigrar a esa ciudad. Además, también es una concurrida plataforma para intercambiar todo el relato de rencor y horror hacia el gobierno nacional y, con ello, petrificar (cuanto más sea posible) su inalterable animadversión. A mi parecer, este gran relato se alimenta de una cantidad considerables de otros microrrelatos (usando este concepto, también, en su sentido más amplio), con los cuales es posible rastrear esas subjetividades que anidan en la distancia. Veamos algunos…

Microrrelato uno: el fetiche
Una de las circunstancias que me ha sorprendido, de las tantas depositadas, es la alegría o la tristeza por la adquisición o pérdida de un teléfono inteligente. El fetiche del teléfono, lo he llamado. Una vez, una muchacha venezolana peluquera en el centro de Bogotá ponía en el muro su dicha inconmensurable porque, con el sueldo de un mes, se pudo comprar uno. Así son los fetiches…
Microrrelato dos: los chavistas son brutos; los opositores, pura nata
Este ha sido otro de los microrrelatos que más se ha impuesto en la cultura opositora con mucha insistencia. He llegado a escuchar sentencias de este calibre: "Vos, que parecéis tan inteligente y preparado, ¿cómo podéis ser chavista?". Ha sido una idea tan cultivada, que el Festival de la Lectura de Chacao (en Caracas) se convierte en el prototipo de esa representación.
Microrrelato tres: en Venezuela, nada se respeta. En Colombia, todo se acata
Una y otra vez, vuelven a regodearse en la idea del caos. Para muchos de ellos, cualquier país contiene estándares más exquisitos de ciudadanía que los existentes en Venezuela. Sin darse cuenta de que ellos también son autores de la carencia de esos entándares añorados.

Microrrelato cuatro: se mienten todos los días y se mienten en abundancia
Existe un gusto morboso por colocar noticias falsas; como si así consiguieran un poco de eso que la ficción brinda a todo ser humano: un mundo posible. El mundo que, como la ficción, no les llega.



Microrrelato cinco: gastan la mitad de su vida en malos trabajos y la otra, maldiciendo a Maduro
Sin comentarios…



Microrrelato seis: no nos cuentan todo el cuento…
Una constante de estos emigrantes es que Colombia no está resultando nada "amigable". Por el contrario, cada día abundan más las historias de desencuentros. Yo he elevado la hipótesis de que, dado que muchos de ellos se han encargado de encochinar la imagen de Venezuela (la otra parte la hace muy bien los medios de comunicación colombianos), han construido una imagen bastante detestable del país que también los salpica. Y la pasan mal, aunque no nos cuenten todo el cuento…


Microrrelato siete: el odio expreso y confeso
En ningún caso y en ningún momento piensan en el país en su totalidad y en su complejidad. Su "modo" de estar en el mundo se reduce a un "nosotros (víctimas) y a un ellos (victimarios)". Por eso, a "ellos" hay que exterminarlos. Sean quienes sean.
Microrrelato ocho: me llevo todo lo que pueda de Venezuela, vendo cualquier cosa en Colombia
De nuevo: sin comentarios…


Microrrelato nueve: la Colombia que para ellos no está
Mientras a muchos de estos emigrantes los persiguen sus fetiches, algunos colombianos nos cuentan lo que los fetiches no dejan ver.


Amén.

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