Autor: Enrique
Dussel
Se nos ha
ido un gran intelectual latinoamericano, que con otros críticos en la década de
1960 lanzó uno de los grandes hallazgos de la cultura latinoamericana, que se
expandió globalmente, junto al boom literario y la teología de la liberación,
la denominada teoría de la dependencia. Theotonio dos Santos, quien hace
todavía unos meses nos visitó en la universidad en Toluca, siguiendo los pasos,
entre otros, de Rui Mauro Marini, definió los términos de esa teoría que estuvo
de moda hasta 1975 aproximadamente, cuando en el importante congreso de Quito
de sociología fue declarada no marxista, por no tener espacio teórico en el
pensamiento marxista, opinión, por ejemplo, de Agustín Cueva. Lo cierto es que
en 2000 Theotonio volvió a exponer la teoría de la dependencia, mostrando su
vigencia y el error de los que la descartaron de la interpretación de una de
las causas de la pobreza latinoamericana, por la transferencia de plusvalor de
los capitales globales nacionales de los países subdesarrollados hacia los más
desarrollados (cuestión que hemos tratado largamente en nuestra obra 16 tesis
de economía política, Siglo XXI, 2015). Theotonio no se manejaba por las modas,
las creaba, las imponía, y por ello la teoría de la dependencia permanece
debajo del tema de la globalización y la descolonización necesaria de la
economía latinoamericana. En efecto, los creadores, los innovadores no se
atienen a las modas pasajeras, porque las modas desaparecen pronto. Los
creadores no siguen las modas, sino que las imponen al descubrir nuevos
aspectos esenciales de la realidad presente, que, de paso, se encuentra debajo
de las modas futuras. De la misma manera hay intelectuales que opinan que la
descolonización epistemológica (que Nelson Maldonado-Torres llama giro
descolonizador) es una moda que esperamos pase pronto. Aunque sean colegas
amigos y críticos, queremos expresarles que ni la teoría de la dependencia ha
pasado, ni tampoco la descolonización epistemológica es una moda pasajera. Los
que así opinan son los que pueden o no adoptar una moda, pero no son los que
descubren creadoramente hipótesis de trabajo que responden a aspectos reales de
profundidad, debajo de las apariencias, y por ello no son modas y menos
pasajeras, sino supuestos epistemológicos de largo plazo. La teoría de la
dependencia y la descolonización epistemológica, que están modificando las
preguntas, el cuestionamiento, la currícula de las ciencias sociales y los
campos de estudios de las universidades en todo el mundo, organizándose aun
como secretarias o ministerios en los estados del sur global, que ponen en
crisis el concepto de modernidad, de eurocentrismo, de capitalismo, lejos de
ser una moda están recién dando sus primeros frutos crítico-teóricos. Quizá
desde Europa el panorama es diferente, pero no desde América Latina. Y ambos
presupuestos teóricos se articulan recíprocamente. He dicho que la teoría de la
dependencia estudió la transferencia de plusvalor de los capitales globales
nacionales de los países subdesarrollados (es decir, en la 12 terminología de
K. Marx: con composición orgánica inferior) hacia capitales nacionales de los
países más desarrollados. El concepto de desarrollo es estrictamente de Marx
(inspirándose en Hegel) y no se trata de algo extraño al pensamiento de Marx de
inspiración burguesa. Si la explotación vertical del capital sobre el trabajo
fue expuesto largamente por Marx en el tema de la acumulación del plusvalor
como capital, la explotación horizontal de un capital (más desarrollado) sobre
otro (menos desarrollado) en la competencia del mercado mundial fue igualmente
sugerida por Marx. Hoy México sufre una transferencia gigantesca del sur global
al norte más desarrollado en las mal llamadas reformas estructurales. La teoría
de la dependencia y la descolonización práctica y epistemológica muestran esa
transferencia y están justificando gobiernos que se opongan al neoliberalismo
que empobrece nuestras naciones. Pensar que son modas pasajeras es escuchar el
canto de las sirenas que propalan los medios de comunicación, la mediocracia.
Hoy es necesario conocer y justificar teóricamente las explicaciones más
coherentes que muestran las causas estructurales de la pobreza en México y
América Latina, y no opinar que son meramente modas pasajeras que es bueno que
desaparezcan en el corto plazo, por un falso prurito de no estar con las masas
que siguen modas, y mantenerse en la caja de cristal con las manos limpias (que
tanto criticaba J. P. Sartre de la izquierda de su tiempo). Y es ese miedo a
las manos sucias el que paraliza a los intelectuales que intentan por todos los
medios que no se piense que colaboran con proyectos ambiguos populistas
(llamados bonapartistas por el partido de izquierda del pasado, confundiendo
con E. Laclau lo popular con el populismo). Ellos están en proyectos de largo
alcance, limpios de ambigüedades, aunque también lejanos a la historia empírica
cotidiana y protegidos por la lejanía de situarse en los cielos puros de las
ideologías revolucionarias imposibles fácticamente. Theotonio perteneció a la
izquierda que se ensuciaba las manos junto al pueblo brasileño, después del
largo exilio en Chile y en México. Fue un auténtico intelectual orgánico en las
luchas populares del gran país de América del Sur, que no le tocará ya ver
nuevamente a Lula como presidente, para dar dos pasos adelante nuevamente,
después del paso atrás que se está dado en la historia reciente de nuestra
América.
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