Por
José Javier León
La economía verdaderamente productiva es un derivado histórico de la crisis inducida por los ataques del imperio norteamericano. Antes conocíamos una economía esencialmente parasitaria, adicta a los petrodólares y fundada en los apellidos que extienden sus raíces en la Venezuela goda y colonial.
La economía productiva, novedosa, inédita, pujante, que la parasitaria no dejaba nacer a punta de oligopolios, boicot y una competencia desleal porque competía con dólares baratos del Estado, que por supuesto no producían sino que administraban como una caja chica familiar, comprando todo en el exterior y haciendo impensable la producción nacional.
La economía productiva, insisto, que estamos conociendo desde el giro de timón que impulsó el presidente Maduro a partir de 2018, ha sufrido los ataques de los parásitos que pararon PDVSA en el 2002 y la sometieron a un ataque bestial desde el 2013.
Pues bien, llegadas las elecciones, esa economía, ahora sí, verdaderamente productiva está en un dilema, porque el gobierno le ha demostrado con creces que con alianzas el país y ellos crecen. Ante esta evidencia de datos y números, los apellidos parásitos están al acecho. Creyeron que al destruir el ingreso petrolero el país colapsaría, pero la liebre saltó...
...y de dónde menos se esperaba. De los empresarios grandes y pequeños, que apostaron por el país y con esfuerzo propio e ingresos propios, se dedicaron cuando el país estaba en las últimas, a producir. Los apellidos parásitos y los gringos no se esperaban esa respuesta, sin duda milagrosa.
Hay dificultades, claro que sí, pero en estas elecciones se marcará una distancia inédita, entre una economía parasitaria y de apellidos que jugó más de un siglo con el hambre del pueblo, creando desabastecimiento para torcer voluntades...
... y una economía otra, diversificada, basada en el trabajo, la innovación, la ciencia y la tecnología, con talento venezolano, independiente de los petrodólares, que no parece estar dispuesta a crear escasez ni distorsiones para manipular el voto del pueblo...
Esta distancia cualitativa será clave en el triunfo de la revolución bolivariana y significa el desenganche de los caballos que nariceaban los EEUU cada vez que les provocaba. Se trata de una producción desideologizada, o al menos, no antinacional ni antipopular.
No tienen que ser chavistas, y claro que son capitalistas. Pero, por otro lado, los apellidos parásitos no se pueden llamar empresarios ni productores. Utilizaron el mercado y la producción con fines terroristas y hoy buscan el voto -y/o el Golpe de Estado- para seguir dependiendo de las migajas gringas.
Su única promesa y propuesta es volver a ese esquema lacayo, cipayo, de entregar nuestras riquezas a los gringos -privatizando-, mientras generan la ilusión de que producen, importándolo todo.
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