Premonición



Soñó que al día siguiente moriría. Decidió entonces no salir porque las tragedias en la calle son lugar común y en cambio, se sometió, irracional y prudente, a una domesticidad meticulosa, a un cuidado escrupuloso y maniático. Pasó el día y llegó la noche. Días y noches, uno tras otro. No se atrevió a romper la condena porque el sueño había sido más que premonitorio, vívido. Finalmente, muchos años después el sueño se hizo realidad. En la eternidad el tiempo no pasa y sólo hay un día y una noche única, irrepetible e invariable. Él, desde aquel entonces, ya estaba muerto. Pero, no lo sabía porque el muerto no sabe que lo está.

 

José Javier León


 

 

 

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