Dios proveerá




José Javier León
@joseleon1971_

Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan,
ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta
Mt 6:26

No tendría por qué llamarme la atención pero la oposición no deja de producir disparates, frutos del pastiche y la confusión a la que son sometidos por sus operadores ideológicos. El más reciente, la mofa a raíz de la expresión: “Dios proveerá”, empleada por el Presidente en su Mensaje Anual a la nación. 

El punto es que la población opositora es (o dice ser) mayoritariamente católica, o al menos, ha explotado ese perfil, de modo que la frase está en el repertorio de las enseñanzas bíblicas y especialmente forma parte de uno de los hitos más fecundos del mensaje evangélico, El Sermón de la Montaña, cuando llama a la espera confiada y amorosa en Dios, que no abandona jamás a sus criaturas. 

No obstante, la hermosa frase se constituyó en un motivo de burla y, como ocurre en estos casos, el Mensaje del Presidente y todo lo que lo rodeó, sus antecedentes y proyecciones futuras, pretendió ser invisibilizado por el latiguillo insensato e irracional. 

El uso religioso-popular (valga la redundancia) de esa frase no existe sin su contraparte: A Dios rogando y con el mazo dando, o bien, ayúdate que Yo te ayudaré. Es decir, en un sentido más terrenal si se quiere, sólo podemos confiar en Dios si trabajamos para que el favor ocurra, nada podemos esperar si nos sentamos a esperar que caiga del cielo. Y eso exactamente es lo que ha hecho el presidente Maduro, quien no más amaneciendo el nuevo año se arrancó en una gira que incluyó a los países productores de petróleo, atendiendo a la caída abrupta de los precios del crudo, con el fin de amarrar convenios, financiamientos y proyectos, en el afán bolivariano y chavista de construir para Venezuela pisos cada vez más seguros para su desarrollo. Se reunió además, valga recalcarlo, con dos de los más influyentes países en la economía y la política real, uno de ellos, China, la primera potencia económica. 

En otras palabras, Venezuela se suma con voz y presencia propias al concierto de las naciones que están si se quiere aislando a las naciones guerreristas y decadentes hegemonizadas por EEUU y la entidad sionista. Lo que representan está en franca decadencia y su caída está poniendo en riesgo la paz mundial. De ahí el fino ajedrez geopolítico que Rusia está llevando a cabo para no caer en el caos de la guerra al que EEUU y sus lacayos europeos, afincados en Ucrania, Siria, Irán, etc. están empujando insensatamente. 

Esa gira, sumada al esfuerzo de reorganización popular que desde el año pasado, incluso en plena insurrección terrorista, lleva a cabo el gobierno de Maduro, con la creación de los distintos Consejos de Gobierno, con Mujeres, Deportistas, con cultores, con campesinos y campesinas, etc., más un conjunto de leyes hechas al calor de la batalla y para atender problemas puntuales y estructurales, todo eso, hace parte de un despliegue contraofensivo que debería, a los chavistas, comunicarnos confianza y fuerza. 

En otras palabras, el Dios proveerá no vino solo; su contexto es un conjunto de acciones, un despliegue producto de la planificación y del análisis de diversas coyunturas, como corresponde a un gobierno socialista, popular, verdaderamente democrático. No cae en el vacío de la inacción, en la fe irresponsable, sino que se fortalece en el hacer. Es la espera de tiempos mejores mientras se trabaja duro –con fe, esperanza y alegría- en su construcción; vale decir, como trabajan o deberían hacerlo todos los cristianos.

En cambio los fariseos de ayer y de hoy hablan de fe sin trabajar verdaderamente en ello; en su reino de apariencias se arrogan el derecho a capitalizar los misterios del ocio esclarecido e iluminador mientras que el trabajo visto como maldición, servidumbre y castigo lo tienen bien merecido los otros (o sea, nosotros). Los fariseos no esperan nada, son materialistas desesperanzados, y en verdad, no creen en Dios ni en nada que se le parezca, creen en el potencial material del dinero y en los intereses deshumanizados de la riqueza y la prepotencia. Los fariseos no creen en Dios, utilizan Su nombre para fomentar el desprecio a lo humano, a la belleza y a la vida en todas sus manifestaciones. Los fariseos están muertos en vida.

Por eso Jesús los despreció. Por ellos dijo: hagan lo que dicen, nunca lo que hacen. Los llamó sepulcros blanqueados, limpios por fuera, asquerosos por dentro. Son ellos los que hoy se ríen con la frase: Dios Proveerá.

Ellos, que aman el caos y el control fascista del dinero (obsérvese que siempre que siembran el caos, el pueblo gana muerte y destrucción y los recursos van a las trasnacionales), ellos que detestan la planificación y la organización, que abominan del trabajo, jamás podrán entender lo que significa confiar en Dios como referencia última de las acciones humanas. Como para ellos Dios no existe, se apoyan sin esperanza ni fe en supuestas acciones racionales deshumanizadas, pero sobre todo, privadas de alegría porque su fin no es la felicidad de los pueblos sino la acumulación de capital. 

El capitalismo no sólo es deshumanizador sino desencantador. Su dimensión religiosa –aunque lejana y en nada correspondiente a nuestra cultura- estuvo en sus orígenes vinculada al trabajo, a la austeridad y al desprendimiento, pero hoy, cuando estos valores puritanos han sido devorados por el egoísmo y el individualismo, no quedan ni rastros de su presencia trascendente y, sin fe, el capitalista de hoy se prosterna sin memoria –tal una cosa desalmada- a los pies del dinero, del capital financiero, de las ilusiones que procura, exactamente como ante un ídolo falso. 

Sólo el que Trabaja puede esperar (algo de) el Absoluto. Sólo el que obra puede aguardar esperanzado los frutos del tiempo, que son los de la paciencia, la disciplina, los del amor sereno y sin tribulaciones a la vida y a lo que esta nos da, pródiga como es. Para quien trabaja, vivir es ya un milagro. Por eso cuando trabaja –con su dedicación y entusiasmo, con su creatividad- devuelve a la vida lo que ésta le da. Ese es el sentido sabio, cristiano, amoroso de la frase: Dios Proveerá.

Los escuálidos no la entienden ni la entenderán, malviviendo como lo hacen del bachaqueo, del contrabando, de la explotación, del odio, del desprecio a sus semejantes, de la raspadera de cupos, del hambre insaciable de dólares podridos. 

Están obsesionados por el dinero y sólo a este becerro provecto le sirven.





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