En el argot político venezolano tal vez no exista una palabra más abusada que la palabra “crisis”. Se usa para querer expresar y condensar toda situación, todo lo que nos pasa. Sin duda se trata de una expresión impuesta por los medios de comunicación y claro está, por los dueños de los medios es decir, por los poderosos que manejaron a su antojo las claves emocionales de los venezolanos y venezolanas. La inoculación de la crisis les trajo muchos beneficios sobre todo electorales cuando Venezuela se repartía entre adecos y copeyanos. La “crisis” aparecía cada 5 años para hacer desaparecer los “productos básicos” que componían la Cesta de Productos (de la empresa) Polar, en perfecta alianza con la dirigencia política. Los partidos se turnaban en el poder administrando la crisis, el complot con las empresas monopólicas de producción y distribución de alimentos y los medios de comunicación disponían los ritmos y ciclos de las crisis mientras el pueblo padecía ilusiones de abundancia y terror ante la escasez. A todas estas, la extensa red de pequeños comerciantes diseminados en todo el territorio nacional y surtidos por las mismas empresas de alimentos, se encargaban de dorar la píldora, ejerciendo la tiranía del bodeguero haciendo suyas las prácticas del empresario, escondiendo y especulando, sintiéndose empresarios como los grandes. Se trataba de una red de chantaje y extorsión que traficaba con las necesidades del pueblo, del vecino, para obtener beneficios políticos y en definitiva económicos. Mantenerse en el poder creando ilusiones de cambio les permitía acceder por turnos a la renta petrolera, negocio que administraban directamente las empresas gringas pero que le dejaba a la casta político-empresarial pingües ganancias. Mientras tanto, la pobreza alcanzó el 80 por ciento y la extrema el 50. Hasta que el pueblo no se caló más la farsa del acaparamiento y reaccionó contra el plan de shock neoliberal y estalló el 27F del año 89. Y ese estallido repercutió en el 4F del 92. Chávez surgió de las entrañas de la historia patria y rompió los esquemas de la vieja política. El bipartidismo, el quítate tú pa ponerme yo se descalabró, pero la vieja casta politiquera, con poder y acceso a los monopolios de producción y distribución, ha pretendido seguir usando el chantaje y la extorsión creando desde el mismo advenimiento de Chávez al poder las condiciones para que surja el “cambio”. Siempre la misma receta, acaparamiento, especulación, escasez, inflación inducida… Pero desde 1999 la receta no ha funcionado como esperaban. Las claves emocionales de la población cambiaron de fuente. Sin embargo, con la desaparición física de Chávez intentaron demoler las claves de la conexión del pueblo con el proyecto bolivariano. La arremetida contra los valores y símbolos ha sido criminal. Han buscado dejarnos sin patria física pero sobre todo sin patria espiritual. Hemos sufrido una larga y extensa guerra de lento exterminio, boicoteando el acceso a alimentos y medicinas. La derecha se ha cebado en el mal. Sin embargo, milagrosamente, hemos resistido. La conciencia despertada por Chávez nos ha permitido avanzar en medio de terribles ataques que han tenido como blanco las mujeres, los ancianos y los niños, por un lado, y a los trabajadores y trabajadoras por el otro. La derecha (empresarios y medios de comunicación, aliados a los sectores más retardatarios de la iglesia y ONG’s fachadas del Departamento de Estado) lo ha hecho todo para lograr que el pueblo renuncie a Chávez y a Bolívar. No han escatimado recursos e incluso han recurrido a la especie criminal del terrorismo, importando prácticas desconocidas para el pueblo venezolano como el sicariato, el asesinato político, la desaparición y el descuartizamiento. Recientemente, incluso el magncidio. Sí, lo han intentado todo. Sólo porque el pueblo llegó al poder con Chávez, y sobre todo porque un trabajador, un obrero, está al frente del Estado. La pugna histórica entre el capital y el trabajo se expresa hoy intensamente en la República Bolivariana de Venezuela. Y la guerra del capital contra el pueblo está dirigida a destruir la relación trabajo-salario. Quieren, necesitan, que los trabajadores sintamos que de nada sirve trabajar, que la única opción está en migrar o en ser explotados en trabajos que nos permitan al menos sobrevivir. Han hecho hasta lo imposible para que se nos haga invivible e insoportable el ser venezolanos, ser venezolanas. Han cometido el peor de los crímenes, atentar contra la identidad y contra la integridad de la Patria. Han buscado desmantelar la infraestructura material pero fundamentalmente, la espiritual que sostiene la idea de Nación y País. Desde la derrota electoral de 2015 en las elecciones por la AN ha habido una recomposición de fuerzas que le han permitido a Nicolás Maduro obtener rotundas victorias que han creado un sólido contrafuerte a los ataques de la oligarquía nacional e internacional. Pero esas victorias y la paz que han traído consigo tienen un soporte fundamental, la unidad cívico-militar, legado inmenso del Eterno Presidente Chávez. El capital ha enfilado todas sus baterías para quebrar la moral del pueblo y hacer que la corrupción destruya las bases de la revolución bolivariana. Lo han intentado todo, pero hoy, 10 de enero, el Pueblo se Juramenta como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela y su líder, el presidente Nicolás Maduro, se yergue incuestionablemente como el gran timonel Conductor de Victorias. Asediado por el Imperio más cruel y criminal que haya existido, con vecinos hostiles y agresivos, con una quinta columna racista y apátrida, se ha consolidado como digno representante del pueblo y en símbolo de resistencia y dignidad para todos los pueblos de mundo. Chávez no se equivocó. Los ataques que ha recibido el hermano y camarada Nicolás Maduro no tienen parangón en la historia, sin embargo, plantado frente a las adversidades, sigue en pie cimentando las bases para la esperanza y prosperidad y por eso el pueblo sabio y paciente, pero aguerrido y alerta, lo acompaña en el empinado camino de la construcción de la Venezuela potencia, la Venezuela próspera para Todos y Todas. Vencer al capital es lograr que el trabajo esté primero y por sobre todas las cosas, pero no el trabajo explotador sino creador, el que está unido a la ciencia y al conocimiento, a la alegría de vivir y transformar. Es el trabajo que reivindica y cura las heridas, el trabajo que nos reconcilia como hermanos y con la tierra que fructifica. Es el trabajo que va más allá de su relación salarial porque es la fuente de la vida. Vencer al capital es trabajar para el bienestar y no por las estólidas ganancias del lucro individual. Como trabajadores y trabajadoras académicas, hijos e hijas de Simón Bolívar y Simón Rodríguez, decimos que,
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