La Curva de Molina y el Sambil


Lo periférico alude a lo que es marginal de los muchos centros de las ciudades, lo que incluye hasta los centros comerciales. Pero lo que nos importa anotar es que centro y periferia están en permanente desplazamiento. No sólo el centro en su sentido físico. Como el centro de la ciudad, que se corre permanentemente, sino el centro como centro de poder o centralidad ideológica.”
Armando Silva (2006) Imaginarios urbanos. Nomos. Colombia

Presentación
Este trabajo es el fruto de varios semestres dedicados a reflexionar sobre diversos temas en torno a Maracaibo. Muchas vertientes asoman y queremos continuar indagando. Dasmeli, Evequín, César, Raúl, Evelyn, entre otros, hemos ido construyendo, en este caso, argumentos en torno a un lugar, La Curva de Molina, que por muy frecuentado resulta invisible. Si en cambio nos acercamos, nos descubre y nos revela. Un “así somos” empieza a iluminarnos.

La Curva de Molina
Uno de los caminos para llegar a la UBV, acaso el más empleado por la comunidad ubevista de Maracaibo y otros municipios foráneos, es el que pasa por “La Curva de Molina”. Se trata de una cruceta formada por la intersección de varias rutas que allí se inician o concluyen, según la dirección que se tome. Estamos hablando del inicio o el final de la avenida La Limpia, según se venga o se vaya al Centro. Es el comienzo o el final del Corredor Vial “Chino Julio”, según se venga o se vaya a la Bomba Caribe. De allí, arrancan las carreteras a La Concepción o a Cachirí. En total cuatro rutas que van definiendo desde ya el polifacético perfil de este lugar.

La Curva se encuentra en el oeste de la ciudad de Maracaibo y funciona como un nudo límite. Desde el punto de vista social y comercial es el punto más dinámico de este sector, y es adonde confluyen, derivan o escurren las rías de actividad de este lado de la ciudad.

En La Curva se consolidó un mercado que abastece una amplia gama de necesidades de las barriadas y poblaciones vecinas. Hacia La Concepción y especialmente cuando nos internamos por las carreteras que empalman con esta vía, hacia La Rinconada, percibimos grandes extensiones de tierra dedicadas a la siembra, amén de los restos (algunas casas y los nombres de algunos barrios) y presencia de los llamados Hatos. La actividad agropecuaria debió depender de un mercado cercano, puesto que el Centro de Maracaibo se encuentra bastante alejado. La Curva pues (o lo que luego se llamaría así), debió albergar desde entonces esta actividad.

Lo decimos también, porque las rutas que conducen a Cachirí, y en general a los municipios indígenas de Mara y Páez, pasaban (como lo siguen haciendo hoy) por este lugar, permitiendo el abastecimiento y la compra de diversos productos. Esta tesis la confirma el hecho de que en La Curva actualmente se consiguen alimentos a granel, en saco, para animales y consumo humano. Años atrás es probable que sólo se vendiera y comprara al “mayor” para suplir necesidades de haciendas y comunidades campesinas que avanzaban en caravanas de recuas hasta el mercado, para conseguir también productos agropecuarios y pesqueros de la Concepción, Mara y Páez, y por supuesto, los que provenían del Sur de Maracaibo y de otras partes del Zulia, que se aproximaban hasta el Centro por el puerto.

La Curva en sus inicios sería pues un lugar de aprovisionamiento para las comunidades y poblaciones cercanas, a las que en todo caso les resultaba mejor acercarse hasta aquí en lugar de continuar hasta el Centro de Maracaibo.

Decimos La Curva pero ciertamente este nombre proviene de la historia más reciente de este lugar. Estamos hablando de mediados del siglo XX, cuando según los testimonios de habitantes y comerciantes del sector, justo donde se encuentra hoy una estación de servicios, vivía un señor poderoso apellidado Molina, quien poseedor de una ferretería (negocio estable) celaba la ocupación de su “frente” y no permitía el asentamiento de vendedores ambulantes, hoy buhoneros o vendedores informales. El prestigio del señor Molina daría por extensión el nombre a todo el sector, cuando los habitantes y asiduos se refirieran a la curva “de” Molina, marcando así la extensión física pero esencialmente simbólica de su propiedad. En cualquier caso, lo relatado hasta aquí son versiones recogidas a través de comerciantes y vecinos, algunas de las cuales mencionan la calidad humana del personaje.

En el año 1964 se funda uno de los barrios cercanos a La Curva, “Raúl Leoni”. Los habitantes ocupan un terreno destinado por la municipalidad a ser un cementerio. Cuando esto ocurre, ya el mercado estaba allí, amén de otros barrios. Es probable que la actividad comercial que (se) generaba (en) este cruce de vías actuara como un imán para grandes contingentes humanos que comenzaron a conformar la periferia de esta parte de la ciudad.

Este trabajo que presentamos no se ocupará de la conformación del mercado de La Curva (de la cual sólo se sugieren algunas hipótesis) ni de la constitución de la periferia de Maracaibo, ambos temas apasionantes y que ocuparán la atención de este equipo de investigación, sino que en esta oportunidad se encargará de sostener una comparación entre La Curva y el Sambil, gigante centro comercial ubicado al norte de la ciudad.

La Curva y el Sambil, perifericos
Por lo que llevamos dicho el de La Curva es un mercado periférico, surgido del cruce de importantes vías de comunicación que conectan la ciudad de Maracaibo con la Concepción y el municipio Mara. Es un mercado para la compra venta de alimentos a granel, al mayor y al detal, de donde se surten las poblaciones cercanas, las inmediatas que han ido creciendo a sus márgenes, o las más lejanas. Se puede afirmar que en La Curva se consigue “de todo”, como testimonian sus usuarios, ahorrándose el trayecto hasta el Centro o al interior de la ciudad.

Los negocios de La Curva van desde las tiendas por departamentos hasta las confiterías de los buhoneros, pasando por las tiendas de electrodomésticos y las mueblerías. Árabes, chinos, portugueses, colombianos, venezolanos y wayuu, comparten el espacio, cada grupo definiendo sus prácticas y sus productos de comercialización. Mas lo que aquí nos interesa observar es cómo el mercado de La Curva responde a una necesidad de aprovisionamiento de las poblaciones vecinas, de donde se deduce que es geográficamente necesario, esto es, que no puede existir en otro lugar sino aquí, donde las rutas mencionadas se encuentran (intentar mudarlo sería destruirlo, y si en ese caso las rutas no se modificaran no tardaría en reproducirse nuevamente.) Se trata pues, de un mercado que surge de la necesidad de sus usuarios y que ha ido creciendo de acuerdo a esta principal característica.

El Sambil por su parte, puede existir en cualquier lugar de la ciudad, en sus alrededores o en su interior, pero no tiene una necesidad geográfica específica, salvo el vacío. En otras palabras, no fue generado por la sociedad, por los habitantes o los vecinos, simplemente apareció respondiendo a intereses mercantiles ajenos a la sociedad. Que luego los usuarios lo asuman “necesario” es otro asunto, lo cierto es que no nace de la relaciones entre el espacio y la sociedad, entre los flujos de población y sus necesidades reales de aprovisionamiento y alimentación.

El de La Curva es un mercado para usuarios en tránsito, que pasan por ahí para seguir a sus destinos, de habitación o de trabajo, que adquieren lo necesario y en cantidades que se pueden llevar en pequeños paquetes o bolsas. Muchas son las rutas de transporte público que llegan o salen de La Curva, porque está claro que no se trata de un lugar para “visitar”, para la permanencia, sino que existe exclusivamente como lugar de tránsito y aprovisionamiento.

Que no sea un lugar para permanecer lo hace antípoda de mercados del tipo mall, en los que se permanece y pasea como nuevos lugares de socialización. En La Curva la socialización es meramente comercial y mercantil, y no se generan salvo accidentalmente encuentros que requieran de mayor tiempo y de espacios más adecuados. Por ejemplo, los lugares de comidas rápidas (si a lo lugares para comer añadimos encuentros interpersonales duraderos), son abundantes pero pequeños y con muy pocas mesas, y en algunos se consume simplemente de pie. Se come para seguir de largo o se elige comida para llevar, no para asegurar mayor tiempo de permanencia.

Un mercado como La Curva, que responde a prácticas sociales, marcadas por la necesidad tiende a transformarse, a ser dinámico, flexible, pero de un tipo de dinamismo que acuerda con las prácticas sociales que le dan existencia. Esto explica la versatilidad y el acomodo a las modas. Pero también, el impacto del contexto mediato e inmediato en su dinámica interior. En otras palabras, La Curva se vería afectada por transformaciones urbanas importantes como la que pudiera introducir un transporte masivo como el Metro, del cual ya está proyectado que forme parte.

La Curva depende del flujo de personas que viajan en transporte público, en carros por puesto, microbuses y buses; es más, son muy pocos los autos particulares estacionados para efectuar compras o hacer diligencias en La Curva, porque de hecho y naturalmente no tiene estacionamiento, exceptuando el frente de algunos comercios. Lo más frecuente es que los autos particulares decidan estacionarse donde mejor lo consigan. La policía municipal hace con frecuencia operativos de orden público para asegurar la afluencia del tránsito despejando estos estacionamientos improvisados y controlando el acceso en las paradas de los “carritos” por puesto.

El mercado de La Curva es el efecto de la aglomeración de comercios menores y mayores en las márgenes de las vías que ahí se encuentran, aprovechando precisamente el flujo, el tránsito diario. Su naturaleza es rizomática y observando con atención se descubre un ritmo, una lógica. En efecto, en la ruta que lleva al municipio Mara se encuentran las ventas de carne, pescado, granos y comida para animales por sacos y a granel, verduras y plátanos, fundamentalmente. Del lado de “Chino Julio” venden ropa, CD y DVD, reparan zapatos, relojes. También se consiguen supermercados y tiendas por departamentos, pequeñas ventas de comida, un par de panaderías e igual número de carnicerías. Las verduras y las fruterías se mantienen, aunque no en igual número. Del lado de la avenida La Limpia, lo abigarrado comienza a despejarse, se encuentran tarantines con ropas y zapatos, algunas peluquerías y ventas de ropa formales o de local permanente, pero también ventorrillos y asaderos de carne. Por el lado de la Concepción, las ventas de ropa desaparecen y quedan los vendedores de electrodomésticos, DVD y televisores, equipos de música portátiles, ventiladores y algunas ventas de comida. Se observa con claridad que los negocios y el abigarramiento, la cantidad y variedad de ofertas, se orientan en dirección a los populosos barrios cercanos, Raúl Leoni, el Marite, Pinto Salinas, 12 de Marzo.

La Curva real, el Sambil virtual
El mercado de La Curva es esencial para los barrios aledaños, en tanto que los abastece de todo lo necesario. Para los que vienen o van a La Concepción es un lugar de paso, tanto como para los muchos que van o vienen por La Limpia. Una imagen aérea nos descubriría que en dirección a las barriadas el mercado ofrece una gran variedad de tiendas, en filas que culebrean al borde de la carretera, creando angostos pasillos.

Un mall lo vemos en cambio, cerrado y fuertemente limitado. Tienden a ser mastodónticos precisamente porque están concebidos para concentrar y no para crecer, no están hechos para extenderse en el tiempo sino para un presente que no pasa, para un tiempo detenido. De ahí su rectitud, su cuadriculación, su fijeza.
Un mercado como La Curva sufre desde leves metamorfosis cotidianas, cuya novedad puede pasar inadvertida, como un tenderete nuevo, una mesita con teléfonos, una venta provisional de pasteles, hasta otras no tan leves, en todo caso se trata de movimientos regidos por leyes internas, códigos controlados por poderes locales o municipales difusos. Resulta obvio que donde se crucen las rutas acontezca la mayor densidad de negocios, mas resulta interesante observar cómo la actividad comercial hacia el norte tiende a fortalecerse, sobre todo acusando el hecho de que el gobierno nacional avanza en la construcción de la Ciudad Educativa del Marite. Cerca del cruce, en la isla que divide las dos rutas, los negocios han aprovechado el mínimo espacio y prácticamente la mirada se consigue únicamente con negocios a pesar del intenso flujo de autos y buses, visión que contrasta con el horizonte despejado hacia La Limpia.
Por todo lo dicho, concluimos que un mercado como La Curva, hecho al ritmo de las necesidades, de acuerdo al tráfico de personas e intereses, integrado y constituido por los reflujos y reflujos de las comunidades y poblaciones que lo cruzan y allí se abastecen, genera dinámicas urbanas que replantean las ideas tradicionales de la ciudad de Maracaibo. Muchas personas de estos sectores, sobre todo los jóvenes, no “conocen” la ciudad de Maracaibo que aparece en la prensa o la televisión, la Maracaibo turística, la de las vallas, la de las postales, la ciudad que ofrece productos culturales y artísticos, etc. La periferia se torna suficiente y necesaria para sus ritmos y modos de vida. La Curva entonces deviene centro, toda vez que la ciudad tradicional se ha descentrado.

Ahora bien, el descentramiento que introduce el Sambil (ubicándose en una periferia virtual, en un espacio suspendido del tiempo y espacio real, uno de los no-lugares descritos por Marc Augè), responde a dinámicas exógenas, alejadas, extrañas a los movimientos de la vida de Maracaibo y de las poblaciones vecinas o cercanas, pues responde a las dinámicas del mercado internacional. El Sambil aparece y a él se va. En cambio, La Curva estuvo, está y por ahí se pasa, se cruza, se vive. La Curva hace rato que descentró a Maracaibo, como lo viene haciendo el Kilómetro 4, por ejemplo, al sur de la ciudad, o “Los Plataneros”. Decimos que hace rato, porque el Sambil descentra las prácticas comerciales formales, las aduaneras, las capitalistas de remozado cuño. El Seniat, por poner un ejemplo bien contrastante, poco puede en La Curva.
En otro orden de ideas, la crítica sobre la ciudad contemporánea ha dado demasiada importancia al descentramiento que introducen los malles (como se puede leer en líneas del tipo: “El centro es descentrado en un nuevo eje: la torre de control corporativa articulada al Mall que marca el nuevo perímetro urbano”), ello responde a que la crítica ha sido ancilar al capital y al mercado, y porque siempre se ha visto a las sociedades con la perspectiva y a partir de los problemas que atañen a las elites. Descentramiento y red estamos viendo que son naturales de los movimientos y flujos populares. Despegados del poder central, excluidos y desechados por la cultura dominante, han tendido redes de solidaridad y redes mercantiles resistentes al marginamiento de los poderes centralizados y despóticos. Los pobres han sobrevivido, y de electores esperanzados y una y otra vez engañados, pasaron al escenario político como los bárbaros en las ciudades cuadriculadas del Imperio. El pensamiento elitista fabricador de Gobiernos y Estados quiere devolver el golpe, cuando evalúa su profunda crisis y apela a las redes, a la horizontalidad, como si fuera una virtud y un desenlace de los flujos de capital virtual, financiero, acomodando dichas ideas y prácticas a la desregulación y la globalización. La semejanza no obstante es sólo aparente: las redes del pueblo son naturales porque no hay otra manera de vivir en sociedad a menos que se postule y se logre sobrevivir en el absoluto aislamiento.

Por cierto, valga recordar que las comunidades periféricas, marginales, excluidas de las grandes ciudades, que habían luchado por la tierra y por los servicios básicos, que construyeron sus casas y aprendieron o pusieron en práctica, sobre la marcha, todos los oficios necesarios para el levantamiento de sus barrios, fueron en su momento sometidas a una sistemática desmovilización con la aparición de aparatos del Estado que segaron su rebeldía y autosuficiencia. Estas figuras, las Juntas Promejora, que luego derivaron en Asociaciones de Vecinos, languidecieron hasta desaparecer con los partidos políticos y el caduco Estado paternalista, desplazados en primer término por el neoliberalismo como etapa culminante del capitalismo y después por los pueblos indignados contra sus políticas de ajuste.

Un producto cultural como el mercado de La Curva generado por las prácticas sociales y comerciales de poblaciones específicas, hace tiempo hizo posible no sólo el descentramiento sino la articulación en redes y nudos que hoy son el salvavidas o la panacea (en lo que a la gente respecta sólo teóricas, puro divertimento intelectual, justificadoras entre otras muchas cosas del nuevo trabajo a destajo, freelance, sin seguridad social y caníbal) de las sociedades capitalistas, apegadas al pensamiento cibernético.

El centro descentrado por el Sambil responde a los intereses del mercado; el viejo y populoso centro en la periferia, que es La Curva, está formado por el ir y venir de la gente. El Sambil morirá con el mercado corporativista cuando la energía que mueve al american way of life se apague con el último mechurrio o se arrase el último bosque, tal vez antes, cuando otras prácticas de producción y consumo sean generadas por un mundo distinto. No debemos en cambio desestimar la posibilidad de que por La Curva, en esos años postreros o de alba, si el desastre nuclear no anula cualquier otra alternativa, por ese cruce de caminos y destinos acaso pasen lentas recuas de mulas.
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Ver:
“La estación Curva de Molina se va a conectar con un metrobus a la vía alterna. Hasta Curva de Molina seguiría siendo la línea 1, etapa II, estamos hablando de 11 kilómetros, es decir, que tenemos 11 estaciones más, lo que da un total de 17. Esto, comprendería la línea 1”
En: http://www.mci.gob.ve/reportajes/2/5785/con_el_metro.html
Ver información sobre la Ciudad Educativa en: http://www.mci.gov.ve/noticias-prensa-presidencial/28/9691/arranca_el_programa.html

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1 Comentarios

  1. hola señor León leí este trabajo de La Curva de Molina y el Sambil me pareció excelente. Soy estudiante de comunicación Social de la Universidad del Zulia y en estos momentos estamos comenzando con nuestro trabajo de grado y hemos elegido como tema La Curva de Molina hacer una investigación sobre ella y hacer un documental audiovisual . Queríamos Saber si nos prestaba su ayuda con alguna información extra que tenga sobre La Curva. De ante manos muchas gracias. Acá de dejo mi correo para que nos pongamos en contacto Elianikarelys@hotmail.com se agradezco su apoyo

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