La estrategia aquí
consistió en mezclar dos eventos que sólo para una persona
desinformada pueden formar parte de una misma tendencia, de un mismo
movimiento, cuando en verdad no son sólo distintos sino antípodas,
y lo peor, desde una perspectiva -precisamente la que afecta al
poder- hacen parte de una forma de manifestarse la violencia del
capital contra los pueblos. El artículo escamotea la verdad y
esconde la terrible relación que sí hay entre las (supuestas) "protestas" (supuestamente) reprimidas y la represión en México, nada supuesta sino horrible, a la vista del mundo, mientras Peña Nieto sigue muy
campante pidiendo que se pase la página, ya qué tanto!
El artículo en cuestión
es “¿La protesta como una moda?” de Katherine González,
estudiante como ya se dijo de Comunicación Social en la referida
Universidad, ubicada en la capital de Venezuela, Caracas. Para la
joven, lo que ve a través de las pantallas de televisión como
“protesta estudiantil” es una sola cosa, en efecto, para ella son
solo “estudiantes” que “protestan” y, por ese filtro pasa las
“protestas” en Ucrania (sí, como lo acaba de leer), las de
Venezuela (por supuesto), las de Túnez, las de Chile, Hong Kong e
incluso, así lo dice, México.
¿Qué no ve? Que no en
todas han participado estudiantes, que en algunas los estudiantes han
sido utilizados por poderes externos y que, de todas, las
verdaderamente estudiantiles han sido protagonizadas por la juventud
chilena y por los normalistas mexicanos. Éstas últimas de paso,
terriblemente reprimidas y en México en particular,
culminadas en masacre, de la cual la de los 43 es sólo punta de
un iceberg de crímenes inenarrables.
La joven se pregunta:
¿por qué los políticos no satisfacen las necesidades del pueblo?
Mas, como no tiene claro quiénes protestan, ni qué contenidos
ocultan dichas protestas (como sucedió en Ucrania, por ejemplo, que
ni eran estudiantes ni eran protestas sino puestas en escena de
terrible violencia callejera con muertos de verdad verdad, impulsado
todo ello por sectores de la ultra derecha -nazis para más señas-
que propiciaron la caída del gobierno pro-ruso de Kiev como parte de
un plan de la OTAN para debilitar a Rusia), en otras palabras, la
joven desconoce quiénes y qué cosas se mueven detrás, de modo que
difícilmente podrá responder a esa pregunta.
Mas lo interesante es que
la pregunta que titula el artículo difiere de la que se hace al
interior: arriba se pregunta muy sociológica y posmodernamente si la
protesta es una moda; al interior en cambio, se pregunta muy
“políticamente”: por qué los gobiernos no escuchan a los que
protestan. Dicho esto se aprecia más claramente la estrategia
discursiva de la joven estudiante de comunicación, que hace sus
primeros pininos en manipulación y tergiversación.
Lo que sigue es
escandaloso. Afirma la joven que en el año 2014 hubo en Venezuela
6369 manifestaciones (bonito número, muy
gráfico y cuando se googlea canta: es citado por La Patilla, El
Universal, Mapa de Protestas, Observatorio de Conflictos, y otras por
el estilo y en ese orden, por supuesto, por ninguna página oficial,
de modo que la muchacha lo que hace es poner en circulación cifras
al voleo producidas por los mismos factores que auparon y festejaron
la violencia callejera y trataron como héroes a los
guarimberos...) y que sólo el 7% -dice Katherine- fueron violentas. ¿Para Katherine como para Obama, sólo es violencia si está dirigida contra el status quo capitalista y no cuando el terrorismo (protegido y financiado) se enfoca en el derrumbe de las instituciones y gobiernos que no comulgan con Washington?
La
estudiante de comunicación pasa olímpicamente por alto que este año
-el 12 de febrero, Día de la Juventud- arrancaron en las ciudades
más grandes del país las mencionadas “guarimbas”. Las mismas
consistieron en trancas violentas de las calles principales o
secundarias con barricadas compuestas de basura, escombros, ¡árboles
cortados ex profeso!, que los “manifestantes” incendiaban. Estas barricadas, que interrumpían el libre tránsito y eran
continuo foco de incidentes de violencia creciente, no contaron con
el apoyo absoluto de los vecinos, quienes con el pasar de los días y superando el miedo en no pocas oportunidades se animaron con riesgo
de sus vidas incluso, a levantar los obstáculos. En estas acciones en efecto, muchos murieron a manos de francotiradores. Mis vecinos por cierto celebraban cada una de esas muertes entre risotadas.
La
jovencita Katherine, miente. Miente descaradamente. Estas acciones
terroristas llamadas eufemísticamente protestas, se extendieron por
algo más de tres meses y como ya mencioné se sucedieron en las
ciudades más grandes, en especial en zonas de clase media y gente adinerada
(estudiantes de la UCAB seguramente participaron a rabiar en las
mismas) y, en ciudades como Maracaibo y en particular en San
Cristóbal (fronterizas) fueron increíblemente violentas. A
raíz de ello, algunos alcaldes, que incluso con capuchas y bombas
participaron en las guarimbas están hoy presos y, encabezando la
lista, el líder de la oposición que convocó a estas “protestas”
de viva (y ronca) voz como parte de una serie de operaciones en varios frentes (como luego supimos por otro terrorista preso, Lorent Gómez Saleh) dirigidas a “salir” del gobierno de Nicolás
Maduro y las cuales no cesarían hasta alcanzar ese objetivo.
Hay
que recordar (y recordarle a la joven Katherine) que en abril de 2013
el compañero de fórmula de Leopoldo López, Henrique Capriles
Randonsky, frustrado por la derrota electoral, mandó a sus acólitos
a “drenar la arrechera” la cual arrostró la muerte de 11
personas, entre ellos varios niños, que se encontraban en la calle
celebrando con sus familiares el triunfo de la revolución en las
elecciones que siguieron a la muerte de Hugo Chávez.
Valga
acotar de pasada la lamentable redacción de Katherine, pero en lo
que intenta decir es donde está el problema: mezcla la
narco-violencia en México con la violencia opositora de Venezuela.
Utiliza la palabra “estudiantes” como denominador común, pero en
contextos disímiles; en efecto, en México el poder mata a los
estudiantes pero aquí, detrás de la violencia que los utilizó (y
sigue usando), se asesinó para desestabilizar al gobierno, buscando
conmocionar a la población.
Un
país controlado por el poder del narco, como sucedió en Colombia en
tiempos de Uribe (aliado por cierto de los que promovieron la
violencia de la guarimba y con muchas fosas en común con Peña
Nieto, amén de que sus “tiempos” no han pasado porque hoy Varito
es senador...) no se puede comparar con el gobierno venezolano que, sin
represión, con serenidad e inteligencia, supo desbaratar la
violencia callejera y crear poco a poco las
condiciones para hacer justicia. Un portentoso trabajo de filigrana
porque detrás de los líderes de la oposición está enquistado un
sistema judicial cooptado hace rato por el dinero, amén de los tentáculos del sionismo y el Departamento de Estado, como lo
evidencia la insistente “preocupación” que mantienen por las
acciones que el gobierno, sus instituciones y leyes, pese a todo y
contra todo, viene tomando.
Con
pésima redacción, Katherine sin embargo se hace “eco” de la
matriz que intentan generar los operadores mediáticos: los
estudiantes muertos por la violencia en México son comparables
(tergiversando, mintiendo y/o ocultando) a los estudiantes
(supuestamente) reprimidos por el gobierno venezolano. Mezcla la
realidad terriblemente real de México con la “realidad mediática”
de Venezuela. Utiliza la verdad inocultable de México para encubrir
los crímenes ciertamente ocurridos en Venezuela, financiados por la
derecha internacional y “cubiertos” por la nube des-informativa
que oculta la mortandad en México al tiempo que potencia hasta el
absurdo la violencia desestabilizadora contra Maduro.
De
muertos se trata en ambos (y en todos los casos: Ucrania, Libia,
Siria, Palestina y un largo y doloroso etcétera); pero lo único que
tienen en común en el caso del artículo es que a todos los mató el
capital: en México el narco-Estado; aquí, la derecha
(narco-complaciente y afecta a Uribe) que busca(ba) obsecadamente “La
Salida” de Maduro.
De
todas manera Katherine, no te preocupes, en la UCAB (y para el
profesor o profesora que le pareció progre que publicaras en
http://ssociologos.com/)
sacaste 20.
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