Mentir de consuno. Estrategias mínimas para una guerra total

José Javier León

Estoy suscrito a la página (http://ssociologos.com/) y he leído cosas verdaderamente interesantes, como también otras que de alguna manera me van diciendo cómo se mueven, en este escenario claro está, micro, ideas que le van dando forma y contenido a la opinión1. Y este pequeño artículo http://ssociologos.com/2014/11/30/la-protesta-como-una-moda/ que de seguidas comento me llamó la atención por varias cosas: la autora es venezolana, estudiante de la UCAB, o sea, de la Universidad Católica Andrés Bello... la palabra “católica” ya debiera decir algunas cosas en especial la tendencia derechista que la adorna. Pero me llamó la atención sobre todo la manera tan ligera de mentir y torcer la verdad y buscar la salida (la publicación, digo) a través de un medio que muy seriamente -todo hay que decirlo- ventila análisis de la realidad, y, siempre que ello ocurre, el poder y sus formas se ve señalado y cuestionado.


La estrategia aquí consistió en mezclar dos eventos que sólo para una persona desinformada pueden formar parte de una misma tendencia, de un mismo movimiento, cuando en verdad no son sólo distintos sino antípodas, y lo peor, desde una perspectiva -precisamente la que afecta al poder- hacen parte de una forma de manifestarse la violencia del capital contra los pueblos. El artículo escamotea la verdad y esconde la terrible relación que sí hay entre las (supuestas) "protestas" (supuestamente) reprimidas y la represión en México, nada supuesta sino horrible, a la vista del mundo, mientras Peña Nieto sigue muy campante pidiendo que se pase la página, ya qué tanto!

El artículo en cuestión es “¿La protesta como una moda?” de Katherine González, estudiante como ya se dijo de Comunicación Social en la referida Universidad, ubicada en la capital de Venezuela, Caracas. Para la joven, lo que ve a través de las pantallas de televisión como “protesta estudiantil” es una sola cosa, en efecto, para ella son solo “estudiantes” que “protestan” y, por ese filtro pasa las “protestas” en Ucrania (sí, como lo acaba de leer), las de Venezuela (por supuesto), las de Túnez, las de Chile, Hong Kong e incluso, así lo dice, México.

¿Qué no ve? Que no en todas han participado estudiantes, que en algunas los estudiantes han sido utilizados por poderes externos y que, de todas, las verdaderamente estudiantiles han sido protagonizadas por la juventud chilena y por los normalistas mexicanos. Éstas últimas de paso, terriblemente reprimidas y en México en particular, culminadas en masacre, de la cual la de los 43 es sólo punta de un iceberg de crímenes inenarrables.

La joven se pregunta: ¿por qué los políticos no satisfacen las necesidades del pueblo? Mas, como no tiene claro quiénes protestan, ni qué contenidos ocultan dichas protestas (como sucedió en Ucrania, por ejemplo, que ni eran estudiantes ni eran protestas sino puestas en escena de terrible violencia callejera con muertos de verdad verdad, impulsado todo ello por sectores de la ultra derecha -nazis para más señas- que propiciaron la caída del gobierno pro-ruso de Kiev como parte de un plan de la OTAN para debilitar a Rusia), en otras palabras, la joven desconoce quiénes y qué cosas se mueven detrás, de modo que difícilmente podrá responder a esa pregunta.

Mas lo interesante es que la pregunta que titula el artículo difiere de la que se hace al interior: arriba se pregunta muy sociológica y posmodernamente si la protesta es una moda; al interior en cambio, se pregunta muy “políticamente”: por qué los gobiernos no escuchan a los que protestan. Dicho esto se aprecia más claramente la estrategia discursiva de la joven estudiante de comunicación, que hace sus primeros pininos en manipulación y tergiversación.

Lo que sigue es escandaloso. Afirma la joven que en el año 2014 hubo en Venezuela 6369 manifestaciones (bonito número, muy gráfico y cuando se googlea canta: es citado por La Patilla, El Universal, Mapa de Protestas, Observatorio de Conflictos, y otras por el estilo y en ese orden, por supuesto, por ninguna página oficial, de modo que la muchacha lo que hace es poner en circulación cifras al voleo producidas por los mismos factores que auparon y festejaron la violencia callejera y trataron como héroes a los guarimberos...) y que sólo el 7% -dice Katherine- fueron violentas. ¿Para Katherine como para Obama, sólo es violencia si está dirigida contra el status quo capitalista y no cuando el terrorismo (protegido y financiado) se enfoca en el derrumbe de las instituciones y gobiernos que no comulgan con Washington? 

La estudiante de comunicación pasa olímpicamente por alto que este año -el 12 de febrero, Día de la Juventud- arrancaron en las ciudades más grandes del país las mencionadas “guarimbas”. Las mismas consistieron en trancas violentas de las calles principales o secundarias con barricadas compuestas de basura, escombros, ¡árboles cortados ex profeso!, que los “manifestantes” incendiaban. Estas barricadas, que interrumpían el libre tránsito y eran continuo foco de incidentes de violencia creciente, no contaron con el apoyo absoluto de los vecinos, quienes con el pasar de los días y superando el miedo en no pocas oportunidades se animaron con riesgo de sus vidas incluso, a levantar los obstáculos. En estas acciones en efecto, muchos murieron a manos de francotiradores. Mis vecinos por cierto celebraban cada una de esas muertes entre risotadas.

La jovencita Katherine, miente. Miente descaradamente. Estas acciones terroristas llamadas eufemísticamente protestas, se extendieron por algo más de tres meses y como ya mencioné se sucedieron en las ciudades más grandes, en especial en zonas de clase media y gente adinerada (estudiantes de la UCAB seguramente participaron a rabiar en las mismas) y, en ciudades como Maracaibo y en particular en San Cristóbal (fronterizas) fueron increíblemente violentas. A raíz de ello, algunos alcaldes, que incluso con capuchas y bombas participaron en las guarimbas están hoy presos y, encabezando la lista, el líder de la oposición que convocó a estas “protestas” de viva (y ronca) voz como parte de una serie de operaciones en varios frentes (como luego supimos por otro terrorista preso, Lorent Gómez Saleh) dirigidas a “salir” del gobierno de Nicolás Maduro y las cuales no cesarían hasta alcanzar ese objetivo.

Hay que recordar (y recordarle a la joven Katherine) que en abril de 2013 el compañero de fórmula de Leopoldo López, Henrique Capriles Randonsky, frustrado por la derrota electoral, mandó a sus acólitos a “drenar la arrechera” la cual arrostró la muerte de 11 personas, entre ellos varios niños, que se encontraban en la calle celebrando con sus familiares el triunfo de la revolución en las elecciones que siguieron a la muerte de Hugo Chávez.

Valga acotar de pasada la lamentable redacción de Katherine, pero en lo que intenta decir es donde está el problema: mezcla la narco-violencia en México con la violencia opositora de Venezuela. Utiliza la palabra “estudiantes” como denominador común, pero en contextos disímiles; en efecto, en México el poder mata a los estudiantes pero aquí, detrás de la violencia que los utilizó (y sigue usando), se asesinó para desestabilizar al gobierno, buscando conmocionar a la población.

Un país controlado por el poder del narco, como sucedió en Colombia en tiempos de Uribe (aliado por cierto de los que promovieron la violencia de la guarimba y con muchas fosas en común con Peña Nieto, amén de que sus “tiempos” no han pasado porque hoy Varito es senador...) no se puede comparar con el gobierno venezolano que, sin represión, con serenidad e inteligencia, supo desbaratar la violencia callejera y crear poco a poco las condiciones para hacer justicia. Un portentoso trabajo de filigrana porque detrás de los líderes de la oposición está enquistado un sistema judicial cooptado hace rato por el dinero, amén de los tentáculos del sionismo y el Departamento de Estado, como lo evidencia la insistente “preocupación” que mantienen por las acciones que el gobierno, sus instituciones y leyes, pese a todo y contra todo, viene tomando.

Con pésima redacción, Katherine sin embargo se hace “eco” de la matriz que intentan generar los operadores mediáticos: los estudiantes muertos por la violencia en México son comparables (tergiversando, mintiendo y/o ocultando) a los estudiantes (supuestamente) reprimidos por el gobierno venezolano. Mezcla la realidad terriblemente real de México con la “realidad mediática” de Venezuela. Utiliza la verdad inocultable de México para encubrir los crímenes ciertamente ocurridos en Venezuela, financiados por la derecha internacional y “cubiertos” por la nube des-informativa que oculta la mortandad en México al tiempo que potencia hasta el absurdo la violencia desestabilizadora contra Maduro.

De muertos se trata en ambos (y en todos los casos: Ucrania, Libia, Siria, Palestina y un largo y doloroso etcétera); pero lo único que tienen en común en el caso del artículo es que a todos los mató el capital: en México el narco-Estado; aquí, la derecha (narco-complaciente y afecta a Uribe) que busca(ba) obsecadamente “La Salida” de Maduro.

De todas manera Katherine, no te preocupes, en la UCAB (y para el profesor o profesora que le pareció progre que publicaras en http://ssociologos.com/) sacaste 20.


1 Hace poco escribí De tan lejos y tan alto que la realidad no divisa (http://josejavierleon.blogspot.com/2014/11/de-tan-lejos-y-tan-alto-que-la-realidad.html), como respuesta a unos comentarios desafortunados emitidos por Boaventura de Sousa Santos en una entrevista publicada en el sitio http://ssociologos.com/

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