Nicolás y los 112


Por 
Ylich Carvajal Centeno 
Periodista 
ylichcarvajal@gmail.com

No podemos salir como el 13 porque no vinieron como el 11. Hubo elecciones, ¡impolutas!, con histórica participación de 74,25% para unos comicios parlamentarios, y la contra revolución se convirtió en Poder Legislativo por voluntad de los venezolanos: es un nuevo escenario. 

La gran victoria que la Revolución y el presidente Nicolás Maduro en particular tuvieron esa misma madrugada del 7D se la dio su resolución en reconocer los resultados emitidos por el CNE. La campaña que por años medios nacionales e internacionales han venido urdiendo contra la democracia bolivariana, a la que injustamente acusan de régimen dictatorial, se hizo polvo. 

Los observadores internacionales acreditados por el CNE y los insolentes invitados de la MUD que hemos tenido que soportar, quienes se supone estaban aquí para ser testigos de un “zarpazo tiránico”, se han largado tratando de no ser notados. John Kerry, secretario de Estado de los EE UU, quien hace semanas decía que la venezolana era una “democracia imperfecta”, ha salido en persona a felicitarnos: ¡Gracias! 

¡A ver!, no podemos salir como el 13, en cuanto al método, pero tenemos que apelar a su espíritu combativo, de protagonismo del pueblo para encarar esta nueva y compleja partida de ajedrez. Se supone que juegan ellos, pero nada nos impide tomar la delantera con un movimiento que supongo no se esperan: Diálogo ante el país y con propósitos de negociación sobre puntos álgidos.

¿Quieren una ley de amnistía? ¡Bien! ¿Sobre qué delitos? ¿Quieren eliminar la ley de precios justos? ¡Bien! ¿Cuál sería el impacto en la inflación, en los salarios? ¿Quieren eliminar el control de cambio? ¡Aja! ¿Cuál debe ser el precio del dólar según la nueva Asamblea? ¿Será capaz el novísimo Poder Legislativo de aprobar una ley de incremento general de sueldos y salarios que abarque el sector privado para compensar el retruque de sus decisiones? ¿Van a reducir su presupuesto dada la caída del ingreso por petróleo? ¿Se bajaran los sueldos? ¿Harán una ley para sincerar precios de gasolina, gasoil, aceites? 

¡En fin! Juguemos para que ellos jueguen, es más, obliguémosle a jugar con las normas de la Constitución Bolivariana porque no van a saber cómo hacerlo, porque las contradicciones que cohabitan entre ellos no lo soportarán, porque no es el enroque que ellos se esperan. Ellos quieren jugar con una versión tropical de Stalin, pero se trata de Nicolás Maduro y allí es que la vaina se les complica, porque el relato pierde sentido, porque ellos no saben qué hacer ante la democracia real. 

La única trinchera válida y segura es la Constitución. Que ya se intentó a través del diálogo y no se consiguió nada. Que ya se habló con todo el que se podía o aceptaba hablar y nada pasó, ¡bien!, pero no bajo este nuevo escenario, ahora ellos son un Poder Público y hay que hacer que se arrepientan de tenerlo. Los factores extranjeros que mueven sus hilos no aceptarán eso, no les interesa, no tienen, además, tiempo que perder. Necesitan controlar Venezuela ya.
La Reserva Federal de los EE UU anunció que mañana puede revertir una medida que se vio obligada a tomar en 2008 tras el cataclismo financiero generado por la quiebra del banco Lehman Brothers. Tienen más de un año tratando de subir los tipos de interés y fortalecer más al dólar, pero no lo han podido hacer porque no saben cuáles serían las reales consecuencias en su economía y la capacidad destructiva de su onda expansiva en otras monedas. 

¿Cuál sería el impacto en nuestra América, en Venezuela, en los precios del petróleo? No, no creo que desde la perspectiva de los yanquis la cosa esté para esperar a que los venezolanos debatamos en el marco de la Bolivariana qué vamos a hacer con nuestro país. Por eso, aunque la voluntad popular los haya beneficiado, la MUD terminará por patear la mesa, su mesa. 


En frases del comandante, sienta el “látigo de la contra revolución” o “mande obedeciendo”. Aproveche el nacimiento del Niño Jesús y cómase unas hallacas con los 112 si hay para tanta gente. 

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