Estrategia para la victoria simbólica


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(Un texto escrito a principios del año 2013, antes de la muerte de Chávez, antes de que se hiciera para siempre definitivamente, todos)

Maracaibo, enero 2013

A Handry e Irvin, a Johan Méndez y Nandy
a Gabriel y Venus
con quienes he hblado de esto
Para Ana y Guary
Con el corazón en vilo
 
Lo efímero es el cuerpo terrestre del tiempo…

Mucho se ha hablado de la Guerra de IV Generación (G-IV) y por lo que veo y entiendo Venezuela y los venezolanos y venezolanas estamos enfrascados en al menos una versión de la misma. Una, la que nos toca. Pero, toda versión de esta guerra es multifactorial, y por lo tanto difícil y compleja. Por otro lado, desde que nuestro país saltó vertiginosamente a la historia contemporánea bajo el liderazgo y la conducción del presidente Chávez, ha ido enfrentando coyunturas y resolviendo conflictos que luego han tenido réplicas regionales (Bolivia, Ecuador, Argentina, Honduras, Paraguay…), por lo que nuestro país ha devenido escenario o laboratorio de este tipo de guerra que tantos análisis concita.

En primer lugar soy de la convicción general de que la G-IV es sobre todo una guerra que ocurre en el plano de lo simbólico, en el único en definitiva donde verdaderamente se ganan o pierden, y está dirigida por eso mismo a atacar con ensañamiento los imaginarios, los deseos, los sentimientos. Busca derruir las creencias, los afectos, los sueños.

La oposición venezolana ha intentado defenestrar la imagen de Chávez y de los factores del proceso bolivariano con escaso o nulo éxito, no obstante, los enfrentamientos continúan amén de que ha ocurrido a ojos vistas un extraordinario fortalecimiento de la carga simbólica bolivariana.

Para comenzar, digamos que la G-IV busca arrasar la noción de futuro, las aspiraciones, los proyectos, sobre la base de un presente desastroso, caótico. Según su lógica nada se puede ni podrá construirse sobre las ruinas (sociales, económicas, culturales) devenidas el único, asfixiante y total presente.

Dicho esto, se entiende la construcción sistemática de situaciones catastróficas en las que se regodean diariamente los medios de difusión. A ello contribuyen la magnificación de los desastres naturales, y por supuesto, al dedillo los que no necesitan acrecentarse y que ya vienen así de hecho. No obstante, si no los hay se los inventa, se los fabrica, o se los imagina con una minuciosidad de detalles, datos, información, que los hacen más que inevitable inminentes: desde que se estrellen asteroides, fines de mundo, desastres nucleares anunciados, sequías, inviernos, terremotos, etc. La idea es que a los humanos nos sea extirpada de raíz la posibilidad de soñar cualquier futuro, porque el mundo como tal flota en un mar de desastres que ya están ocurriendo y que están digamos precipitando el fin, el estallido total. A ello contribuyen claro está, todas las guerras, todas la amenazas, todos los conflictos anunciados, a lo que se suman las imágenes, la escenificación de la brutalidad, la propaganda de la inmisericordia, una suerte de imagen o cristalización de la bestialidad humana: profanación de cadáveres, mutilación en vivo y directo, golpizas, masacres, etc.

Pero atención: lo que no podemos es dejar de percibir estas «noticias» como «propaganda»: se trata pues, de la imagen del mundo que el Capital busca posicionar en la mente de los seres humanos. Un mundo arrasado, destruido y una humanidad desalmada, sobre el cual y con la cual cualquier proyecto futuro es inútil. En otras palabras, la G-IV crea la desesperanza. La absoluta imposibilidad de la vida.

A) Como contrapartida, cualquier proyecto político debe responder con una apuesta y propuesta de futuro. Eso es, precisamente, lo que ha nacido en Nuestra América y con Venezuela y la revolución bolivariana a la cabeza. Hablamos entonces de esa hermosa idea-consigna: Otro Mundo es Posible.

Pero no se trata, claro está, de hablar o referirse al futuro, como lo hizo en reciente campaña presidencial el candidato de la derecha. Su «futuro» estaba lleno de nada porque era un futuro sin pasado sostenido y aupado únicamente por el «desastre presente». Lógicamente, su «campaña» formaba parte del guión de la IV-G, que tiene en las Empresas de Difusión de Mensajes (EDM) su «fuente» primordial, tal cual fábrica de contenidos simbólicos. Para este candidato los EDM eran su referente y su fuente (su «única realidad»), como lo son de comunicados, informes, noticias, opiniones y análisis que se tejen a través de infinitas vocerías en las redes mediáticas construyendo realidades no solo paralelas sino desahuciadas. EDM y desastre, son pues la fórmula que compone el mensaje de la derecha de cualquier lugar donde aún se diriman los futuros sin salida, por vía fraudulentamente electoral.

B) Para enfrentar con éxito la fórmula EDM-Desastre, se debe entonces construir una plataforma comunicacional (EDM) que visibilice los logros, la vida, las diversas formas del futuro manifiestas en el presente, en el día a día, en la cotidianidad.

La vida presente, para que sea verdaderamente vida, debe responder y pro-venir del pasado. Lógicamente, sólo tiene futuro lo que tuvo pasado y fue alimentado y fortalecido cuando tuvo oportunidad de serlo: en el presente. De modo que nuestros EDM deben expresar y difundir la Vida, con todo lo que esta trae. Porque ciertamente, la vida no es la negación de la muerte; la muerte está incluida y forma parte sustancial y vital de la vida misma. Biológica, pero sobre todo filosófica y simbólicamente, la Muerte crea la posibilidad siempre viva de la Vida.

Al contrario, y no paradójicamente, los EDM-Desastre se concentran en la vida sin futuro de la muerte. Ensañamiento, carroñería, pura descomposición estéril.

C) Nuestra respuesta debe ser la Muerte preñada de Vida, esto es llena de pasado, pero sobre todo de presente, del presente lleno de futuro. Para nosotros la muerte ha de estar llena de vida.

Pero, por qué los EDM-Desastre se ahíncan en el caos, en la muerte sin futuro. ¿Por qué buscan sembrarla, incubarla en nuestra mente? Ya dijimos: lo fundamental es borrar la posibilidad de futuro, a menos que sólo se pueda imaginar un futuro peor. Al borrar el futuro lo que se busca es borrar la posibilidad de proyectos colectivos, de sueños. En esta falta radical de perspectivas, lo que queda es el presente muerto, sin pasado, puesto que ha sido mutilado hasta el punto de que las personas no saben literalmente por qué han llegado a donde están ni qué las ha traído hasta allí, y por supuesto, sin futuro. En este presente empozado y con larvas e infestado, se sobrevive estrictamente al día. Los proyectos (de pura sobrevivencia) no van más allá de las próximas horas.

Se pudiera creer que estamos ante eventos efímeros, pero lo efímero es una cualidad especial del tiempo presente, una manifestación intensa de un presente que desaparece pero cuya onda temporal-expansiva queda repercutiendo en su inasibilidad. Lo efímero se borra pero queda su vacío lleno de presencias y de la tibia carne del tiempo. Lo efímero es el cuerpo terrestre del tiempo.

D) Debemos responder con pasado y futuro, pero esencialmente con presente vivo, esto es, con proyectos, con sueños que se remonten en el tiempo, que nos ayuden a avizorar futuros posibles. Sólo así los días cobran sentido en su efímera volatilidad, en su cotidiana planificación, en su agenda ahora sí vital, llena de vida.

E) Un Proyecto Político debe entonces postular Futuros Posibles. He ahí la presentación estratégica –a todo lo largo y ancho de la campaña 2012- del Programa de la Patria, continuidad político-estratégica del Plan Socialista. Llenar la cotidianidad de proyectos es llenar la vida, el presente, de futuro.

Pero además del ataque que los EDM-Desastre infligen a los seres humanos destruyendo la posibilidad de futuro, arruinando la cotidianidad y minando la posibilidad de construir sueños, proyectos, futuro, existe un objetivo central y crucial: el cuerpo. Los EDM-Desastre actúan encarnizadamente sobre los cuerpos para minar en éstos la posibilidad de futuro, en cierto sentido, literalmente, para matarlos y esterilizarlos. En otras palabras está creando la i-reproductibilidad, esto es, las condiciones para que los cuerpos, es decir, los seres humanos, no se reproduzcan. En efecto, detesta el capital el nacimiento de los niños palestinos, por ejemplo, como detesta el nacimiento de niños latinos o africanos. Pero igualmente, en la destrucción de los cuerpos está empeñada la industria mundial de alimentos y fármacos.

Pero el punto es el siguiente: el capital está construyendo una idea de cuerpo sin futuro. No es sólo que, como humanos, carezcamos de futuro; es también que el futuro necesita (de) nuestros cuerpos, pues lógicamente sin cuerpo no hay posibilidad de futuro. Así las cosas, al destruir el cuerpo se destruye de raíz el futuro.

Las guerras convencionales como sabemos van contra los cuerpos, pero en la G-IV no sólo van contra los cuerpos sino contra las ideas que encarnan en los cuerpos. De ahí la tortura, los asesinatos selectivos, la muerte brutal y totalmente desequilibrada de niños, jóvenes o mujeres; el punto es que no se mata en particular uno o muchos cuerpos, sino que las muertes son «significativas», son «mensajes», «noticias». Se masacra una comunidad para que cunda el terror (global). Se destruye (se busca destruir) en un hombre o una mujer (de carne y hueso) un pueblo, un ideario. La muerte como propaganda, como bandera. Si se mata a alguien en particular se busca con su muerte (entiéndase, en el marco de la G-IV) la muerte simbólica de millones. Y como se sabe, esta muerte acelera la otra, que, como ya vimos, no es si no la destrucción del futuro.

Se pueden hacer muchos planteamientos éticos o morales para explicar por qué al Capital le interesa borrar los cuerpos, mas existe una explicación sencilla y terrible: ahorro de energía. Si el capitalismo puede existir con un mínimo de humanidad, el resto es desechable. (Si el capitalismo ofrece como consumación de su proyecto civilizatorio el overkill, nosotros la Gran Misión A Toda Vida…)

F) Frente a la destrucción del cuerpo, ofrecer el cuerpo como vida, vida para la vida.

Ahora bien, existe un punto en este análisis donde confluyen cuerpo y futuro. Ora el cuerpo para la muerte que es la muerte del futuro, ora el cuerpo para la vida que es la posibilidad de futuro. Si no todas las culturas, al menos parte de la nuestra (de raíz judeocristiana) tiene en sus fundamentos que el futuro se levanta sobre un cuerpo (simbólico hecho piedra fundamental). Que la muerte sólo puede vencerse con vida trascente. De modo que cultural (pero simbólicamente) podemos decir que el futuro se construye sobre un cuerpo-roca (Kefás) que trasciende la muerte viviendo más allá de la vida. Sólo los cuerpos plenos de vida viven para siempre, más allá de la muerte. Son los cuerpos (como tales) proyectados más allá de la muerte: continúan vivos en la muerte trascendida.

Los proyectos (políticos, culturales, educativos, científicos, etc.) en este sentido, son formas de vencer la muerte, de ir más allá de los límites que impone la cotidianidad, la finita naturaleza. Los proyectos sean cuales sean son siempre proyecciones políticas, sueños que se expanden por encima de nuestros límites. Son aspiraciones, formas de lo posible. Y estarán más ajustados a las posibilidades (a la cotidianidad, al día a día, a la realidad), siempre que atiendan más y mejor al pasado. Proyectos que no respondan al pasado no comprenden ni puede responder a las contingencias del presente, pero aun peor pueden soñar el futuro. Los proyectos son sueños concretos.

De donde se sigue que un Proyecto Nacional requiera de un Cuerpo Nacional. Y que, simbólicamente, se necesite un Cuerpo Nacional que vaya más allá de la vida y trascienda la muerte. Que exprese el pasado, comprenda el presente y sueñe el futuro posible. Sólo un Cuerpo Nacional puede construir el Proyecto Nacional, ese sueño concreto, posible, real.

La G-IV ataca como dijimos arriba, el cuerpo (y por ende el Cuerpo Nacional) y por ende el futuro (el Futuro Posible).

G) Debemos presentar para esta fase de la G-IV un Cuerpo Nacional que trascienda la muerte. Para que viva más allá debe vivir como quien muere y morir como quien nace. Vivir consumiéndose y morir resucitando. Para que renazca siempre, debe morir en vida y vivir en la muerte.

La G-IV es una guerra cuyo escenario crucial es el simbólico, y los símbolos encarnan en cuerpos, cuerpos-rocas, de fuerza y resistencia gigantescas, increíbles. Muchas guerras se han ganado con la imagen de Bolívar, del Che, con la figura ya mítica de Fidel. ¿No está vivo hoy Arafat? Chávez, hoy, está viviendo en el umbral de las trascendencia (todo ello, entiéndase por favor, en el plano simbólico. En efecto, nos hemos hecho la pregunta pero no tenemos aún una buena respuesta: ¿por qué, cómo es que a Chávez lo rezó el mundo, un montón de religiones, en una increíble diversidad de culturas y pueblos?)

Su cuerpo ya no está entre nosotros, no obstante renace siempre. No cada cien años, sino hoy, hoy mismo, en la cotidianidad, en los proyectos, en la construcción concreta de miríadas de futuros posibles.

Chávez, vivo, vive y vencerá.

Chávez, muerto, ya vive para siempre.

Para los efectos de la G-IV Chávez y su pueblo ha comenzado a ganar una guerra crucial. Por eso el 10 de enero marcó el nacimiento de un re-nacimiento. Se hizo historia un evento que sucedió más allá de la historia, que viene del más profundo pasado, pero que se vive con pasión, con frenesí en el presente, y da cuerpo a las formas futuras del Mundo Posible.

Para que ocurriera, el cuerpo de la nación debió hacerse uno con el cuerpo imposible de Chávez, líder sin discusión de este inédito (milagroso) proceso político. Pero, para hacernos Uno con él, debía desaparecer (lógica y simbólicamente). Chávez ha sido un maestro por largos años de cómo se construye la ubicuidad materialmente hablando: utilizando con una versatilidad extraordinaria los medios: literalmente estaba en todos lados. Ahora sigue estando pero ya no necesita hacerlo materialmente, y en consecuencia su presencia se ha multiplicado exponencialmente.

(Digresión: Chávez no es sólo el pueblo sino Venezuela, su territorialidad, su geografía. El Majunche en campaña recorría literalmente a la carrera un país a la medida de los/sus medios que siempre le quedó grande, porque en realidad él no vive en ninguna parte, en todo caso en una suerte de Este del Este. Por cierto, y ya que hablamos de esto, tal vez el escenario más impermeable al cuerpo simbólico de Chávez sea la selva –la amazónica, e incluso la Sierra de Perijá-, de ahí acaso los problemas para dialogar y traducir la diversidad indígena… Pero de ahí el intento desesperado del Majunche de ganar la mano de la partida arrancando su campaña en una comunidad indígena del Orinoco… Como se trata de una guerra simbólica, he aquí pistas, signos…)

En fin, volviendo al tema, Chávez está con nosotros, pero (sólo) porque no está con nosotros. Presente, aunque no está como cuerpo. Con nosotros, sí, pero en todas partes.

Ubicuo.

H) Un Cuerpo Simbólico.

De ahí la miseria, el arrastramiento, la in-mundicia, la bajeza de la oposición, reclamando VER el cuerpo, ensañarse con todo su morbo en las heridas. Hundir los dedos en los huecos. Eso explica la virulencia del pronunciamiento de la Conferencia Episcopal, administradores ya ilegítimos de los bienes simbólicos de la religión nacional, como explica los vulgares y rastreros argumentos, sin fe, desalmados, a-teos.

«No me toquéis, que no soy de este mundo», dijo el cuerpo resucitado de Jesús. En este mundo sin religiones ni dioses, donde domina el Capital y campea la desolación, produciendo muerte sin futuro ni trascendencia, muerte muerta, debemos construir con materia de sueños, miedos y deseos un proyecto de vida trascedente, salvar los cuerpos (y el Cuerpo Nacional) de la muerte sin sentido, y aprender a soñar juntos mundos posibles. Para ello necesitamos enfrentar al Imperio del Capital y su reino, con la Vida Plena, con el Buen Vivir.

I) Y, si un cuerpo en/para el sacrificio necesitábamos: Ecce Homo. Chávez en La Habana. Chávez hecho millones.

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