Sí. La Oposición tiene su lógica: negar todo, absolutamente. Suena simple pero hagamos el ejercicio de
analizar lo que hacen desde esta lógica para que veamos cómo las piezas encajan
y las cosas se aclaran y permiten prever futuras situaciones. Para empezar
debemos dar la clave del asunto: para ellos la revolución bolivariana es sólo
un paréntesis, no importa qué tan largo sea el contenido ya el paréntesis
(desde prácticamente el 2002) está –para ellos- cerrado. Se trata de un
paréntesis totalmente prescindible, que no hace verdadero peso en el texto que
el capitalismo y el Imperio escriben para el mundo. Llegará pues, el momento de
cerrarlo definitivamente y desecharlo al basurero de la historia que se escribe
desde el “lado correcto”.
Por eso, Carmona y Allup se auto-juramentan sin Constitución
bolivariana, la cual –como es de esperarse- sólo opera o existe al interior de
ese paréntesis. Por eso, Allup apenas pudo soltó que la Constitución que vale
para él es la del 61. Por eso, todo cuanto hacen en la AN está fuera de las
leyes vigentes, y buscan hacer y deshacer según pautas y normas que dictan sus
dicterios y caprichos. Por eso, juramentaron a los diputados impugnados, pues
desde ese momento está garantizado que todo cuanto aprueben quedará fuera del
marco legal establecido. Por cierto, en la instalación no los juramentaron y
parecía que –fuera de la lógica que aquí denunciamos- aceptaban el dictamen del
TSJ, mas es de presumir que un oportuno telefonazo de la Embajada los llamó a
capítulo.
Lo que se viene encima es un conflicto entre dos realidades:
la legal bolivariana (y su movilización y organización) y la golpista
(guarimbera, injerencista e intervencionista) que exigirá interna y
externamente el cumplimiento de su agenda i-legal.
Las decisiones serán tomadas desde una Asamblea Nacional impugnada pero, dado
que se desconocen las instituciones bolivarianas, las advertencias y exigencias
para se cumplan las leyes (bolivarianas) son interpretadas por la oposición
como dictadura.
Por eso ningún acuerdo han firmado con las instituciones
bolivarianas y ningún diálogo ha tenido cumplimiento. Olímpicamente la
oposición desconoce el paréntesis de la revolución bolivariana, lo cual
obviamente se traduce en un continuo arrimar al golpe de Estado que borre de
cuajo la institucionalidad construida en 17 años.
Siguiendo su/esa lógica ellos no pueden tomar el poder
electoralmente, mas si lo hacen (como ocurrió ahora con la Asamblea) buscarán
torcerlo, pervertirlo, desquiciarlo para dejar sin efecto el Estado de Derecho
y de Justicia bolivariano e instaurar la dictadura del capital (el Estado de
Mercado), única “legalidad” –normal, seria y decente- que la MUD y el Imperio
aceptan.
Por cierto, aunque ganaron el poder de la AN electoralmente
ya sabemos cómo en verdad ocurrió el asunto: en el marco de una guerra bestial
minaron la institucionalidad hasta el punto de que sólo los chavistas fuimos a
elecciones,
las cuales paradójicamente perdimos porque la gente no votó por ellos (de
hecho, ni campaña ni “candidatos” tenían, en el sentido clásico de estos
términos) sino en contra del gobierno, sumando además los miles de votos
“nulos” y los diversos ilícitos electorales que han ido saliendo y que
demuestran lo que la lógica de la oposición dicta: ir a elecciones sin ir a
elecciones en el marco de la institucionalidad “chavista”; ganar elecciones –pero-
negando (ocluyendo) la política; llevar diputados a la Asamblea Nacional –pero-
mancornados por bufetes externos (incluso extranjeros).
Se trata pues, de actuar en una suerte de para-escenario político, porque no estamos
frente a diputados en una Asamblea Nacional en el marco instituido por el
Gobierno bolivariano en tanto que un Poder más de los cinco que hoy hacen parte
del Estado, porque, si como tal se asumiesen estarían situándose dentro del paréntesis, es decir,
asumiendo la existencia de la
revolución bolivariana y su institucionalidad. Me explico: la revolución y “sus
instituciones” (todas las que ellos desde aquel video de Borges y hoy el
diputado De Grazia han querido y quieren violentar) son un error, un disparate,
un tumor que hay que extirpar, y con él a todos los que representan o forman
parte de ese tumor execrable. De ahí que matar, eliminar, desmembrar, sean
acciones sanitarias llamadas a corregir la existencia de ese maldito paréntesis
que es la revolución bolivariana. Así piensan, lógicamente hablando.
Como para-escenario
la AN adeco-fascista-pro-Imperio es una Plaza Altamira más peligrosa porque ya
no se encuentra en un lugar del Este de Caracas (y en todos los medios, claro
está) sino en el corazón de la institucionalidad bolivariana… y ahora, aún con
más razón, en todos los medios. En la Plaza Altamira se
encontraban unos impresentables militares en supuesta rebelión, pero ahora se
trata de diputados “electos” que gozan de “mayoría” y “legitimidad”. La cosa
como se ve es la misma pero peor. Ahora la ilegalidad tiene los afeites de la
legalidad y la opinión mundial intoxicada de información basura no va a tener
tiempo ni medios para detenerse a entender cómo es que las decisiones tomadas
por esa mayoría no son legales y no entenderán cómo es que el Ejecutivo o el
TSJ no aceptan sus leyes, decretos y disposiciones.
Lo que quiero decir es que la ilegalidad será prácticamente
doméstica (no operará más allá del paréntesis) mientras que para el mundo la AN
(adeco-fascista) será un bastión de la democracia que pugna contra una
dictadura, contra un régimen.
Comprendida esta “lógica”, qué hacer. La tarea es
esencialmente comunicacional: aumentar y diversificar los canales que hagan
visible los mecanismos de la lógica que busca negar y ocluir la revolución
bolivariana. Decir por todos los medios nuestra verdad y desmontar los
mecanismos de la negación fascista. Lo hemos hecho en otros momentos, como
cuando el golpe del 2002 se desmoronó con la verdad estruendosa del 13 de
abril, cuando la revolución que no sería trasmitida enmudeció a la media
internacional con su verdad y dignidad. Ha ocurrido, pues, cada vez que se
impone por encima de la negación, de la mentira, del ocultamiento, la verdad
luminosa, cuando el paréntesis no se cierra y el contenido chavista y
bolivariano desborda y llega irremediablemente a las páginas de la historia que
el capitalismo busca controlar y escribir a su medida. Por eso le duelen tanto
al imperio los foros internacionales donde la voz bolivariana se expresa –más
allá del paréntesis en el que la quieren confinar para más fácil desaparecerla.
Nos toca pues, saber que nada de lo que harán estará
enmarcado en la institucionalidad bolivariana, que buscarán travestir lo írrito
en recto y legal; que buscarán negar y burlar la legalidad bolivariana; minarla
y socavarla hasta imponer el caos –anti-bolivariano- como cotidianidad.
Lo más reciente ha sido negar el Bolívar del pueblo para pretender
“imponer” la imagen “clásica”, conservadora, estatuaria, lejana. El Bolívar
muerto en el viejo Panteón. Porque el Bolívar chavista, y en general los
símbolos reconstruidos y rescatados por
Chávez –la octava estrella y el escudo con el caballo galopante y no
sofrenado, por ejemplo- deben ser llevados a la basura (pues forman parte de
ese paréntesis al cual –según sus cálculos, 6 meses- le está llegando la hora
del cierre definitivo).
Lo crudo de los “paréntesis” (esos “errores”, esa suerte de
abscesos históricos) es que el capitalismo los borra y ni la sangre queda.
Dichos paréntesis no alcanzan a veces ni el estatuto de “lagunas”, de “claros”
en el bosque de la historia aceptada. Desaparecen y ya… hasta que más adelante,
como un milagro, un hombre, una mujer hecha pueblo abren uno nuevo y la
escritura re-comienza.
No obstante, tengo fe en que seguiremos escribiendo y que el
cierre del paréntesis al que nos quiere confinar la hegemonía del capital
quedará –por ahora y para siempre- inconcluso. Que es más, el capitalismo
devendrá el más terrible y desolador paréntesis en la historia de la humanidad,
porque los Brics (y el surgimiento de la antigua Eurasia, cuna de todas las
civilizaciones) harán parte de la escritura extraviada de la historia y la memoria
del mundo… que renace.
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