Artículo compartido por el profesor Orlando Villalobos a través del correo electrónico que me pareció muy importante y por eso lo comparto por esta vía
Alonso-Arévalo,
J. and J. A. Cordón-García. “El libro como sistema: hacia un nuevo concepto de
libro.” Cuadernos de documentación multimedia vol. 26. (2015) Grupo de
Investigación reconocido E-LECTRA
El tiempo que
vivimos no es precisamente una época de certezas. Nada de lo que ahora
conocemos, ni siquiera el último descubrimiento científico, tiene garantizado
un espacio en un planeta hiperconectado y en permanente evolución. En este
contexto lo que fundamentalmente se está produciendo es un desplazamiento de lo
analógico hacia lo digital. En este artículo analizamos la configuración de un
nuevo concepto de libro que con su transformación digital está operando más
allá del objeto para convertirse en un sistema de comunicación transmedia, a
través de tres procesos que son las tecnologías disruptivas, la
desintermediación y la socialización del libro y la lectura.
El libro siempre ha sido
considerado como el medio utilizado por una población de autores y de lectores
para satisfacer sus necesidades de comunicación escrita en la distancia y en el
tiempo, necesidades que han sido satisfechas durante más de quinientos años por
la estructura profesional de producción y distribución de los escritos. Las
definiciones del libro se han dividido entre aquellos que lo consideran principalmente
en su materialidad, y aquellos que lo consideran desde la perspectiva que toma
en consideración su carácter como portador de un mensaje desde el punto de
vista sociológico y semiótico. Explicar un texto exclusivamente por su forma
material sería absurdo y se incurriría en un simplismo. La identificación del
mismo nunca ha representado problema alguno desde el momento en que el concepto
estaba asociado a un soporte, el papel, que le confería un carácter unitario y,
en cierto modo, totalizador en el que continente y contenido formaban parte de
un objeto en el que ambos conceptos eran indisociables. Pero la aparición de
tecnologías de la información electrónica ha cambiado radicalmente este
concepto de libro.
La realidad es que, durante estos últimos años, el ecosistema del
libro ha experimentado un cambio radical en todos sus elementos. La aparición
de los libros electrónicos y las prestaciones asociadas a los mismos a través
de las aplicaciones de eReader y tablet, blog, plataformas y sistemas de lectura
social, etc., han puesto en cuestión las definiciones canónicas asociadas al
libro tradicional, lo que a su vez está trastocando las pautas y hábitos de
lectura en particular.
Se transforma el papel de
las librerías como núcleos de acceso al libro impreso, el papel de las
bibliotecas como sitios de salvaguarda y difusión del saber, los derechos
asociados a la función de autor y su dimensión económica, con la crisis del
copyright y de la propiedad intelectual, la crisis de los intermediarios
obligados a reinventarse e idear nuevas estructuras que les permitan sobrevivir
en el contexto digital, en el que se está articulando una nueva cultura
resultante de una economía del intercambio, colaboración, de la reputación, de
la interactividad y de la integración, y en el que se ha producido la fractura
digital con un nuevo concepto de lector cada vez más acostumbrado al uso de la
lectura electrónica. Así de este modo se producen algunos fenómenos asociados a
esta nueva cultura de lo digital que identifican y avocan casi
indefectiblemente a un nuevo concepto de libro, que a medio plazo cada vez se
distanciara del referente y paradigma conocido -el libro impreso- y que se irá
adecuando progresivamente a las propiedades, características y posibilidades
que brinda el formato digital, conformando de este modo dos manifestaciones de
un mismo producto cada vez más diferenciadas. Estos fenómenos tienen que ver
con tres aspectos:
La disrupción
La desintermediación
La socialización
1. La disrupción
La imaterialidad del
formato abre innumerables posibilidades en todos los sentidos, y también
importantes retos que debemos de enfrentar, lo digital está impactando en la
forma de crear contenidos, de comunicarlos, de leerlos, y en el ámbito
científico en las nuevas posibilidades de medir el impacto de la investigación,
ya que el formato digital obedece a una nueva forma de pensar, pues pensar en
digital implica nuevos paradigmas como es lo social, lo abierto, la remezcla,
valores que estaban ausentes en el contexto analógico. Respondiendo con ello a
un modelo de tecnologías disruptivas, es decir tecnologías o innovaciones que
conducen a la desaparición de productos o servicios que durante mucho tiempo han
tenido una amplia vigencia, pero que en la actualidad utilizan preferiblemente
una estrategia no sostenible frente a la nueva tecnología que tiende hacia una
progresiva consolidación en el mercado. Stevev Sinofsky (Sinofsky et al. 2014),
ex directivo de Microsft explica los retos que frente al sistema establecido
enfrenta un producto «disruptivo».
2. La desintermediación
Si tuviéramos que elegir
una palabra que representara la última media década sin ninguna duda sería
“desintermediación”. Los conceptos de autoría, crítica y recepción,
profundamente asentados en el medio impreso, están cambiando sus competencias y
significados al hilo de fenómenos únicamente imputables al contexto digital.
Los autores ahora disponen de herramientas para publicar de forma más rápida,
más inteligente y, en muchos casos, más eficaz que las editoriales
tradicionales. Como resultado se están desarrollando plataformas que
proporcionan mayor visibilidad y presencia en el mercado que la edición
tradicional. Ahora el
problema para un autor no es saber si un editor le publicara la obra, sino
saber cómo encontrar a sus lectores, lo que entraña el desarrollo de
competencias complementarias al mero hecho de escribir. El escritor se
convierte en promotor de sí mismo.
3. La socialización
Entendemos por «lectura
social» aquella que se desarrolla entornos virtuales en donde el libro y la
lectura propicien la formación de una «comunidad» y alguna forma de
intercambio. Por lo general se tiene como punto de encuentro una plataforma web
o un software específico que organiza y proporciona a los usuarios un espacio
de intercambio de información y de comunicación horizontal, donde las obras se
evalúan y califican, además de compartir puntos de vista acerca de un texto,
participando en grupos de discusión y/o elaborando por escrito comentarios y
anotaciones sobre la obras y sus autores.
La lectura social responde
a los modelos de aprendizaje 2.0, esto es: aprender haciendo, aprender
interactuando, aprender buscando y aprender compartiendo. Las nuevas
aplicaciones web simplifican tremendamente la cooperación y responden al
principio de no requerir del usuario una alfabetización tecnológica avanzada
para su utilización. Estas tecnologías de reciente masificación, estimulan la
experimentación, generación y transferencia de conocimientos individuales y
colectivos.
En el cambio de lo
analógico a lo digital, el libro objeto desaparece y se convierte en una
intefaz que se imbrica perfectamente con el software, en la que cobran
importancia el acceso, lo abierto, la comunicación y lo social, conformando más
como un sistema de comunicación que como un objeto. Los libros devienen en una
experiencia compartida en un lugar en red, y la lectura que siempre fue social,
se hace más SOCIAL. De este modo la «lectura social» se desarrolla en entornos
virtuales en donde el libro y la lectura propician la formación de una
«comunidad» y alguna forma de intercambio. Es un espacio de intercambio de
información y de comunicación horizontal, donde las obras se evalúan, califican
y etiquetan. Es habitual que los lectores compartan información sobre libros
impresos y electrónicos que poseen, libros que han leído, libros que están
leyendo, los que quisieran tener, y los que quisieran llegar a leer algún día.
La llegada del libro electrónico ha amplificado considerablemente la capacidad
de lectura gracias a la naturaleza social de los contenidos que se imbrican en
la cultura compartida de la filosofía de la web 2.0. Esta yuxtaposición de sus
líneas fronterizas ha creado espacios novedosos y cambiantes en los que el
concepto de libro se ha extendido a territorios antes inexplorados, lo que a su
vez está repercutiendo en su visibilidad.ç
Hacia un nuevo concepto de libro
El libro y la lectura han
sufrido un cambio radical con la aparición de las nuevas tecnologías de la
información, un cambio que incide en su mayor socialización y en su gestión
compartida. Pero estos cambios están íntimamente ligados a la transformación
que ha sufrido el libro a lo largo de los últimos años, en los hemos visto
aparecer un nuevo tipo de paradigma vinculado igualmente con los cambios en sus
formas de producción, reproducción y consumo. Estos cambios no afectan
solamente a los procedimientos de lectura, sino a los intercambios sociales, a
nuestras relaciones con el entorno y a todo el conjunto de prácticas
relacionadas con el lenguaje (Cordón-Garcia et al. 2014). La necesidad de
incorporar sustitutos funcionales a las prácticas desarrolladas en la cultura
convencional obliga a la indagación, de forma sistemática, del entorno social,
a la necesidad de adaptación al día a día de las innovaciones, a la conexión
permanente a la red, que se ha convertido en el medio natural de los
intercambios.
Mientras los libros
impresos han privilegiado la abstracción y la conceptualización, las nuevas
tecnologías han permitido la configuración de nuevas identidades expresivas,
donde el orden cognitivo, emocional y sociocultural, está siendo sustituido.
Aún no sabemos de manera definitiva si esta nueva realidad es un cambio en
positivo o en negativo en unos u otros aspectos. Muy frecuentemente nos
encontramos con titulares de prensa que afirman una cosa o la contraria, que se
lee más, que se lee menos en digital, que se lee más despacio, o más deprisa,
que lo digital contribuye a una lectura no concentrada y dispersa, o bien que
la percepción de la lectura no es sólo visual, y que las nuevas tecnologías
favorecen un aprendizaje multimedia más completo; en la mayoría de estos casos
los estudios cuentan con muestras muy fragmentadas y a veces apriorísticas de
sólo unos pocos lectores analizados. Por ello debemos de ser prudentes, y
esperar que haya estudios más extensos y contrastados.
Por lo que podemos decir
que se está produciendo una asincronismo entre la progresión rápida de la
tecnologías de la comunicación, por una parte, y la evolución de las prácticas
de lectura de los usuarios por otra; originándose una asimilación lenta de
estas por parte de las instituciones. Según estos expertos, nuestro cerebro no
está aún capacitado para asumir el ritmo constante y la intensidad de estímulos
cerebrales que comporta el consumo de cualquier tipo de contenidos culturales a
través de los diferentes tipos de pantallas. Las nuevas generaciones se sienten muy cómodas con el uso
de las herramientas 2.0, pero la mayoría desconocen los intereses comerciales,
ideológicos y sociales que hay detrás de cada una de estas herramientas.
La nueva percepción de la noción de lectura deriva de un entorno cultural en el
que se produce un diálogo entre escritor y lector, cualidad que se magnifica en
la red, donde ambos pueden interactuar en tiempo real, generando un nuevo
paradigma de creación y recepción De cualquier forma, la participación activa o
pasiva de los lectores en el uso de las nuevas tecnologías supone un proceso de
readaptación profunda entre los seres humanos. La participación y el desarrollo
de un conjunto de acciones desencadenadas por cualquier tipo de intervención
nos sitúa ante un escenario nuevo, desde el punto de vista de la edición, de la
lectura y de las formas comunicativas (Shirky 2012). Algunos autores llegan a
hablar incluso de un proceso de mutación antropológica.
Si bien es preciso tener
en cuenta el cambio natural de las generaciones de lectores, que se ven
directamente influenciados por las mutaciones inducidas en cuanto a los
dispositivos y las prácticas de lectura. Y será esta primera generación que
comienza a tener contacto desde la infancia con los dispositivos de pantalla
táctil, tablet y smartphones, la que hará parte de su aprendizaje de lectura y
de escritura sobre estos dispositivos digitales, y la que marcará sin ninguna
duda la ruptura con el soporte impreso. Por lo que es preciso pensar la lectura
más allá del libro, en un contexto de computación de lo real, con libros
electrónicos que presentaran narrativas reticulares, no lineales, en un
contexto aumentado de web en tiempo real, y de soportes de lectura que
utilizarán nanotecnologías de almacenamiento. El futuro está por escribir.
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